Joaquín Araújo pasea a sus ovejas por los valles de la sierra de las Villuercas, en Cáceres. No hay ni un sólo ser humano en 15 kilómetros. Entre pregunta y respuesta le grita a Ibon, su perro pastor. De vez en cuando se cuela en la conversación el tintineo de un cencerro cercano. "Ahora me voy a poner a dar leche a unos cabritos que acaban de nacer", confiesa este naturalista, director documental y divulgador científico afincado en Extremadura que él mismo insiste en que ENCLAVE ODS le firme como "campesino y escritor".
Araújo es uno de los mayores expertos en Educación Ambiental de España. Su trabajo como realizador televisivo, director de documentales, ensayista, conferenciante y mano derecha, durante un tiempo, de Félix Rodríguez de la Fuente, le valieron ese título, además de numerosos reconocimientos profesionales entre los que destaca el Premio GLOBAL 500 que el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) le concedió en 1991.
"Llevo más de medio siglo en esto", confiesa desde el otro lado del teléfono, entre risas, y advierte de que en cualquier momento se puede cortar la llamada por la falta de cobertura.
A pesar de estar rodeado de uno de los paisajes más idílicos de Europa, sus palabras suenan sombrías. Su visión sobre el cambio climático es realista, que no pesimista, y carece de filtros. "Ser realista y consecuente con lo que está pasando no quiere decir que debamos rendirnos. Yo sigo dando cien conferencias de educación ambiental al año y todos mis artículos, escritos y películas están dedicados a la divulgación". Sin embargo, el futuro del planeta le deja un regusto amargo: "Todo el mundo está concienciado, pero nadie está activado".
La comunicación: clave en los ODS
"Vivimos en una suerte de gigantesca hipocresía, pero tampoco debemos echar por tierra el trabajo de ciertos organismos ni el del propio periodismo ambiental. ¿Cómo salimos de esta situación crítica? Reforzando la presencia de la naturaleza en el sistema educativo, en las esferas sociopolíticas y, por supuesto, en el ámbito de la comunicación. Todo lo que estamos haciendo es manifiestamente insuficiente", cuenta Araújo.
Odile Rodríguez de la Fuente, bióloga, divulgadora e hija del legendario Félix Rodríguez de la Fuente, secunda las palabras del que fuera compañero de su padre y considera que los medios de comunicación juegan un papel clave a la hora de potenciar la educación ambiental. Su forma de ver la Vida, en mayúscula, es indisociable de la de su padre: "Gran parte de la conciencia ecológica que tenemos hoy viene de las vocaciones que despertó mi padre", explica la divulgadora, autora de Félix, un hombre en la tierra (GeoPlaneta, 2020).
Y añade: "Eso nos da la medida de lo importantes que son los medios de comunicación. Él, en apenas diez años, cambió la conciencia de un país. Los medios de comunicación de masas deberían ofrecer en prime time estos temas. Igual que le dedican 10 minutos a los deportes en las notcias, tendrían que dedicar 10 o 15 minutos al cambio climático, a la pérdida de biodiversidad y a situación y estado de salud del planeta".
Retos para el Día de la Educación Ambiental
Desde que el 26 de enero de 1975 se celebró el primer Día Mundial de la Educación Ambiental en Belgrado, la capital serbia, los avances en materia de concienciación ecológica han sido ímprobos. De hecho, en 2019 los progresos de cara a cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Agenda 2030 estaban más avanzados que nunca. Entonces llegó 2020 y, con él, la covid-19.
"El 2019 fue el mejor año para todo lo relacionado con el medio ambiente en la perspectiva de conciencia. El interruptus ha sido fulgurante con la pandemia y ha hecho que se vengan abajo la mayor parte de estas expectativas", denuncia Araújo. Si existe ese retroceso es porque la implementación de la conciencia climática es deficiente, y eso podría solucionarse, según los dos expertos consultados, por reforzar la educación ambiental.
Rodríguez de la Fuente propone, por ejemplo, que el sistema educativo estatal sea revisado para que desde las aulas se ejerza una mayor concienciación climática desde primaria. "En lugar de contar cuentos de ficción, ¿no sería interesante contarle a los niños el cuento más increíble de todos, que es el de la historia de la vida, del sistema solar, de nuestro planeta y del universo?", reflexiona la experta.
"Si no aparece un fenómeno o una reacción tremenda, dentro de 20 años estaremos al borde del colapso", alerta Araújo
"Lo primero que deberían aprender es de dónde venimos, qué somos, lo que sabemos acerca de la red de la vida y cómo todos dependemos de que esa red esté bien estructurada, sea saludable y biodiversa para así poder mantener las condiciones idóneas para nuestra especie. Es un ejemplo de lo que yo cambiaría de un sistema educativo extremadamente materialista", incide la bióloga.
Araújo, además, considera que uno de los principales muros a derribar para salir airosos de la catástrofe climática es el de la concienciación política. "Yo era asesor de la ministra de Medio Ambiente. Al llegar al puesto ella hizo un gran panegírico sobre educación ambiental. Dimití a los 15 días. Le dije: 'Muy bien, hay que hacer educación ambiental, pero déjame que vaya al consejo de ministros a impartirla'. La asamblea de Naciones Unidas, todos los gobiernos del mundo y todas las élites empresariales deberían volver al colegio", considera.
Hacia un ecocidio irreversible
Joaquín Araújo coincide en que no hay tiempo que perder y que todas estas cuestiones deberían haberse resuelto cuando aún la catástrofe climática era evitable. Ahora solo existen medidas paliativas. Ni siquiera hay tiempo suficiente para educar en valores. La urgencia es extrema.
"El plazo que tenemos para una gigantesca rectificación es muy limitado, pero es que encima es imposible rectificar hábitos de consumo si no tienes un conocimiento muy intenso y una vinculación emotivo-sentimental profunda con la naturaleza", reflexiona el escritor.
"En 2050 viviremos un cambio de paradigma absolutamente radical", cree Odile Rodríguez de la Fuente
Por tanto, él se muestra bastante escéptico cuando mira hacia el futuro: "Si no aparece un fenómeno o una reacción tremenda, dentro de 20 años estaremos al borde del colapso económico, social, político, de consumo y, sobre todo, alimentario".
Y señala la escasez de agua como uno de las principales consecuencias del desastre, así como la caída de la productividad biológica del planeta, que tendrá unas "consecuencias verdaderamente terribles"."El ecocidio se convertirá en genocidio, de forma directa e indirecta, con grandísimos problemas de abastecimiento, con un retroceso civilizatorio de hasta cuatro y cinco siglos", alerta.
A pesar de ese sombrío panorama futuro, de las deficiencias en materia de concienciación, de que el planeta ya ha superado el 1 °C por encima de los niveles preindustriales y se acerca al temido 1,5 °C y de que la pandemia ha supuesto un retroceso en todos los avances que se habían logrado hasta 2019, Araújo no pierde la esperanza.
"Si los poderes de este mundo deciden seguir lo ya demostrado científica, técnica, tecnológica y socialmente, entonces hay esperanza. Existen las fórmulas y están los ensayos. Hay que dejar atrás el acaparamiento, el consumismo y la competitividad extrema y hacer las cosas como sabemos hacerlas".
Odile Rodríguez de la Fuente también remarca que el camino a seguir es complejo pero, con esfuerzo y compromiso, la humanidad puede llegar a buen puerto: "Yo soy optimista", confiesa.
Y concluse: "Creo que por la falta de tiempo y por la situación tan acuciante esta transición va a conllevar que toquemos fondo todavía más, y eso va a llevar mucho sufrimiento, pero finalmente, para 2050, la humanidad se habrá caído del guindo, se habrá dado cuenta de por dónde tienen que ir las cosas y estará sumida en un cambio de paradigma absolutamente radical donde se colocará a la vida y al bienestar humano en el centro de absolutamente todo".