Ha llegado el momento de consumir con más conciencia. Naciones Unidas ya ha marcado un reto claro para 2030: "Reducir considerablemente la generación de desechos mediante actividades de prevención, reducción, reciclado y reutilización". Cambiar nuestros hábitos a la hora de comprar productos o alimentos debe verse reflejado también en aquello que se utiliza para entregarlos: el packaging.
Los envases, embalajes o bolsas usados para envolver regalos o productos han pasado a convertirse también parte del mismo. Un elemento fundamental en la estrategia de marketing de muchas empresas. Por eso, marcas especializadas en packaging como Oimo o Notpla han querido hacer que sus envases sean completamente sostenibles.
Sobres de algas marinas
Notpla es una startup de envases sostenibles difícil de definir porque, como ellos mismos confiesan, lo que hacen "no se había hecho antes". Desde 2004, el grupo de diseñadores, químicos, ingenieros y emprendedores que la conforman vienen desarrollando una idea innovadora y diferente: soluciones de envasado que utilizan algas y otros materiales naturales como materias primas.
Su producto estrella es Ooho, un sobre comestible y 100% biodegradables que puede guardar salsas u otros condimentos. Con capacidad de entre 10 ml y 60 ml e Ideados para dejar atrás los sobres que suelen acompañar a los pedidos de comida a domicilio, han trabajado con empresas de renombre como Heinz.
Ooho, además, presenta dos alternativas o funcionalidades. Por un lado, tras consumir el líquido que almacene se puede esperar a que el envase se biodegrade cuatro o seis semanas después –como ocurre con una pieza de fruta–. Por otro, es posible que el usuario ingiera el envasado al mismo tiempo que la salsa que contiene.
Esta opción innovadora podría ser, por ejemplo, una alternativa eficaz a los envases de usar y tirar en eventos deportivos: los deportistas podrán emplear estas pequeñas bolsas para hidratarse mientras practican deporte, sustituyendo las botellas de plástico por una opción que cuida del medio ambiente.
Adiós al plástico en la comida para llevar
La comida para llevar ya forma parte de nuestras vidas, pero muchas cadenas y restaurantes siguen ofreciendo sus alimentos en envases de plástico o cajas de cartón revestidas del mismo. Por ello, cada vez son más necesarias otras opciones que permitan reciclar este packaging.
La caja reciclable, compostable y biodegradable de Notpla no pasa desapercibida en este sentido. De nuevo, las algas entran acción, eliminando los aditivos plásticos y consiguiendo un recipiente 100% vegano. El recubrimiento a base de plantas permite, además, que "los envases de alimentos sean a prueba de grasa y resistentes al agua", explican desde la compañía.
Biomateriales para productos sostenibles
Algo parecido hacen desde Oimo, una startup cuyo objetivo es detener la acumulación de millones de toneladas de plástico en nuestros océanos. Crean materiales biodegradables para dotar de herramientas sostenibles a otras compañías. "Nuestra filosofía no entiende que una pajita, por ejemplo, que utilizamos 5 minutos, siga permaneciendo en el planeta causando diferentes daños", explica Robert Nadal, administrador de negocios de la empresa.
Con sus diferentes tecnologías desarrollan una gama de biomateriales con los que producir objetos que puedan biodegradarse en cualquier entorno, también en espacios marinos. Libres de microplásticos y con bases biológicas, funcionan como alternativa para que otras compañías creen sus productos, como cápsulas de café o envases para alimentos.
Para su fabricación, principalmente realizan una mezcla específica de polisacáridos y otros plastificantes naturales para conseguir propiedades muy concretas y, sobre todo, cumplir con los requisitos de degradación.
"La ventaja de los envases hechos con este material es que, desde el proceso de fabricación, la huella de carbono es inferior, ya que requiere de una menor temperatura para ser procesados en comparación con un polipropileno –un tipo de plástico convencional–", cuenta Nadal. Estos envases pueden depositarse en un contendor orgánico, porque, concluye, es "un material que acabe donde acabe no deje rastro".