En el corazón de La Rioja se sitúa uno de los enclaves mágicos del turismo español: Logroño. Rodeada por un mar de viñas que recogen más de 4 millones de cepas de vid y situada en el histórico cruce de caminos entre Castilla y León, País Vasco, Aragón y Navarra, la capital riojana es sinónimo de tradición, costumbre, gastronomía, sostenibilidad y buenas gentes. No en vano muchos se refieren a ella como una enópolis, ciudad del vino, quizás porque desde los años treinta del pasado siglo hasta nuestros días la popularidad de su denominación de origen, Rioja, no ha parado de crecer.
La imagen del vino tiene algo de cordialidad, de mesura, de sentarse a una mesa a entablar diálogo. Por eso su alcalde, el socialista Pablo José Hermoso de Mendoza, habla de unidad y cita a la filósofa Amelia Valcárcel y a su 'el vino es el elemento universal de las Españas' para referirse a la ejemplaridad que dieron los productores del Rioja cuando el PNV quiso llevar al congreso la propuesta de que la denominación de origen se subdividiese según la región de producción.
"Todo el sector se manifestó defendiendo la necesidad de una unidad", refiere el político. "Rioja apostó en su momento por la calidad. Quiso generar marca con prestigio a nivel nacional e internacional y fue el propio sector el que estimó necesario seguir trabajando en esa marca y en esa unidad".
"Logroño es patrimonio cultural y natural; una economía vinculada al mundo del vino", señala a ENCLAVE ODS el alcalde de Logroño, Pablo José Hermoso de Mendoza
Porque Logroño es, ante todo, una unión, una pluralidad y un cosmopolitismo refrendados por un pueblo orgulloso de su origen y de su prestigio. No en vano el ecologista Santiago Martín Barajas, uno de los artífices de la renaturalización de Madrid Río, quedó prendado de los siete kilómetros de riberas del paseo logroñés que acompañaban el cauce de las aguas del Ebro en su travesía por la ciudad. "Logroño es una de las mejores experiencias para descubrir fauna y flora vinculada a los ríos de España", añade Hermoso de Mendoza citando esta anécdota.
Tradición vinícola histórica
Pero más allá del vino, de sus históricas bodegas, de las antaño relaciones comerciales con Londres que la hicieron una potencia económica, de sus raíces hundidas en las fértiles tierras de las campiñas de Burdeos o de ser parada obligatoria del Camino de Santiago, Logroño es una enópolis entregada al turismo.
Entre sus mágicos rincones se encuentran la Plaza de Abastos, la Plaza de San Blas, donde se encuentran las hortalizas más excelentes junto a las mejores carnes, o las dos arterias que bombean la vida en su casco histórico: la Rúa Vieja, en la que respiran calados y lagares, y la Calle del Laurel, quizás uno de los mejores lugares para salir de tapeo de toda España.
"Logroño es patrimonio cultural y natural; una economía vinculada al mundo del vino; la gastronomía y el turismo de gran calidad. Vertebrando todo ello, una hospitalidad y una fraternidad que el ciudadano aprecia", remata su alcalde. "Especialmente ahora que se están buscando lugares en los que sentirse tranquilo; espacios con una gran cohesión social donde el visitante se sienta bien atendido y servido. En Logroño se siente esa pujanza en la modernización y en el impulso de buscar un turismo de la máxima calidad".
Pero eso es tan sólo una pincelada de todo lo que uno puede encontrar en la ciudad. Elena Pilo, portavoz de Bodegas de Logroño, recuerda que la capital riojana recoge otros lugares emblemáticos: "Sus puentes, la Concatedral de Santa María de la Redonda y sus tres iglesias medievales, los restos de la muralla del S. XVI y los palacios barrocos", señala.
"La actividad de las bodegas marca el ritmo económico de la ciudad", señala la portavoz de Bodegas de Logroño, Elena Pilo
"También zonas como María Teresa Gil de Gárate, sus estrellas Michelín o la temporada de teatro en el Teatro Bretón. Logroño son sus festivales, Lovisual, Concéntrico y MUWI. También sus zonas verdes, el Parque del Ebro con 153.000 metros cuadrados de zona verde junto al río o el Parque de la Grajera, con un embalse de 87 hectáreas, un campo de golf de 18 hoyos y donde la ciudad se despide del Camino de Santiago".
"La historia vitivinícola de Logroño nace en los calados de la Ruavieja y aledaños, ahora recuperados para poner en valor la importancia del vino en la vida comercial, cultural y social de la ciudad", suma Pilo. "Urbanísticamente ha crecido en torno a la actividad comercial y bodeguera del casco histórico. Hoy, la actividad de las bodegas marca el ritmo económico de la ciudad y socialmente, se comparte y se ríe en torno al vino".
Turismo inteligente y sostenible
"Hace años Logroño era casi como la Toscana o la Provenza", añade su alcalde. "Es un municipio que tiene un paisaje y una historia vinculadas al viñedo". Hoy en día esa cultura no ha cambiado: "Cada una de las ocho bodegas que hay en el término municipal tiene un proyecto enoturístico de alta calidad: algunos han apostado por la arquitectura, otros por la música y otros por la escultura. Tienen, cada cual, un proyecto enoturístico de mucha envergadura" que ofrece un paisaje de diversidad, tradición e innovación.
"La creación de la Asociación de Bodegas de Logroño, en parte, responde a la necesidad de reordenar la oferta turística de las bodegas y poner en valor la diferenciación que existe en cada una de ellas y el apoyo del Ayuntamiento ha sido esencial", destaca Elena Pilo, su representante. "Muchas de las acciones promocionales y actividades culturales desarrolladas por las bodegas y por la propia asociación han contado con apoyo económico del Ayuntamiento a través de las líneas de ayuda de promoción y reactivación turística".
Dentro del proyecto Enópolis, el Ayuntamiento ha hecho un trabajo de catalogación y restauración de los recursos enológicos de la ciudad, recuperando el Calado de San Gregorio o el Espacio Lagares, entre otros. "De las 31 acciones previstas, aún quedan muchas por ejecutar, pero probablemente, la reapertura del Centro de la Cultura del Rioja (CCR) es la más esperada. Confiamos que se dé una nueva vida a este edificio, acogiendo no sólo un espacio para formación relacionada con el vino y los negocios, o una oficina de turismo, sino un centro común desde el que acercar al turista la esencia de las 8 bodegas de la ciudad y de sus vinos", señala Pilo.
Sin embargo, más allá de la cultura, de los vinos y del turismo, Logroño busca convertirse en una de las grandes ciudades sostenibles de España. Así lo reafirma su alcalde, quien asegura que su proyecto de ciudad pasa por potenciar "ese turismo sostenible que asienta el patrimonio natural y cultural" y por continuar la senda abierta por la "transición verde", además de por potenciar el ámbito digital, tarea que lleva a cabo en estrecha colaboración con la Sociedad Estatal de la Innovación y las Tecnologías Turísticas (SEGITTUR) con el objetivo de fomentar el turismo inteligente.
"Hay muchas empresas en Logroño del ámbito digital muy singulares y específicas que pueden colaborar en hacer también de la digitalización y la tecnología un factor de incremento del valor añadido en el turismo", señala Hermoso de Mendoza. "Estamos caminando hacia esa configuración de Logroño como destino turístico inteligente".