Diseñar, fabricar, vender, comprar, usar y tirar. Así, año tras año, prenda tras prenda. Cada temporada un armario nuevo. Una y otra vez. Con este ritmo desenfrenado de moda de "usar y tirar" que se ha desarrollado en las últimas década, no es de extrañar que la industria textil sea responsable de entre un 4% y un 10 % de las emisiones mundiales anuales de gases invernadero. Por encima incluso de las del sector de la mensajería y la aviación juntos.
Pero no hablamos solo de gases contaminantes expulsados a la atmósfera. La cantidad de recursos que hace falta para producir cada prenda de nuestro atuendo diario es desorbitada. Especialmente si lo comparamos con su vida útil.
La huella hídrica nos dice la cantidad de agua que se necesita para fabricar cada prenda, desde el cultivo del algodón hasta el envío a la tienda. Algo tan básico como un pantalón vaquero necesita 10.850 litros. Unas zapatillas de deporte requieren de 4.400 litros para su fabricación. Y una camiseta de algodón, 2.000 litros.
La producción de un look como el de James Dean necesita 17.250 litros
En total un look como el de James Dean supondría tanta agua como la que consumiríamos para hidratarnos durante 20 años. Es decir, 17.250 litros.
Sin duda, el camino para construir un mundo más sano -para nosotros y para la biodiversidad terrestre) es reducir estas cifras. Y la única manera de hacerlo, por ahora, es la sostenibilidad. Una palabra que para las marcas puede ser o una responsabilidad o la gallina de los huevos de oro.
Pero no todo lo verde es sostenible. Por lo que muchas empresas practican el denominado greenwashing. Es decir, "intentan parecer sostenibles, saltándose las etapas y la exigencia de los procesos y su reconversión hacia un modelo de bajo impacto y descarbonización", explica Paloma García López, fundadora de The Circular Project, directora de la Circular Sustainable Fashion Week Madrid (CSFW Madrid) y presidenta SIC MODA Asociación Española.
Nosotros, como consumidores, somos lo que tenemos que diferenciar quien lo hace bien. Y para quien la sostenibilidad es solo ecopostureo. Porque, como asegura Nuria Neira, consultora especializada enmoda y belleza sostenible y responsable de Coordinación de Marcas para la CSFWM, "nuestra responsabilidad es estar informados para apoyar a quien lo está haciendo bien en materia de sostenibilidad".
La experta recuerda, además, que muchas veces "creemos que no somos importantes, pero somos fundamentales. Cada vez que compramos tenemos un impacto sobre la vida del planeta".
Cada vez que compramos tenemos un impacto sobre la vida del planeta: los consumidores somos fundamentales
Como indica el informe publicado por la Comisión Europea a principios de año, Screening of Websites for ‘Greenwashing': Half of Green Claims Lack Evidence, más de la mitad de las afirmaciones sobre sostenibilidad de las marcas carecen de pruebas y tienen difícil demostración. Además, la legislación europea no obliga a que la etiqueta sostenible o ecoetiqueta distinga a quien cumple de quien no tanto.
Así que parece difícil no caer en las redes del ecopostureo. Incluso cuando no se tiene intención.
Aprender a leer una ecoetiqueta
"Hay que evitar las etiquetas que dicen producido o fabricado en tal país -por lo general asiático- y luego su Made in es otro distinto", asegura García López. Y revela: "Esto ya nos da mucha información de las condiciones en las que se ha hecho y del transporte que ha sido necesario para que llegue a nuestras manos". Además, recomienda que nos fijemos en toda la información que una marca nos puede proporcionar, tenga o no certificado ecológico.
Las expertas coinciden: es importante que en la etiqueta aparezca que el origen de la materia prima es natural, biodegradable o reciclada a través de las nuevas tecnologías. Que contenga certificación sostenible y aparezcan las palabras: reutilización o upciclyng, ecodiseño, libre de tóxicos, packaging sostenible y producción local tambié. No tienen que aparecer todas, pero cuantas más -y mayor transparencia en su explicación-, mayor será el grado de sostenibilidad de la prenda.
Buscar el origen
El origen de la materia prima y la composición de tejido es también fundamental para saber si una marca apuesta verdaderamente por la sostenibilidad o no. Las fibras naturales de animales o plantas, por ejemplo, son en general más sostenibles que las sintéticas -en su mayoría derivadas del petróleo-.
De todos modos, los consumidores tampoco deben dejarse engañar con el 100% algodón que, además de que no existe actualmente, es un gran devorador de recursos hídricos. Para organizaciones ecologistas como Greenpeace, incluso se trata de "uno de los cultivos más sucios y sedientos del planeta". Solo si lleva en la etiqueta algodón de cultivo sostenible será una buena compra.
Greenpeace asegura que el algodón es uno de los cultivos más sucios y sedientos del planeta
El tejido biodegradable, por el contrario, es el menos contaminante. Proviene de fibras naturales y, como ocurre con las leches vegetales, cada vez aparecen nuevas opciones. Entre ellas destacan la fibra de la leche, los tejidos del plátano, el Piñatex -hecho a partir de hojas de piña-, el Muskin -una alternativa ecológica a la piel animal a base de hongos-, el cáñamo, las lanas recicladas de cultivos orgánicos, el cuero de cactus nopal o la fibra de naranja, entre otros.
Eso sí, hay que tener cuidado con los tejidos derivados del reciclaje de plásticos. Desde la Asociación Moda Sostenible en España (AMSE) advierten de que estos tejidos dejan de ser sostenibles cuando se meten en la lavadora. Porque, como explica su presidenta, Marina López, "el poliéster y estos tejidos de plásticos terminan liberando microplásticos que no se filtran en las depuradoras por su diminuto tamaño y acaban en el mar y en nuestro organismo".
Aunque reconoce que ambos materiales se merecen una segunda vida, esta no debería ser "en prendas que tengan que pasar por la lavadora".
López hace diferencias entre las exigencias que le tenemos que hacer a una marca grande "a la que sí debemos pedir certificaciones" y a una más pequeña. Entre las más comunes están la Fair Wear Foundation y GOTS. Y también alerta de que no deben confundirse con distintivos propios que incluyen las palabras ecofriendly o conscious, pero que no concretan su compromiso.
En el caso de las pequeñas empresas de moda, aclara López, hay que fijarse en todo su proceso de producción. "En The Circular Project trabajamos homologando a todas estas pequeñas marcas, y antes de entrar en el proyecto tienen que pasar con éxito un cuestionario con unos criterios muy claros de sostenibilidad y circularidad en moda". Una vez superados, su iniciativa actúa como garantes de la marca y la adopta como propia.
Pero la sostenibilidad de la ropa va más allá de su proceso de producción. Reutilización, reciclaje o upcycling hacen referencia a la economía circular, y este último concepto convierte los materiales desechados en productos con un valor superior. Algo muy útil en el sector textil.
La sostenibilidad tiene que estar presente en la cadena de valor de principio a fin
Hoy en día, como explica López, "el reciclaje de prendas es muy complicado o imposible debido a la mezcla de fibras". De ahí la importancia que la sostenibilidad esté presente desde el principio, en el diseño.
Ropa compostable y residuo cero
López hace especial hincapié en comprar libre de tóxicos y "exigir, igual que hacemos con la alimentación -y hemos logrado la eliminación de ingredientes como el aceite de palma-, que los químicos desaparezcan de las prendas". Ya que, como asegura, no solo contaminan la atmósfera, sino que también agreden nuestra salud: "La piel respira esos tóxicos que terminan en nuestro torrente sanguíneo en forma de metales pesados”.
Después de leer la etiqueta, las expertas reconocen que hay que ver la marca en su cadena de valor. "La sostenibilidad tiene que estar presente ella de principio a fin", aseguran. Desde la elección del tejido hasta la activación de precios, políticas de marketing y el trato a los empleados.
"El comercio debe ser ético desde quienes cultivan las materias primas hasta quienes trabajan directamente dentro de la empresa”. En su cometido como divulgadora, Neira da visibilidad a empresas sostenibles, emergente y locales de marca España, que a través de su diseño y confección respetan el medio ambiente y a las personas que trabajan en ella y generen riqueza local.
Y, una vez más, es primordial asumir la responsabilidad como consumidores. Es decir, apostar por el reducir, reusar, reciclar y abandonar la economía lineal a favor de la circular. Esto es, comprar menos y mejor. Un mantra fácil de decir que necesita desintoxicación de la fast fashion que devoramos desde hace 20 años con la apertura del mercado asiático a los europeos, la democratización de la moda y las redes sociales que la alimentan a diario.
Acumulamos tendencias y practicamos el usar-tirar-reciclar-donar en cada cambio de armario por temporada tal y como refleja el éxito que Marie Kondo ha tenido con su método de orden de nuestros hogares. El diálogo que la japonesa establece quedándose solo con las prendas que realmente le aportan felicidad es la esencia del "comprar menos y mejor" y la slow fashion.
Pero, a diferencia de lo que propone el programa de televisión, ese diálogo habría que hacerlo antes de la compra.
La slow fashion es una moda que no atiende a tiempos de pasarelas ni tendencias, sino que forma parte de nuestra vida por el diálogo que tenemos con ella. Su producción se hace en pequeña escala y, además de ser respetuosa con el medio ambiente, comparte en su filosofía la defensa de una moda ética.
Porque nos creemos muy sostenibles con nuevos gestos que en realidad son otro ecopostureo. El New York Times advierte, por ejemplo, de los problemas que conllevan esas bolsas de algodón que aceptamos de las marcas que quieren mostrar su compromiso eco. Y es que para compensar su huella de producción habría que usarlas 20.000 veces, y reciclarlas genera la misma huella que producirlas nuevas.
Por eso Neira da un paso más allá y cree que el futuro está en "apoyar a marcas de moda regenerativa con materiales biodegradables que curen la salud del planeta".