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    A vista de pájaro

    En una playa kilométrica de arena blanca y espesa vegetación resaltan unos sencillos bungalows. Eso es lo que se ve al desembarcar del barco que te lleva a Orango desde el continente, a cuatro horas de travesía.

    El Ministerio de Turismo de Guinea-Bisáu acaba de otorgar al Orango Parque Hotel la mayor distinción nacional, el diploma al mérito como hotel ecofriendly por su trabajo sostenible y respetuoso con el medio ambiente. No es una labor sencilla, pero los resultados son visibles ya en el staff del establecimiento, formado por unas 20 personas. La mayoría son bijagós, pero también hay alguna que otra persona del continente.

    “El objetivo es darles una oportunidad de quedarse, de capacitar a la población para que no se vean obligados a emigrar. Tanto a hombres como a mujeres, aunque priorizamos el empleo femenino porque ellas son las que más se ocupan de los hijos y del resto de la familia”, explica Ana Maroto, bióloga y encargada de proyectos de cooperación al desarrollo en Guinea-Bisáu de CBD-Hábitat.

    En Transición Social Films
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    Caminata entre manglares

    Para ver los hipopótamos en la laguna Anor hay que hacer una caminata de una hora entre manglares, zonas inundadas y pastos altos. Se escuchan pájaros y, pronto, comienzan a aparecer espectaculares árboles adornados por los nidos de los tejedores, una de las especies de aves más numerosa en la zona.

    En la zona también viven cocodrilos y monos colobos. En los manglares que cruzamos, las raíces hacen de bateas a las que se adhieren las ostras, una joya gastronómica de la isla que comen asada en lugar de cruda.

    CBD-Hábitat
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    Los hipopótamos, una especie vulnerable

    Según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), la caza ilegal y el tráfico de especies mueve entre 10.000 y 20.000 millones de euros al año. El marfil es uno de los objetivos más preciados por los cazadores furtivos. No sólo de los colmillos de elefante, también el de los característicos dientes de los hipopótamos.

    Eso ha conducido a que la especie esté catalogada de vulnerable en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Si se mantiene el nivel de caza y comercio, podrían desaparecer en menos de un siglo.

    Estremece pensar en ello mientras los contemplas libres y tranquilos en su charca. Desde luego, el Parque Nacional de Orango es un tesoro para la humanidad, pero los hipopótamos causan algunos problemas a la población local.

    “Una de sus principales necesidades era evitar que los hipopótamos entraran en sus cultivos de arroz y lo devoraran todo”, explica Ana Maroto, bióloga y encargada de proyectos de cooperación al desarrollo en Guinea-Bisáu de CBD-Hábitat. Hay que tener en cuenta que estos enormes animales pueden llegar a pesar entre 1,5 y 3 toneladas y consumen unos 40 kilos de pasto al día. Para evitarlo, probaron diversos métodos hasta que consiguieron dar con el correcto: los pastores eléctricos.

    Raúl León
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    La fauna a un palmo

    El observatorio de madera en la laguna de Ancanacube es la mejor manera de admirar a los hipopótamos y a las numerosas aves. Hemos tenido suerte y una manada con una cría se baña ante nuestros ojos.

    Las cabezas suben y bajan en el agua, chapotean y nos observan sin pudor. “Este es un superrefugio para la biodiversidad”, apunta Raúl León Vigara, que recuerda que la primera vez que llegó era época seca y percibió menos vida. Cuando regresó con las lluvias, todo había cambiado.

    “Las lagunas estaban llenas y la tierra cubierta de verde y de flores, parecía un cuento de hadas con todo lleno de animales”, comenta y señala a los bijagós como los principales responsables de ello. “Viven en comunión con la naturaleza, respetan a los animales, es un remanso de paz”, asegura. 

    En Transición Social Films
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    Colosos descarados

    Contrariamente a lo que se cree, los hipopótamos no son nada tímidos. De hecho, miran con mucha curiosidad y cierto descaro a los visitantes. Eso sí, mejor mantener la distancia social ya que son extremadamente territoriales, sobretodo cuando están dentro del agua. Y no hay que olvidar que está considerado el animal más peligroso de África.

    En Transición Social Films
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    Promover el trabajo local

    Belmiro López, nacido en Orango, es uno de los guías del hotel que hace circuitos de naturaleza y antropológicos, y habla un castellano casi perfecto. Nos cuenta que todo el equipo del hotel está vacunado. “Ojalá lo estuviera toda la comunidad, pero a África no llegan las vacunas”, dice.

    Cuando le comento que en Europa hay gente que no se quiere vacunar, mira con sorpresa. “¿Y no podrían mandarnos sus dosis?”, pregunta tras pensarlo unos segundos.

    Belmiro López
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    El protocolo de las tortugas verdes

    Al llegar a la isla sagrada de Poilao, dejas tu pequeña mochila en la tienda de campaña que te corresponde. A las cuatro de la mañana, los guardas te despiertan para ir a ver el desove de las tortugas verdes. Solo se puede llevar una luz roja frontal, para no molestarlas.

    Si se percibe alguna en el camino de subida, hay que cambiar el rumbo porque podrían asustarse y regresar al agua. Este protocolo permite asistir a la puesta de huevos. Y es un momento mágico.

    La futura mamá, que nunca conocerá a sus crías, se desvive por protegerlas y trata de despistar a los posibles depredadores dejando pistas falsas. A veces, incluso cavan en la arena dos veces para que no sepan dónde han puesto los huevos. Algunas nadan hasta 2.600 kilómetros para llegar al lugar de desove, que suele ser la playa exacta en la que nacieron.

    Observar ese ciclo de vida tan de cerca es un privilegio. Antes del alba se vuelve a salir para ver nacer a las crías de tortuga, otro espectáculo que se queda en la memoria: las pequeñas salen corriendo hacia el mar, que instintivamente localizan apenas dejan el cascarón, un momento de suma tensión y cuando más amenazadas están. No en balde, los buitres de las palmeras esperan pacientes el turno de atacar. Gracias a la presencia humana desisten en muchos casos.

    Un gesto necesario dado que, de las siete especies de tortugas marinas que hay, seis están en peligro de extinción, la verde incluida.

    Raúl León
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    Las mujeres bijagós, guardianas del medio ambiente

    “Para nosotras, la naturaleza es muy importante, sabemos que estamos en un parque nacional y queremos protegerlo”, asegura la presidenta de la Asociación de Mujeres Ambientalistas de Orango, Manuela Alves (primera a la derecha en la imagen).  

    Las mujeres con su propio esfuerzo, pagan sus cuotas asociativas y realizan diversas tareas en la isla, como concienciar de la importancia de preservar la naturaleza.

    También han creado grupos para limpiar las playas de plásticos y, cuando comenzó la pandemia, compraron lejía y mascarillas para enseñar a desinfectar y la importancia de lavarse las manos.

    Paka Díaz
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    Rituales y creencias animistas

    Fanado es como los bijagós llaman a los ritos de iniciación que realizan en espacios sagrados en los que no se puede ni cultivar, ni matar animales.

    Los hombres se marchan seis meses. Las mujeres, tres. La comunidad es opaca con lo que ocurre en ese período, fundamental para diseñar la posición social en la sociedad bijagós, en la que las personas mayores tienen mucha autoridad por su estructura gerontocrática.

    Además, es un pueblo de creencias animistas, lo que explica en buena parte su respeto hacia la naturaleza, con una profunda espiritualidad que viene dada por la idea de que todos los seres tienen alma y que el mundo de los vivos y los muertos están relacionados.

    CBD-Hábitat
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    El mausoleo de Okika Pampa, la venerada reina bijagós

    En Orango se venera la figura de la reina Okinka Pampa, que gobernó en la isla a comienzos del siglo XX. Dado que era balobera, sacerdotisa bijagós, y por tanto célibe, no tuvo descendencia. Murió en 1930, pero su sombra sigue amparando el orgullo bijagós.

    En Eticoga se encuentra su mausoleo, una sencilla baloba con techo de paja y paredes de adobe y una impresionante puerta de madera tallada que se usa para ciertos rituales.

    Okinka Pampa trajo paz y bienestar a su pueblo, al abolir la esclavitud y negociar con los portugueses para evitar la guerra con ellos y que mataran a la población.

    “Cuando la eligieron, muchos dudaban de que pudiera ser un buen rey, pero demostró ser la mejor de todos ellos”, señala Simón Fernández, encargado de mostrar su mausoleo.

    Simón Fernández
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    Baloberas, las sacerdotisas bijagós

    En la tabanka de Eticoga, la aldea principal de Orango, charlamos con Irene y Nené, dos respetadas baloberas. Las dos dejaron sus hogares para vivir en una baloba, la casa sagrada donde realizan sus ceremonias.

    Ambas acompañan la vida cotidiana de los bijagós, y también orientan a sus vecinos, al ser quienes interpretan la sabiduría de los muertos.

    Ellas confirman que hubo un tiempo en el que las mujeres bijagós disfrutaban de una libertad impensable en Europa: elegían marido, se podían divorciar y nadie cuestionaba su vida sexual.

    De hecho, fue algo que sorprendió e impresionó a los colonizadores portugueses cuando llegaron a esta tierra, lo que dio lugar a una leyenda sobre el matriarcado bijagós. "Antiguamente, la situación era mejor para la mujer. Hoy ya no sucede así, el mundo cambió”, sentencia lacónicamente Nene.

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    Danzas bijagós

    En nuestro último día en la isla, las mujeres han preparado unas danzas que realizan junto al fuego. Cantan y sacuden sus sayas – faldas de paja tradicionales– al ritmo de la percusión que ellas mismas tocan. Forman círculos y líneas que se entrecruzan como lazos.

    Mientras resuenan los tambores y la contagiosa alegría y fuerza de las bailarinas, pienso que la sencilla y frugal existencia del pueblo bijagós en Orango y su conexión con la naturaleza los convierte en verdaderos guardianes de este tesoro natural. Pero, también, hace que vivan en condiciones periféricas, sin médico y con una enfermería en la que la única luz es la de la linterna del teléfono móvil.

    Un mundo de una riqueza natural increíble y, no obstante, con tantas limitaciones que hacen que la mayoría de jóvenes sueñe con emigrar, aunque sólo sea para ayudar a sus familias.

    Raúl León
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    Circuitos de naturaleza

    En la imagen, Raúl León Vigara, biólogo español de 36 años, inmortalizando a los hipopótamos apenas a unos metros de distancia. A León ya de pequeño le fascinaba el trópico y su fauna. “Desde los cinco años estoy buscando bichos”, confiesa.

    Cuando desembarcó en las Bijagós para hacer unos documentales, acabó prendado de su naturaleza y del proyecto sostenible del Orango Parque Hotel. Allí ha diseñado para el hotel dos circuitos personalizados. Uno, Naturaleza en estado puro, son nueve días para ver y fotografiar la fauna local, con salidas nocturnas.

    El otro, Macrofotografía de la naturaleza va dirigido a quienes deseen retratar a los animales más pequeños, como insectos palo, mantis religiosas o escarabajos de colores. 

    Raúl León
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    El archipiélago de las Islas Bijagós

    Imagen aérea de la isla sagrada de Poilao, en el archipiélago de las Bijagós, un tesoro natural declarado Reserva de la Biosfera, que Guinea-Bisáu –uno de los 10 países más pobres del mundo– ha conseguido preservar como tesoro natural.

    Si se viaja a la zona, conviene detenerse unos días en este país pequeño en tamaño y casi dos millones de habitantes, de los cuales más del 60% tiene entre 18 y 25 años.

    Situado entre Senegal y Guinea-Conakri, posee una gran diversidad cultural, de la que dan fe sus más de 20 etnias. La población es muy afable y, pese a lo que se podría pensar por su historia reciente y sus algo recurrentes golpes de Estado, es un país tranquilo con unos índices de criminalidad y violencia muy bajos

    En Transición Social Films