¿Dónde empiezan los derechos humanos universales?, se preguntó en una ocasión la activista estadounidense Eleanor Roosevelt. "En pequeños lugares, cerca de casa", se respondió a sí misma. Porque, como razonó la también expresidenta de la Comisión de DD.HH. de las Naciones Unidas, si esos derechos no significan nada allí, tampoco lo harán en ninguna otra parte.
Desde que Roosevelt dijera estas palabras ha pasado ya más de medio siglo, pero no por ello dejan de estar vigentes. Especialmente ahora, en un momento en que medio mundo empieza a dejar atrás, poco a poco, los momentos más devastadores de la covid-19, mientras el otro medio sigue desangrándose.
Como dice el director de Amnistía Internacional España (AI), Esteban Beltrán, "los gobiernos tenían la oportunidad de salir de una emergencia mundial como ha sido la pandemia colocando los derechos humanos y la solidaridad en el centro". En cambio, la realidad mundial es que se ha apostado por reprimir con violencia las protestas pacíficas y coartar la libertad de expresión.
"Se está intentando restringir el espacio de una sociedad civil cada vez más activa", explica Esteban Beltrán
En general, dice Beltrán, "se está intentando restringir el espacio de una sociedad civil cada vez más activa", ya sea en la calle como en las redes. Algo que se ha visto en todo el planeta, pero especialmente en el continente americano.
Miles de personas en Chile, Colombia, Argentina o Perú han salido este año en masa a protestar por sus condiciones de vida, para pedir cambios constitucionales o el fin de la violencia machista. En todos los casos, dice el experto de derechos humanos, "ha habido un uso excesivo de la fuerza". Y recuerda los cientos de casos de personas que han perdido ojos, por ejemplo, por disparos de la policía tanto en Colombia como en Chile.
Pero el espacio que ocupa la sociedad civil no sólo se ha venido restringiendo en la calle. Tanto Amnistía Internacional como Human Rights Watch denuncian que el control, la censura o la vigilancia masiva han llegado este año, "de manera preocupante" a las redes sociales e internet.
Sea en el plano físico o en el virtual, "esta represión de las protestas y de la libertad de expresión viene a intentar reducir uno de los principales mecanismos que hay para limitar los abusos del poder: la movilización social", alerta Beltrán.
Derechos humanos en España
En nuestro país, según el directo de AI, "hemos visto la utilización de material antidisturbios en el caso de las protestas de Cádiz", por ejemplo. Y como recuerda la organización que representa, la denominada ley mordaza "está plagada de imprecisiones legales que favorecen la discrecionalidad policial, provoca autocensura informativa y desmovilización ciudadana". Y eso, para Beltrán, se ha visto agravado con el estado de alarma.
Pero la emergencia sanitaria ha hecho también patente las deficiencias de los sistemas de salud, especialmente de la atención primaria. "Creíamos tener un sistema de salud fortalecido, pero no", reconoce Beltrán.
Y especifica: "Mientras que en España destinamos un 13% del presupuesto de salud a atención primaria, la media europea es el 25%". Esto, asegura, provoca que "el acceso al derecho a la salud en España esté en riesgo".
"Durante 2021, en Canarias también se cursaron órdenes de expulsión sin respetar la ley", advierte Beltrán
A pesar de todo, la situación de violación de derechos humanos que más preocupa a Beltrán y Amnistía Internacional "tiene que ver con las personas migrantes y los menores no acompañados". Especialmente, aclara, con estos últimos: "Hemos tenido miles de menores no acompañados que han venido, en parte, por manipulación política de Marruecos, a Ceuta y Melilla, y se ha documentado cómo el Estado ha intentado devolverlos de forma injusta e ilegal".
Beltrán recuerda que no es la primera vez que se vive situaciones como las conocidas como devoluciones en caliente. "Durante 2021, en Canarias también se cursaron órdenes de expulsión sin respetar la ley". Y hace referencia a dos investigaciones sobre el terreno que, por primera vez, Amnistía Internacional ha llevado a cabo en suelo canario. En ellas se advirtieron "serias irregularidades y violaciones de derechos fundamentales".
AI no es la única oenegé que ha señalado a España por las devoluciones en caliente ni por la ley mordaza. Como recoge la Agencia EFE, Humans Rights Watch también ha acusado a los distintos Gobiernos españoles de cometer violaciones de los derechos humanos en este sentido
Sin embargo, para Beltrán sigue habiendo esperanza. "Hay en marcha toda una batería de medidas que esperamos se pongan en marcha, en materia de violencia de género y sexual o derecho de la vivienda, por ejemplo, que puede hacer que estos derechos avancen como no se ha hecho en los últimos años", celebra.
2021, el año de la represión
En lo que llevamos de año –y a falta de que se publiquen los informes de las oenegés sobre el estado de los derechos humanos en el mundo–, desde Amnistía Internacional han documentado restricciones (y represiones) de protestas y del activismo pacífico en al menos 58 países.
"Esta represión de la protesta pacífica se instrumentaliza a través del uso desmedido de la fuerza", explica Beltrán. Y lo ejemplifica: "Se utilizan porras y otros instrumentos para cargar contra manifestantes y se llevan a cabo, incluso, actos que pueden ser constitutivos de torturas y malos tratos".
Dsde AI han documentado restricciones (y represiones) de protestas y del activismo pacífico en al menos 58 países
Además, las oenegés alertan de que las nuevas tecnologías se "han puesto al servicio de la vigilancia y el espionaje". Algo que ha quedado retratado en casos como el de Pegasus, el software espía israelí empleado para vigilar a gobernantes, ciudadanos y activistas. En países como China, México, Israel y Territorios Palestinos Ocupados o Afganistán está a la orden del día el uso de métodos similares para controlar la libertad de expresión y de manifestación.
El año de la desigualdad
Por otro lado, a nivel mundial la pandemia ha acentuado las desigualdades, especialmente en el ámbito de la salud. Algo que preocupa sobremanera a Amnistía Internacional es que más de la mitad de los países monitorizados por la oenegé "han tomado medidas gubernamentales para combatir la covid que tuvieron consecuencias discriminatorias para grupos marginados, como refugiados, mujeres, trabajadores del sector informal o minorías étnicas".
"Un ejemplo de la desigualdad más patente es la distribución desigual de la vacunación", advierte Beltrán. Y recuerda que mientras que en Europa, "estamos hablando de que entre el 50% y el 80% de la población diana ha sido vacunada con la pauta completa, en África no hay más de un 4% de las personas vacunadas".
Esta situación no hace más que demostrar el acceso desigual a los sistemas sanitarios que hay en el mundo. Además, supone "una violación del derecho a la salud de millones de personas, especialmente en África, pero también en algunos países de América", alerta.
Beltrán recalca que "también refleja que el mundo no ha respondido de forma coordinada ni siquiera en momentos de crisis como la pandemia".
Suspenso en derechos humanos
La libertad de expresión en 2021 se ha visto amenazada en el ancho y largo del globo. Hungría, Arabia Saudí, Baréin, Emiratos Árabes u Omán destacan para Amnistía Internacional por ser Estados donde "se ha utilizado la pandemia para reprimir la libertad de expresión y se ha procesado a personas por distribuir noticias falsas".
En lo relativo al uso excesivo de la fuerza por parte de las autoridades, tres países han hecho saltar las alarmas este año y "desatacan por su brutalidad a la hora de violar el derecho a la protesta provocando incluso muertes", reconoce Beltrán. El primero sería Filipinas, cuyo presidente ordenó a la policía "disparar a matar a personas que causaban problemas durante el confinamiento".
En Nigeria, recuerda, "se mató a personas por protestar en la calle reivindicando sus derechos". Y en Brasil, por ejemplo, se vivió una "violencia policial tremenda", tanto en Río como en São Paulo, y los muertos se pudieron contar a miles, "con una media de 17 al día", alerta.
Otros países han utilizado la pandemia como un paraguas para aumentar la represión en otros aspectos. Es el caso de India, cuyo primer ministro, dice Beltrán, "reprimió el activismo por parte de la sociedad civil, acusando de terroristas a buena parte de gente que lo ejercía pacíficamente". También el Gobierno chino, que ha seguido persiguiendo a los uigur y a otras minorías musulmanas y que "ha cerrado la libertad en Hong Kong con una ley de seguridad nacional que legitima la represión por motivos políticos".
Las conquistas penden de un hilo
2021 parece no estar siendo un buen año para los derechos humanos, aunque el alcance exacto de los retrocesos no los conoceremos hasta principios del próximo año, cuando Amnistía Internacional y Humans Rights Watch publiquen los resultados de sus investigaciones.
Por eso, es importante recordar, como dice Beltrán, que "las conquistas de derechos humanos se deben defender". Y es que una mejoría no garantiza un futuro. Lo hemos visto este verano en Afganistán, pero también en otros muchos países.
Y pone el ejemplo de la pena de muerte: "Se avanza hacia su abolición, cada vez hay más países que la han abolido y que paralizan más ejecuciones. Pero también ha habido algunos retrocesos. Así que, aunque el avance es positivo, hay que seguir peleándolo".
El lado positivo es para Beltrán que "los retrocesos también se pueden salvar". El problema, sin embargo, radica en que las desigualdades de cada vez más personas en el mundo ponen en jaque los derechos humanos.
La represión, las limitaciones de la libertad de expresión o los problemas para acceder a derechos como la sanidad o la educación son "una bomba de relojería de desigualdad" que aún estamos a tiempo de desactivar.