Santiago Jiménez (Madrid, 1993) es arquitecto y emprendedor. Aprendió percusión en el conservatorio y tocaba la batería en un grupo. Le fascinan el diseño y la arquitectura de las smart cities. Ha ganado varios premios internacionales -como la beca Talentum- con su proyecto Liight, con doble i. Dos socios y el mismo ideal: reducir la huella de carbono.
Dices que tu biografía está marcada por los trayectos de desplazamiento, ¿por qué?
Estudié en un colegio de monjas y en bachillerato tenía que venir a Madrid todos los días. Luego me quedé a una décima de entrar en la Universidad Politécnica (UPM), por lo que empecé en la de Alcalá.
Mi idea era cambiarme, pero ya no pude. Conocí a mi novia allí -diez años después nos hemos casado- así que me acostumbré a ir siempre lejos, con mucho transporte público.
Y ahí tuviste tiempo para pensar.
Sí, para idear e ir haciendo cosas [sonríe].
Ahora estás en Valencia en Lanzadera, un programa acelerador de empresas, pero Madrid es tu ciudad.
A mí me encanta Madrid, a nivel cultural es muy acogedora, y toda la gente se siente de aquí. Pero me darás la razón en que tienes esa sensación de estrés, de ajetreo o de prisas. En Copenhague la gente va en bicicleta, trabaja mucho y es muy productiva, pero es más amable.
Madrid y Valencia son más parecidas, ¿cuál ha sido el contraste más extremo que has vivido?
Emprender me ha llevado a Nueva York, al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Boston, o a Silicon Valley en San Francisco. En el otro extremo, mencionaría el pueblo de los abuelos de mi mujer, en Rumanía, donde sólo hay unas pocas casas en un entorno natural. Allí recuerdo que fui a pescar por la mañana, comimos truchas y trabajé por la tarde.
Hay que motivar a las personas para que sean sostenibles en sus hogares y sus ciudades
¿Te consideras nómada digital?
Sí. En el año 2021 tenemos la posibilidad de trabajar desde cualquier sitio.
¿Por qué consideras que estudiar arquitectura es una buena formación?
Creo que es una formación muy completa de ciencias y humanidades. Soy muy inquieto, desde pequeño, muy activo y autodidacta. Siempre me he orientado más por la rama de las matemáticas, pero me encanta la cultura.
¿Cuáles son tus arquitectos favoritos?
Mies van der Rohe, Rafael Moneo y Norman Foster. Pero resaltaría a Bjarke Ingels, del cual me gusta más su faceta como visionario o innovador. Ingels es el creador del lema yes is more y ahora mismo está construyendo el campus de Google en Silicon Valley.
Tu proyecto, Liight, ¿surgió cuando estabas estudiando en la universidad?
Sí, Liight surgió cuando estudiaba la carrera. Estaba vinculado al mundo de la innovación, el emprendimiento y la sostenibilidad, porque habíamos creado antes un proyecto universitario para dar formación a otros estudiantes en diseño digital y 3D.
Gracias a nuestro interés por la sostenibilidad, a través de un proyecto de infografías, pudimos ir a París a construir los planos de una Passivhaus autosuficiente con paneles solares, muro vegetal, climatización, etc.
¿Cómo arrancaste con Liight?
Me presenté a un hackathon de una empresa que buscaba staff, pero cuando pidieron la carta de motivación les encajó mi propuesta y nuestra idea fue la ganadora. El reto que planteamos era cómo hacer conscientes a las personas de la huella de CO₂ que producimos en el día a día.
La primera idea estaba muy vinculada al consumo que tenemos en el hogar. Los primeros meses quedó en un cajón hasta que entró mi compañero, el director de Tecnología (CTO) de la startup. Ahora somos socios cofundadores, fuimos evolucionando la idea y el proyecto tomó una forma más fuerte.
Mis ideas vienen de los pensamientos que he tenido en mis desplazamientos en transporte público
Entonces, ¿cuál es la misión de Liight?
La misión sería motivar a las personas a ser más sostenibles en su día a día, pero no sólo en los hogares, sino en las ciudades. En un futuro tendremos sensores en las casas, pero mientras tanto, en las calles, con que todos llevemos nuestro teléfono móvil podemos cruzar datos en tiempo real.
Según los recorridos que hacen las personas y sus hábitos de movilidad, se pueden mapear los puntos de reciclaje, y así poder trackearlo con sistemas de smart city. Se puede indicar dónde, por ejemplo, puede coger alguien una moto eléctrica o un patinete.
Ahora tenéis dos líneas de negocio: comunidad y corporativa.
Sí, hace poco decidimos apostar por un modelo más escalable, es cuando surge la línea Corporate. Nosotros trabajamos en la línea Community, enfocada a los usuarios de las ciudades.
Tenemos muchas colaboraciones con distintas marcas sostenibles para poder gamificar y recompensar estas buenas acciones a través de la aplicación. Las personas trackean las actividades, se calcula la huella de CO₂ que se reduce y se consiguen puntos que se pueden canjear.
¿Y entonces con las empresas cómo colaboráis?
El modelo Corporate consiste en ofrecer esta misma tecnología a grandes compañías para que lo pongan a disposición de sus empleados. Ahora mismo estamos trabajando con Estrella Galicia, Acciona y Capital Energy.
También estamos en conversaciones con empresas muy grandes que habitualmente movilizan a personas que viajan desde sus hogares hasta las oficinas o los campus -que son pequeñas ciudades-.
¿Y cómo les ayudáis a ser más sostenibles en esos campus corporativos?
Desde Liight les ayudamos no sólo en la parte de movilidad, sino dentro de la propia oficina. Atendemos a detalles como el uso de botellas de vidrio para rellenar, reciclar cualquier snack, evitar las impresiones, reducir la huella de carbono en los transportes, desplazarse sólo para las reuniones que realmente sean necesarias…
Basándote en tu experiencia, ¿dirías que es difícil emprender?
Emprender es algo complicado. Es muy bonito e inspirador, pero es muy duro porque exige trabajar mucho.
En 2050 más del 80% de la población viviremos en ciudades y el 80% de los recursos se producirán en ellas
¿Algún consejo o algo que hayas aprendido?
Ir poco a poco, sin dejar de lado la parte de salud, descanso, deporte o el pasar tiempo con la familia y amigos. Para nosotros ha sido un aprendizaje.
Ahora somos un equipo de nueve personas y trabajamos con grandes clientes. Estamos muy ilusionados y orgullosos de la trayectoria que hemos seguido. Todo el aprendizaje está mereciendo la pena.
En el ODS 11 (ciudades y comunidades sostenibles) se habla de urbes seguras, resilientes y sostenibles, ¿qué opinas de este objetivo?
Yo creo que todos los objetivos elegidos por Naciones Unidas son superimportantes, pero este más en concreto. Nosotros, a través de nuestra formación e inquietudes, es en el que más impacto podemos tener.
Para el año 2050 más del 80% de la población viviremos en ciudades. Y no sólo esto, sino que en esa regla 80-20, más del 80% de los recursos, tanto a nivel de consumo como de emisiones, se producirán en ellas.
Cómo afrontemos la vida y el día a día dentro de las ciudades es clave para el futuro del planeta y de la sociedad.
En la imagen que abre esta entrevista Santiago Jiménez sostiene el cartel correspondiente al ODS 11 (ciudades y comunidades sostenibles). No puede evitar definirse sin hacer referencia a las cuatro ciudades que han marcado su vida hasta el momento: Móstoles, Alghero, Copenhague y Valencia.