Fernando se enamoró del mar gracias a su padre, Manolo García del Pino, uno de los cámaras submarinos pioneros en Andalucía. Cuenta que vivió su niñez -especialmente cuando tenía en torno a ocho años- ganándose veinte duros por visionar las cintas que su padre grababa en las costas de todo el mundo.
Anotaba y minutaba lo que veía para facilitarle el montaje -analógico por aquellos años- a su padre. A través de ese inmenso metraje por aguas de Cuba o Costa Rica, Fernando aprendía a identificar especies de plantas y peces, y se quedaba maravillado al contemplar los corales de vívidos colores. Era como vivir y ver lo que su padre había vivido y visto.
De aquella experiencia, Fernando sacó dos aprendizajes. Una, su profesión como realizador audiovisual. Y dos, su amor por un mar que ya no es como el que grabó su padre. La acción del ser humano está destruyendo los fondos marinos de los que se enamoró en su niñez. Pero ya trabaja para revertir la situación.
Fernando García Alarcón recibe, a sus 46 años, a los periodistas de EL ESPAÑOL en Málaga, en la costa en la que ya de adolescente se echaba al agua con un tubo y unas gafas para bucear y emular las hazañas de su padre. “Eran aguas cristalinas en las que podías hacer surf junto a los delfines; eso sí, aterrado porque cuando eras un chiquillo y veías una aleta venir hacia ti, te cagabas”, comenta entre risas.
Pero cuando se le pregunta por cómo han cambiado esas aguas, se le agria el gesto. “Hoy eso es impensable, apenas se ve más allá de dos metros”, sentencia.
Su experiencia vital refrenda aquello que ya denuncian los ecologistas: se están perdiendo los fondos marinos, en buena parte por acciones humanas como la sobrepesca, la contaminación y las playas artificiales.
“Todas mis playas y mis ecosistemas marinos de la costa de Málaga se han ido a la mierda”, recrimina García Alarcón. Esa degradación, señala, tiene su origen en la destrucción de las praderas de fanerógamas.
Es el caso de la posidonia oceánica endémica del Mediterráneo, responsable de depurar y oxigenar las aguas y de albergar criaderos de peces. “Antes estaban por toda la costa hasta Tarifa, ahora ya no”, atestigua el malagueño.
La degradación de los ecosistemas marinos de Málaga tiene su origen en la destrucción de las praderas de fanerógamas
“Un metro cuadrado de estas plantas producen siete veces más oxígeno que un metro cuadrado de bosque en el Amazonas. Si son estos los ecosistemas que más mitigan el calentamiento global, ¿por qué no los recuperamos?”, razona García Alarcón, que hace ocho años fundó la oenegé Equilibrio Marino.
Esta asociación trabaja para recuperar los ecosistemas marinos en las costas de Granada y Málaga. Para ello, impulsa proyectos como SOS Corales, unas guarderías de coral situadas a unos 30 metros de profundidad en las que expertos -y no tanto- buzos van depositando aquellos brazos de coral deteriorados que encuentran en sus jornadas de limpieza del fondo marino.
Resultados positivos en quince días
De momento, tras un año de experiencia sobre el terreno, los resultados son más que evidentes para quienes realizan inmersiones. “Hay brazos de corales que nos encontramos casi muertos, con partes necrosadas, que solo con ponerlos en las guarderías se han recuperado. En quince días vemos que vuelven a la vida”, asegura García Alarcón.
Además, gracias a la colaboración de numerosos voluntarios, se está consiguiendo documentar especies como el coral candelabro, vulnerable a la extinción de la que había poca información hasta ahora.
El proyecto se desarrolla en la zona de especial conservación (ZEC) de los acantilados y fondos marinos de la Punta la Mona, en el litoral de Granada. En este espacio de elevado valor ecológico se están analizando aspectos como la biología y el comportamiento del coral, estudios de contaminantes e impactos ambientales, poblacionales para conocer su abundancia y distribución, de los organismos que afectan a esta especie de coral, protocolos de trabajo o formación del equipo de buceadores.
“Un metro cuadrado de posidonia produce siete veces más oxígeno que un metro cuadrado de bosque en el Amazonas", explica García Alarcón
En su hábitat, Equilibrio Marino encontró un ecosistema muy dañado, con cientos de corales rotos por la gran concentración de artes de pesca, principalmente redes y sedales, que se enredan en los brazos del coral candelabro hasta partirlo. El fragmento cae al fondo, se entierra y organismos oportunistas lo van recubriendo de manera que sus pólipos no pueden alimentarse y, poco a poco, va muriendo.
Los buzos de SOS Corales van actuando por fases y bajo la dirección de la bióloga Marina Palacios. Limpian los fondos de las artes de pesca, recogen colonias dañadas y repueblan la zona con aquellas que están en relativo buen estado.
Las dañadas pasan a la guardería, un entorno seguro de sedimentos y epibiontes, unos parásitos que acaban por matar al coral. Allí se les limpian los pólipos para que puedan alimentarse y, una vez recuperados, se devuelven a la zona de la que salieron.
Beneficios ambientales y económicos
“Hay un estudio que dice que un área marina a la que se le quitan los impactos tiene, en menos de cinco años, una explosión de vida enorme. No hay otro ecosistema terrestre que se recupere tan rápido”, argumenta García Alarcón. Y hay importantes beneficios, ambientales y económicos, asociados a esa regeneración.
“Se calcula que el valor ecosistémico de estas praderas es tal que un metro cuadrado produce un millón de euros a la humanidad. Desde la depuración de aguas a su contribución a hacerlas más transparentes, lo que genera beneficios en el turismo”, esgrime el fundador de Equilibrio Marino.
“Hemos pensado que el turista solo quería metros de arena y hemos hecho playas de cientos de metros. La experiencia nos dice lo contrario: el turista de nivel se va a Baleares a practicar buceo por sus aguas cristalinas", asegura García Alarcón. Y recuerda que este "pide ecosistemas vivos, con peces; eso es lo que más se valora, y es lo que más se paga. Este modelo de Costa del Sol está llegando a su fin. Hay que volver atrás y tratar de recuperar esa costa”.
García Alarcón pone como ejemplo las islas Medas, un archipiélago de siete islas pequeñas y algunos islotes situado en el Mediterráneo frente a la costa de Cataluña con una superficie de 21 hectáreas y apenas un kilómetro de costa. “Ahí se generan 14 millones de euros al año en ecoturismo. ¿Cuánto podría dar este tipo de turismo en Andalucía?”, pregunta.
De momento, la ONG Equilibrio Marino se sostiene solo a través de donaciones privadas y de las participaciones de los voluntarios y colaboradores, alrededor de una treintena. En sus planes está el de constituirse como fundación para tener acceso a beneficios fiscales para los donantes.
Hasta el momento, han conseguido el apoyo, entre otros, de Grupo Cosentino, Sanex o Acciona. “Se está dando una especie de moda, las empresas están siendo sensibles a las amenazas que sufre el mar y están aportando para incorporar proyectos como el nuestro en su responsabilidad social corporativa”, explica García Alarcón. Y pide que a las vías de financiación se sumen las administraciones públicas.
Falta de apoyo político
“Para los políticos es más fácil destinar fondos a algo que se ve, los ecosistemas terrestres, que a algo que no se ve”, recrimina el fundador de la oenegé. “Por eso las áreas marinas llevan un retraso de 50 años respecto a las terrestres”, apostilla.
Estos ecosistemas -los marinos- son fáciles de recuperar, pero, como explica el García Alarcón, "no se logrará hasta que las administraciones públicas le den voz a los expertos y se cambie el paradigma”.
García Alarcón asegura que "el valor ecosistémico de estas praderas es tal que un metro cuadrado produce un millón de euros a la humanidad"
Y mientras toman conciencia, el trabajo de los buzos de la oenegé sigue de forma incesante sacando del fondo marino más de 250 kilos de basura procedente de la actividad pesquera que, en Andalucía, no tiene zonas vetadas para la recuperación de los ecosistemas marinos. Otra medida que demanda García Alarcón y que, según entiende, reportaría beneficios para el propio sector de la pesca.
Al aumentar la fauna en los fondos marinos se generarían criaderos de peces y aumentaría la población, por lo que -según el ecologista- los barcos pesqueros podrían aumentar sus capturas reduciendo el consumo de combustible.
Quienes hacen inmersiones con Equilibrio Marino emergen concienciados de que debe imponerse otro modelo productivo para salvar los fondos marinos. Explica García Alarcón que se percibe en sus rostros al salir del agua: “Muchos buceadores han sentido la necesidad de ayudar, pero no sabían cómo; y esa es la función que cumple esta oenegé: canalizar la energía de la gente y hacerlos sentir que contribuyen haciendo algo que está avalado científicamente”.
Su propio hermano, licenciado en Ciencias del Mar, es otro de los colaboradores de Equilibrio Marino. Como García Alarcón, él también siguió los pasos de su padre, que a sus 70 años y con problemas de corazón se sigue sumergiendo a poca profundidad.
“Siempre digo que él no nos ha dejado una herencia, nos ha legado unos deberes”, zanja García Alarcón. Y concluye: “El deber de recuperar parajes como el de Maro-Cerro Gordo, el área de más valor de la costa de Málaga y Granada. Hoy, tan solo verlo produce tristeza de lo abandonado que está. Por eso luchó mi padre y por eso lucho yo ahora”.