Cambio climático en Mozambique: "Enseñamos a nuestros alumnos a reutilizar todo"
El creciente impacto de la crisis climática sigue sintiéndose en Mozambique y remarcando su vulnerabilidad, provocando desplazamientos y haciendo más difícil la vida de las personas refugiadas.
7 diciembre, 2022 02:14con la colaboración de:
En una región de Nampula, en Netía, vive el padre Gasolina. Un nombre peculiar para alguien que tiene una filosofía de sostenibilidad y cuidado de la tierra. Todo lo hace para traer a su región las herramientas adecuadas para la autogestión energética que le permitan desenvolverse y desarrollarse de manera autónoma.
“Queremos que la parroquia pueda mantenerse por sí misma en esa vocación de ayuda a los demás”. Este sentimiento le ha llevado a ser referente en la zona. Allí por donde va, la gente le trata con respeto y le reconoce, algunos le dan las gracias.
Mozambique es uno de los países más castigados por el cambio climático. Los últimos años los ciclones, las lluvias y la sequía han dejado a la población sin recursos para enfrentarse a una situación que cada vez está más agravada. Según ACNUR, se estima que en el mundo el 80% de los desplazados y refugiados proceden de los países más vulnerables al clima.
Mozambique no es una excepción y junto al conflicto interno de Cabo Delgado, la pobreza y la desigualdad hacen que los problemas parezcan lejos de ser resueltos.
Netia, un ejemplo de sostenibilidad
El padre Gasolina es de esas personas que no te dejan indiferente, su sonrisa transmite una energía que hace que nuestro viaje a Mozambique tenga más sentido que nunca. Nos recibe con los brazos abiertos junto a la hermana Aurora, peruana de nacimiento, mozambiqueña ya por arraigo. Ya habíamos escuchado sobre el padre Gasolina, pero hasta que no le conoces no eres consciente de toda el aura que le rodea.
Todos los misioneros que están en la zona, son quienes pueden transformar de manera más real el país. Su lucha día a día frente a cada detalle de una realidad dura crea un impacto que cambiará miles de vidas. El impacto del padre Gasolina y la hermana Aurora es, sin duda, el de “transformar un mundo en el que la sostenibilidad cubra la vida de los que más lo necesitan”.
Energía solar
Manos Unidas apoyó un proyecto de placas solares en Netia, que ayuda a transformar ese mundo del que habla el propio párroco. “La oportunidad de almacenar alimentos” y de “poder realizar nuevos cursos de laboratorio” es lo que más valora el padre. En el pasado “comíamos todo día a día para no desperdiciar la comida, ahora podemos racionalizarla y almacenarla”.
Desde que tienen electricidad, sus vidas han cambiado por completo y eso repercute a todos los alumnos que estudian allí y a una comunidad que se acerca a la iglesia y a la parroquia para buscar consuelo y refugio. Al final son muchos miles de personas que viven alrededor que dependen indirectamente de ella y “gracias a Manos Unidas tenemos las placas solares y junto a una empresa vasca que fueron los que las instalaron, nos han cambiado la vida”.
A veces con tan poco puedes transformarlo todo. Energía, algo tan cotizado en la actualidad que marca el ritmo de la vida de todo el planeta y en Netia no es diferente.
Reciclar la tierra para dar vida
Durante el paseo el padre Gasolina, se mostraba orgulloso de lo que había conseguido y no es para menos. “La educación de los alumnos es integral, se trata de enseñarles y lo que aprendan lo transmitan en sus casas, solo así es como se transforma una comunidad”.
Durante el viaje, uno se da cuenta de que Mozambique prepara a los jóvenes para la vida de una manera práctica y los forman para suplir todas aquellas necesidades reales que tienen en el día a día. “Sea criar un cerdo o cuidar de los pollos, todo es importante para que lo transmita a sus familias”.
En ese modelo de aprendizaje el padre Gasolina junto a una de las profesoras han fomentado el desarrollo del compostaje. Un espacio vacío, lleno de huecos, separan por tipos de compostaje. “Todo los residuos los traemos aquí para crear abono”, comenta la profesora.
“Tratamos de reutilizar todos los restos orgánicos para crear una tierra que nos ayude a cultivar alimentos”, dice orgulloso el padre Gasolina. Esta tierra que nos enseñan hace que los cultivos salgan mejores y con más fuerza, en una zona donde la tierra arcillosa mancha todo el paisaje. Un marrón que se extiende en forma de tierra seca que Gasolina, con el resto de profesores, tratan de mejorar.
Tienen diferentes tipos de compostaje y cada uno lo emplean para un cometido. Al lado un invernadero con pequeñas plantas, muestra el resultado del trabajo de los misioneros y profesores. Ahí, bajo la tela verde que protege del sol que golpea con fuerza, está gran parte del futuro de la región.
Reutilizar el plástico para construir futuro
Aquí, en la parroquia del padre Gasolina, se aprovecha todo: el propio sol, los residuos orgánicos, todo para hacer “un mundo mejor para todos”. Si dentro de la zona hay alguien que conoce la palabra reutilizar es la hermana Aurora. Caminando junto a ella nos enseña unos baños que ha construido utilizando las botellas de plástico que la gente deshecha. A la vista es una construcción peculiar a la cual de hermoso. “Hace su función”, comenta la hermana. Hace mucho más que eso, pienso.
Ella ha sido capaz de encontrar solución a varios problemas que tienen: reutilización de plástico y la falta de baños en la zona de las niñas. Y es que la necesidad hace que las mentes transformen el entorno en el que viven y encuentren soluciones allí donde parece que todo está perdido.
De fondo se escuchan acompasados los golpes de arena en las botellas. Varias mujeres introducen arena dentro de estas y presionan para que quede lo más compacto posible. Forman al compás los futuros ladrillos de una escuela que la hermana Aurora sueña por construir. “Necesitamos 5000 botellas más para terminar la escoliña”.
En los lugares donde hay voluntad de cambio, la transformación que se consigue es de 180 grados. La fuerza con que tiran estos dos misioneros de una comunidad de más de 33 barrios es de envidiar. Hay comunidades que dependen exclusivamente de ellos dos.
La presa y el agua
El problema del agua en la comunidad es un problema de años. “Con las placas solares hemos conseguido que las bombas funcionen y nos llegue el agua de la presa”. A las afueras, subidos en una pick up, con el padre Gasolina detrás hablamos de la presa que Manos Unidas le ayudó a construir.
“Antes muchas personas madrugaban para ir a por agua a más de 20 km”, dice el párroco. Los cambios reales se ven muchas veces en cubrir las necesidades más básicas, aquello que damos por sentado. Simplemente el hecho de tener una presa ha transformado la vida de muchas personas que tenían que recorrer ese camino de ida y vuelta cada día por un poco de agua. “Ahora le gente puede venir a lavar la ropa”.
Vista toda la comunidad y la magnitud del padre Gasolina, nos lleva a otro lugar. No tiene que ver con la sostenibilidad y, sin embargo, tiene que ver con todo y con el primer tema de esta serie de reportajes. Sobre la pick up, agarrados con fuerza, Gasolina mira al frente, es el único que sabe lo que vamos a ver realmente. “Es gente que necesita ayuda”.
En un camino de piedra caliza simboliza un pequeño desierto en mitad de una carretera, donde no esperas a nadie, cientos de personas nos esperan bajo el sol de castigo y bajo un pequeño techo hecho para la ocasión. Nos reciben para contarnos su historia de huida de la guerra del norte, ese maldito conflicto que nos acompaña cada día que pisamos esta tierra mozambiqueña.
Historia tras historia, es un golpe de realidad. El padre Gasolina nos las traduce para que conozcamos el impacto del conflicto y del odio humano sobre los más necesitadas. Pensemos que sin el padre Gasolina esta gente que ha huido de su tierra estaría aún más sola si cabe. Es un final de viaje en el que se demuestra todo lo que queda por hacer. Gasolina tiene gasolina para rato, trabajo que hacer y muchísima voluntad por el cambio.
“La transformación llega desde abajo”, sólo criando a los jóvenes del futuro seremos capaces de transformarlo todo. El ciclo de la vida debería ser eso, sobrevivir tratando de no destruir todo aquello que nos rodea. Respetar al mundo es respetarse a uno mismo y la sostenibilidad es una herramienta de transformación que genera un impacto social real.
Las necesidades de los desplazados son enormes, pero son esos jóvenes que vienen huyendo del conflicto, con el apoyo de gente como Padre Gasolina, pueden producir un cambio real. Pienso en cada una de las personas de los reportajes anteriores y de este, y recuerdo en sus ojos la capacidad de sacrificio por los demás. No sólo lo hacen por las personas, si no que lo hacen para hacer de este mundo en mayúsculas un mundo más justo y más sostenible. En que haya cabida para todos y una vida digna.
Mozambique está en un punto delicado donde tienen la oportunidad de elegir qué rumbo tomar. Lo que está claro es que personas y misioneros están ayudando a que el rumbo sea cada vez mejor. Generando conciencia, creando una educación integral y sostenible y dando oportunidades a quienes no la tienen gracias al apoyo de organizaciones como Manos Unidas.
Todo ello da esperanza, esperanza de que un día esa pobreza que se extiende como la reina de un enjambre de abejas por todo el país, deje de definir y de marcar las vidas de los más necesitados. Que el peso de un destino de nacimiento no limite el desarrollo de personas que con las herramientas adecuadas son capaces de generar un impacto en este mundo.
Me despido de Gasolina con tristeza. Sé que le irá bien y sobre todo sé todo el trabajo que le queda por delante lo hará. Me queda la sensación de que al volver y contar las historias de la mayoría de los mozambiqueños que he conocido podré aportar un pequeño grano de arena a este mundo en el que la empatía, la sostenibilidad y el conocimiento puede ayudar a que “tengamos un mundo más justo y solidario”. En palabras de Gasolina, “la revolución ya ha comenzado”. Y es que la voluntad y la fuerza de este padre es inigualable.
Sobre el proyecto
Es un trabajo realizado en colaboración con Manos Unidas, donde conocimos los proyectos de cambio climático que la organización ha realizado en Netia, en la provincia de Nampula.
Las historias de vida de sus protagonistas muestran la importancia de la cooperación en países, donde la esperanza prácticamente se ha perdido y pese a ello, hay voluntarios dispuestos a seguir trabajando por un Mozambique mejor.