Los discursos sobre el control de emisiones de gases de efecto invernadero para evitar el calentamiento global copan estos días las conversaciones de la cumbre del clima.
Las cifras demuestran que hasta ahora no solo no se ha hecho lo suficiente para reducir el impacto negativo de la actividad humana en los ecosistemas, sino que su destrucción se ha acelerado.
La deforestación sigue mostrando cifras importantes. Según datos aportados por el gobierno británico, cada minuto de cada año se pierde un área de bosque equivalente a 27 campos de fútbol.
La devastación que sufren estos ecosistemas influyen directamente no sólo sobre la distribución de las especies y la disponibilidad de agua o alimento. Los bosques también son auténticos sumideros de carbono: absorben cada año hasta un tercio de las emisiones de CO₂ procedentes de la quema de combustibles fósiles.
Cada minuto de cada año se pierde un área de bosque equivalente a 27 campos de fútbol
Por este motivo, en el marco de un evento dedicado a Bosques y Tierra en la cumbre del clima de la ONU, un centenar de países que albergan el 85% de los bosques mundiales –entre los que se encuentran Brasil, China o Rusia– firmaron un protocolo para revertir la deforestación para 2030.
Este principio de acuerdo, que no es vinculante, está impulsado por Reino Unido y tratará de continuar e, incluso, aumentar los esfuerzos ya iniciados en la Declaración de Nueva York en 2014.
Entonces, un total de 32 países también se comprometían a frenar la deforestación para el año 2030.
Para Javier Andaluz, portavoz de Ecologistas en Acción, este es solo "otro gesto político" y "un aplazamiento del problema para el año 2030". Además, a países como Brasil –muy criticado por la comunidad internacional por la devastación llevada a cabo en la Amazonía durante el mandato de Jair Bolsonaro– este protocolo "le sirve para conseguir financiación adicional".
Como recoge Europa Press, esta propuesta del Gobierno británico estará respaldada por al menos 19.200 millones de euros de financiación pública y privada en todo el mundo.
En concreto, se destinarán 12.000 millones de dólares de fondos públicos que aportarán 12 países y 7.200 millones de financiación privada, según las estimaciones británicas, hasta 2025.
Una financiación adicional, porque antes de la Declaración de Nueva York, existía un mecanismo llamado REDD que estaba vinculado a que algunos países del sur global no talasen sus bosques.
Como cuenta Andaluz, "se da un apoyo de compensación que es muy cuestionable y que no ha funcionado". Brasil, asegura, es uno de los países que más financiación ha recibido de este mecanismo y "no parece que haya tenido mucho problema en firmar ahora este protocolo".
Esta propuesta del Gobierno británico estará respaldada por al menos 19.200 millones de euros de financiación pública y privada
Así las cosas, durante la reunión mantenida en Glasgow, el primer ministro británico, Boris Johnson, insistió en la necesidad de recuperar los bosques para evitar la pérdida de biodiversidad: "El cambio climático y la biodiversidad son dos caras de la misma moneda", aseguraba.
Por ello, en el marco de la firma de este nuevo protocolo, líderes políticos como Iván Duque, presidente de Colombia, intervino para anunciar el compromiso de su gobierno y declarar un 30% del país como área protegida para 2022.
Los culpables de la deforestación
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), desde 1990 se han perdido al menos 420 millones de hectáreas de bosque. Unas cifras tras las que se esconden varios culpables.
Raúl de la Calle, ingeniero forestal y secretario general del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales (COITF), apunta que "la expansión de tierras agrícolas es la principal causa de deforestación".
Al final, cuenta, "la población mundial sigue creciendo, y los humanos necesitan cada vez más terreno para proveerse de recursos alimentarios e incluso energéticos", lo que acaba por lastrar la salud de los pulmones del planeta.
"También existen causas naturales, como los incendios y las plagas y enfermedades", explica De la Calle, que añade que el cambio climático está provocando sin lugar a dudas un mayor riesgo de desertificación y está exigiendo una adaptación climática a muchas especies vegetales.
En definitiva, los bosques se enfrentan a numerosas situaciones que pueden afectar negativamente a su salud y vitalidad y pueden reducir su capacidad para proporcionar una amplia gama de bienes y servicios ecosistémicos.
En este contexto, el precio a pagar de la deforestación es muy alto. Como señala el experto, entre sus principales consecuencias están la pérdida de biodiversidad, la degradación de los suelos y la pérdida de sumideros de carbono.
Las soluciones de los expertos a la deforestación pasan por llevar aparejadas políticas de gestión forestal sostenibles
Algo que se produce, sobre todo, en los países en vías de desarrollo. "Conviene aclarar que la deforestación no es un problema en los países desarrollados. De hecho la superficie forestal en países como España aumenta año tras año", asegura De la Calle.
Las soluciones de los expertos a la deforestación pasan por llevar aparejadas políticas de gestión forestal sostenibles. "Sin ese mantenimiento, sin esa gestión, estamos generando un problema ya no sólo por los tan temidos incendios forestales, sino también por los fitosanitarios (plagas y enfermedades) que ya estamos sufriendo cada vez con más frecuencia y virulencia", recuerdan desde el COITF.
España, al contrario que otros países como Brasil, es el segundo de Europa con más extensión de bosques, solo superada por Suecia. Su superficie sigue creciendo tras cada inventario, y la razón, asegura De la Calle, está en el abandono de las superficies agrícolas y de las actividades productivas en el medio rural.
No obstante, en países donde no existe esa deforestación, también se debe apostar por el mantenimiento de las masas forestales existentes, de tal forma que, como señala De la Calle, "la creación de nuevas masas forestales tienen que ser ambientalmente sostenibles para evitar generar un problema futuro a largo plazo".