Es sábado. Son las cinco de la tarde cuando llego a uno de los supermercados de Meco (Comunidad de Madrid) para hacer algo que poco tiene que ver con la compra de la semana: ese día me uní a las 80.000 personas que entre el viernes 19 y el domingo 21 de noviembre formaron parte de La Gran Recogida de Alimentos.
Los voluntarios se congregaron a lo largo y ancho de España durante el pasado fin de semana con un objetivo en mente: recaudar 22 millones de kilos de comestibles para todas aquellas personas que más los necesitan.
Una cifra modesta, si tenemos en cuenta que en el 2021 la Federación Española de Bancos de Alimentos (FESBAL) alcanzó los 31 millones de kilos. Lydia Rosales, responsable de comunicación de la organización, asegura que el 2020 fue un año muy especial, porque “estábamos más sensibilizados y teníamos la necesidad de ayudar”. Y añade: “Nos alegramos mucho de ese resultado, pero no lo podemos tomar como referencia”.
Amelia Marín Martínez, una de las coordinadoras de voluntarios de Meco, explica que este es su noveno año como voluntaria. El único año que no acudió a la cita fue el pasado, porque dice que “no se sentía segura” por la covid-19.
Es ella la que me enseña el sitio en el que nos colocaremos, me presenta a mi compañera y me entrega el peto blanco que usáremos durante las 4 horas que dura nuestra tarea como voluntarias: un peto blanco de plástico de un solo uso, un cambio en la mecánica habitual que ha traído consigo la pandemia. “Antes se guardaban y se aprovechaban para varios años, pero ahora tenemos que hacerlo así”, cuenta Marín.
La Gran Recogida se moderniza
Conchi Martínez es la persona con la que compartiré esta tarde de voluntariado. Es el segundo año que colabora con FESBAL en La Gran Recogida. Sin embargo, explica, es la primera con la nueva modalidad: ahora –y desde el pasado año–, la donación se hace directamente en la caja del supermercado, añadiendo a la compra el dinero que se quiere destinar a los bancos de alimentos para que, luego, desde la federación, destinen lo recaudado en esos productos que realmente necesitan.
En el 2021 la Federación Española de Bancos de Alimentos (FESBAL) alcanzó los 31 millones de kilos de comestibles
Tenemos que acercarnos con delicadeza a la gente, no podemos ser invasivas, pero debemos llevar el mensaje a cada una de las personas que se dirija a la puerta del supermercado. Así, al menos, nos lo explican.
A veces las personas van con prisa y no pueden parar, por eso nuestro discurso tiene que ser muy conciso, sin llegar a ser telegráfico: "Estamos con La Gran Recogida, la de todos los años, si quiere colaborar, puede hacerlo en caja".
Si la persona en cuestión se para, podemos explicar, por ejemplo, que nosotras representamos al Banco de Alimento de Madrid, que es uno de los 54 que conforman la FESBAL. O también que en el año 2020 se atendió a 1.560.000 personas a través de 7.955 entidades benéficas.
“Muchas veces las cosas no son como parecen”, explica Marín después de que varias personas rehúyan nuestros folletos e indicaciones. “Antes la donación se hacía material, más de una vez esa persona que al entrar ni te había mirado donaba un carro a la salida”, apunta.
En esta ocasión, sin embargo, no conoceremos el resultado de nuestro trabajo, nadie lo hará con tanta celeridad como antes. Ya no veremos esa característica imagen de carros llenos de paquetes de comida o latas de conservas en la puerta. Hasta el día 25 de noviembre nadie conocerá las cifras exactas de la campaña de este año.
Tras dos horas en la puerta de la tienda, Marín nos anima con un café, y yo aprovecho para preguntarle por la experiencia que más le ha marcado en estas nueve ediciones. Tras un repaso mental rápido, rememora el año que estaba en un supermercado de Alcalá de Henares, justo enfrente de la Ciudad Residencia Universitaria, y un joven residente se acercó con dos paquetes de pasta, uno para él y otro para donar.
“La donación económica facilita el cuánto, cuándo y qué comprar para que los bancos de alimentos optimicen los recursos”, cuenta Rosales
Marín se emociona al recordar la anécdota: "He visto donar carros enteros, pero en esta ocasión me di cuenta de que la donación suponía un gran esfuerzo para ese estudiante".
En esta nueva normalidad a la que se enfrenta La Gran Recogida, el papel del personal del supermercado es una pieza fundamental. Se han convertido en una pieza clave al recordar al comprador la posibilidad de donar en el momento decisivo, cuando va a pagar.
A algunas personas les sigue costando acostumbrarse a este cambio y, en vez de donar en caja, llegan con una botella de aceite en mano. La labor del voluntario en estas situaciones es clara: explicar cómo ha cambiado la dinámica, acompañar a caja y solicitar que se les haga una devolución y donen en efectivo.
Rosales explica que aún no se sabe si volverán al método tradicional de donaciones en especie. Pero resalta que “la donación económica facilita el cuánto, cuándo y qué comprar para que los bancos de alimentos optimicen los recursos”.
Marín recuerda que “todavía somos un país solidario y nos volcamos con la persona que lo necesita”. Y esto es fácil de comprobar desde la caja del supermercado, pues son muy pocos lo que dicen no cuando se les pregunta si quieren colaborar con el banco de alimentos.