Reciclar puede parecer una tarea laboriosa. Especialmente cuando se desconocen los tipos de residuos que existen o el significado de algunos términos. Para aclarar todas esas preguntas que surgen a la hora de enfrentarse a los cinco contenedores que pueblan las calles de nuestras ciudades, EL ESPAÑOL propone una suerte de diccionario con los conceptos esenciales del reciclaje.
Con estas aclaraciones, todos podremos mejorar nuestros hábitos para contribuir a la consecución del ODS 12 (producción y consumo responsable).
La odisea de reciclar envases
Estos recipientes suelen generar indecisión cuando van a reciclarse. Para Ecoembes, la organización sin ánimo de lucro dedicada a la recuperación de envases en toda España, un envase es "todo artículo fabricado con materiales de cualquier naturaleza, que se utilice para contener, proteger, manipular, distribuir y presentar mercancías".
Por tanto, los envases pueden estar fabricados con cuatro materiales diferentes. Estos son el plástico, como una botella de agua o un yogur. El metal con el que se fabrican las latas de refresco o el papel de aluminio. El cartón de las hueveras o de las cajas de frutas y verduras.
Por último estarían esos envases de cartón, plástico polietileno y aluminio -los briks-, que se suelen utilizar para la leche o el zumo.
Aunque todos ellos sean envases, no todos se depositan en el mismo lugar. En el contenedor amarillo -que suele generar sus dudas- se depositan los envases de plástico o metal y los briks. También, los tapones de las botellas, siempre que sean de plástico o metal.
Los envases de papel y cartón van al contendor azul. En él también se depositan los folios, el papel utilizado para envolver regalos, calzado y bolsas de papel o revistas.
Algo a tener en cuenta a la hora de seleccionar envases y productos de cartón, madera o papel -incluso el higiénico o de cocina-, es el Certificado FSC. Este etiquetado indica que el material utilizado procede de bosques y plantaciones bien gestionadas. Existen diferentes categorías como el FSC 100% -procedente exclusivamente de bosques sostenibles-, el FSC Reciclado -fabricado con materiales reciclados- y el FSC Mixto -una mezcla de las anteriores-.
¿Puedo reciclar todos los plásticos?
"Entre 4,8 y 12,7 millones de toneladas de plástico cada año acaban en los océanos". El Centro Innovación y Desarrollo para la Economía Circular (CIDEC), en su informe r-PET sobre la circularidad de los envases, publicado en 2021, lo deja claro: los plásticos suponen entre el 60% y el 80% del total de las basuras marinas. Y, por tanto, los ecosistemas acuáticos sufren el efecto de no reciclar el plástico correctamente.
Existe un sistema de clasificación que categoriza de este material en función de su composición que hace la tarde de gestión de este residuo más sencilla. Por un lado, están los plásticos que sí pueden ser reciclados. Estos llevan una etiqueta triangular con un Código de Identificación de Resinas (RIC, por sus siglas en inglés) formado por tres flechas.
Dependiendo del tipo de plástico del que se componga el producto la etiqueta mostrará un número en el centro y unas siglas determinadas. Los que más nos interesan por su utilidad diaria son los PET (tereftalato de polietileno) -indicados con el número 1-, un plástico transparente y completamente reciclable. Se suele encontrar en las botellas de agua, bebidas o envases de comida.
Pero también el polietileno de alta densidad (HDPE), indicado con el número 2, es otro de los plásticos más usados, Y se encuentra en productos cosméticos, de limpieza o en tetrabriks.
En los ecosistemas marinos entran entre 4,8 y 12,7 millones de toneladas de plástico cada año, un 60%-80% del total de las basuras marinas
El PVC (policloruro de vinilo), indicado con el número 3, está presente en productos de limpieza, botellas o cables. O, por último, el polietileno de baja densidad (LDPE), o el número 4, es el utilizado para el papel film o las bolsas de la compra de un solo uso.
Residuos y restos, ¿son lo mismo?
Alfonso del Val, en su Libro del reciclaje (RBA, 2000), define residuo como "todo material en estado sólido, líquido o gaseoso, ya sea aislado o mezclado con otros, resultante de un proceso de extracción de la naturaleza, transformación, fabricación o consumo, que su poseedor decide abandonar".
Además, la Ley 22/201, del 28 de julio, de Residuos y Suelos Contaminados, establece una distinción entre tipos de residuos: domésticos, comerciales, industriales, peligrosos y biorresiduos. Y los primeros son los que más nos interesa abordar.
Los residuos domésticos serían los generados en hogares como consecuencia de la actividad doméstica. Entre ellos se encuentran los aparatos eléctricos o electrónicos estropeados, la ropa, las pilas, los muebles o todo aquello que se tira al cubo de basura de casa.
Lo que marca la diferencia entre los residuos es un detalle a simple vista poco importante: su capacidad para reciclarse o reutilizarse. Un residuo que puede reciclarse sería un envase de cartón, plástico o vidrio, por ejemplo, pero también un móvil que ya no funciona.
Por su parte, todo aquello que comúnmente llamamos basura y que puede pasar por el proceso de compostaje serían residuos orgánicos. El compost se consigue, como explica Ecoembes, a través de la "transformación de la materia orgánica en un biorresiduo que puede aprovecharse como fertilizante e incluso como generador de energía".
Lo que marca la diferencia entre los residuos es su capacidad para reciclarse o reutilizarse
Las pieles de fruta, verduras y los posos del café irían al contenedor marrón, el específico para residuos orgánicos. Las servilletas o papeles usados también son biorresiduos y, por lo tanto, irían al mismo contenedor.
Por su parte, los restos son aquellos residuos que no pueden reciclarse ni ser utilizados para hacer compost. Estos, que se depositarían en el contenedor gris o de tapa naranja -dependiendo de la comunidad autónoma-, serían chupetes, pañales, utensilios de cocina, compresas, tampones, pelo, polvo o colillas.
El principio del cambio está en entender que ninguno de los residuos que pueden reciclarse o reutilizarse está destinados a un solo uso. Todos pueden tener una segunda vida. Y cambiar la forma de percibir estos conceptos será el primer paso para impulsar la economía circular y la salud planetaria (y humana).