El mensaje de la ciencia es claro: el mundo está en alerta roja. La cumbre mundial del clima que se desarrolla estos días en Glasgow llega en un momento crucial para el planeta. Líderes políticos, activistas, organizaciones y empresas de unos 200 países se reunirán durante estas dos semanas para tratar de evitar los peores efectos del cambio climático e impulsar los objetivos que ya se acordaron en la reunión de París en 2015.
Bajo el lema Uniendo al mundo para hacer frente al cambio climático, Naciones Unidas insiste en la responsabilidad de todos para frenar el calentamiento global. Sequías, inundaciones, olas de calor extremas, incendios inagotables… son sólo algunos de los impactos que puede tener optar por no tomar las suficientes medidas a tiempo.
Una ventana de acción cada vez más reducida y que pide a voz en grito acciones más ambiciosas y comprometidas por parte de los países, con una reducción de emisiones del 55% para 2030, y una tasa de neutralidad climática (de cero emisiones) para el año 2050.
¿Qué es la COP 26?
Todas las miradas están puestas en Glasgow, y no es para menos. Hasta el 12 de noviembre, la ciudad escocesa acoge la 26º Conferencia de las Partes de la Convención de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 26) a la que acuden líderes de todo el mundo. Su celebración, de carácter anual, se enmarca en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) que entró en vigor por primera vez en 1994.
Harían falta 21 cumbres más hasta conseguir que en 2015 en el Acuerdo de París se alcanzara un tratado global firmado y ratificado por hasta 197 países. Todo un hito histórico que creaba un marco para la acción hacia la transformación a un modelo de desarrollo bajo en emisiones.
En esta reunión en la ciudad escocesa estarán presentes líderes mundiales, pero también ministros, altos funcionarios y equipos de negociación que abordarán discusiones sobre cuestiones climáticas. La cumbre pretende cerrar los flecos pendientes de la última reunión celebrada en París en 2015 (la COP 21), en la que se alcanzó el que es hasta ahora el pacto internacional más ambicioso. En su día, París marcó los pasos a seguir en las próximas décadas y estableció un objetivo muy claro: la temperatura media del planeta no debía superar los 1,5ºC en comparación a los niveles preindustriales.
De qué punto parten las negociaciones
El Scottish Event Campus (SEC) acoge estos días esta cita mundial por el clima. Todas las esperanzas están puestas en esta conferencia, pues se espera que los países den un giro a sus políticas y afronten de manera más realista los retos que plantea la crisis climática. Como aseguraba Naciones Unidas en su último Informe sobre la Brecha de Emisiones de 2021, los esfuerzos realizados hasta ahora por los países son aún insuficientes. Al ritmo actual, advierten, se alcanzará un aumento de 2,7ºC con resultados catastróficos.
La COP 26 sufrió un retraso de un año a consecuencia de la pandemia por coronavirus. Una ventana de tiempo en la que la mayoría de los países hicieron sus deberes mal y tarde. Así lo atestiguan los diferentes informes que ha ido presentando Naciones Unidas en este último año. Además, los NDC -los documentos presentados por cada país con las emisiones y políticas previstas- deberían haberse presentado a principios de año, y no a escasas semanas de la celebración de la cumbre de Glasgow. Estos compromisos se actualizan cada cinco años y se presentan a la ONU, con la idea de que las metas que se propone cada país mejoren con el tiempo.
Como apunta Javier Andaluz, portavoz de Ecologistas en Acción, estos compromisos han llegado "muy tarde" y, sin embargo, son "fundamentales" para una serie de encuentros que han mantenido los países a lo largo de este año. El primero de esos diálogos (llamado Global Stocktake) tuvo lugar en febrero y "contó con solo 40 o 45 comunicaciones", cuenta el experto. Una falta de compromiso que se ve respaldada además por el hecho de que de los países del G20 -que representan el 80% de las emisiones mundiales-, solo seis naciones han aumentado formalmente sus objetivos.
A su modo de ver, y coincidiendo con lo que plantea Naciones Unidas, los países deberán duplicar o, incluso, triplicar sus objetivos para cumplir con lo que dice la ciencia. Con la comunidad científica afirmando una ventana de oportunidad cada vez menor, en ese período previo a la COP 26, los países han revisado su acción climática para incluir medidas urgentes que reduzcan las emisiones de carbono y alcancen el cero neto para el año 2050.
Los principales objetivos de la cumbre
El presidente de la COP 26, el británico Alok Sharma ha puesto sus esperanzas en que se consiga un acuerdo en base a varios objetivos clave. Como se ha señalado en anteriores líneas, un punto primordial de esta cita mundial por el clima es mantener el objetivo 1,5ºC. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) ya lo advertía el pasado mes de agosto: un incremento superior a ese límite en la temperatura puede tener un impacto muy negativo en todo el mundo.
Para ello, se pretende alcanzar consensos en cuestiones como, por ejemplo, que todos los vehículos nuevos que se vendan en un periodo de 14 a 19 años sean cero emisiones. Sharma ha señalado también que es necesario reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, en las que no sólo se encuentra el dióxido de carbono (CO2), sino también otros como el metano, que aunque su presencia es menor, tiene 80 veces más poder de calentamiento que el CO2. Su reducción, por tanto, es otro de los objetivos sobre la mesa en esta cumbre.
Además de las emisiones a la atmósfera, se pondrá el acento sobre la deforestación. Los bosques tienen un papel esencial en la captación de CO2 y terminar con su tala masiva será otro de los puntos centrales de esta reunión. Una cuestión que afectará especialmente a países como Brasil, muy criticado en los últimos años por la comunidad internacional a causa de la devastación que está sufriendo el Amazonas durante el gobierno de Jair Bolsonaro.
Pero si en algo tendrán que alcanzar un acuerdo firme es en una cuestión que puede resultar espinosa para según qué países, como es la financiación anual para las políticas sobre el clima. Como explica Andaluz, los países tienen que cerrar la cuantía de 100.000 millones de dólares al año destinados al Fondo Verde del Clima, un mecanismo financiero de la CMNUCC creado en 2011 para contribuir de manera ambiciosa a la consecución de los objetivos de mitigación y adaptación al cambio climático de la comunidad internacional. Es decir, es un fondo que acordaron financiar las naciones más desarrolladas para ayudar a los países en desarrollo a reducir las emisiones de combustibles fósiles y adaptarse al impacto de la crisis climática. Para el experto, este punto "es lo que va a determinar el éxito o fracaso de la cumbre".
Cómo se llega a un acuerdo final
Los compromisos sobre reducción de emisiones o NDC de cada país marcarán las agendas de negociación y servirán para llegar a un acuerdo una vez finalicen las dos semanas de reuniones en Glasgow. La cumbre se divide en dos espacios: uno que se denomina la semana científica o técnica, y otra que es la semana política o del alto segmento.
Lo que ocurre en esa primera semana es que se reúnen fundamentalmente dos cuerpos, como son el Subsidiary Body for Implementation (SBI), que es el que se encarga de ver cómo se aplican algunos puntos del acuerdo de París, y luego el Subsidiary Body for Scientific and Technological Advice (SBSTA) que es el cuerpo técnico político que avanza muchas discusiones.
Andaluz explica que existen ciertos ítems de agenda y, en base a ellos, se van reuniendo los países en citas bilaterales o en grandes bloques como, por ejemplo, el G67 más China. "Van negociando, y cuando se llegan a acuerdos, se va comunicando a cada uno de los cuerpos subsidiarios hasta que se consigan los suficientes como para considerar que es relevante. Es entonces cuando se llevan a un plenario", cuenta el experto.
En ese punto, las comunicaciones o acuerdos se trasladan al segmento de alto nivel y es en un plenario final donde se recogen los avances de todos los acuerdos y se desarrolla un texto. Después, "una vez se adopta la resolución de la cumbre, el acuerdo es de obligado cumplimiento", y los países, a través de sus respectivos instrumentos de ratificación, lo aplican dentro de sus legislaciones.