Las áridas montañas de las ciudades chinas de Zhangjiakou y Yanqing, a las afueras de Pekín, se han vestido de blanco estos días. Hasta 350 cañones han cubierto de nieve artificial una superficie tradicionalmente seca que acoge estas semanas los Juegos Olímpicos (JJOO) de invierno. Para ello, han hecho falta millones de dólares de inversión y una importante obra de ingeniería hidráulica.
Los inviernos en la zona noroeste de China aunque fríos, sufren también una ausencia de precipitaciones. Cercanas al desierto de Gobi, sus montañas llevan un tiempo sin ver la nieve. Por este motivo, desde que en 2010 el Comité Olímpico Internacional (COI) decidió llevar a este lugar la celebración de los JJOO de invierno, el país ha invertido unos 90 millones de dólares en unas instalaciones de tuberías y sistema de bombeo complejos. Y todo para crear un centro permanente de esquí y snowboard.
El Gobierno chino ha dedicado así enormes esfuerzos para llevar el agua donde escasea. Son los primeros JJOO que cuentan con nieve 100% artificial. Para ello, como explica la empresa italiana TechnoAlpin -la encargada de proveer los cañones para la nieve artificial-, las bombas de alta presión cogen el agua de un embalse y lo llevan hasta las montañas durante miles de kilómetros de tuberías.
En ese punto, el agua se enfría y se le añaden una serie de compuestos para facilitar la formación de cristales de hielo. Después, las torres de refrigeración comprimen el aire y lo enfrían, para que a través de un conducto, junto con el agua, salga en forma de nieve por el cañón. No obstante, otras cuestiones como una temperatura elevada, abundancia de humedad o la presencia de viento, pueden complicar el proceso y requerir mayores cantidades de agua y nieve para cubrir las pistas.
De acuerdo a un periódico estatal, todo este sistema de innivación ha sido posible, porque Pekín ha desviado agua del embalse conocido como Baihebao, uno de los embalses clave que abastece a los hogares de la capital. El objetivo era inundar el lecho del río Guishi, que discurre cerca de la zona olímpica y, hasta hace no mucho, acumulaba hasta 200 días sin agua.
Al menos se necesitarán 1,2 millones de metros cúbicos de nieve para cubrir una superficie de aproximadamente 800.000 metros cuadrados. Según estimaciones del propio COI, se iba a necesitar mínimo un millón de metros cúbicos de agua, el equivalente a la cantidad requerida para llenar 400 piscinas olímpicas. Así las cosas, por cuestiones como el clima, podría necesitarse más agua y más nieve con el paso de los días.
La versión oficial del Gobierno chino es que la producción de nieve para los Juegos no va a poner en peligro los suministros locales de agua, a pesar de algunos problemas de demanda por los que ha atravesado la ciudad en años anteriores. La estadística oficial habla de unos 186 millones de metros cúbicos disponibles, de los que el agua destinada a las pistas de Zhangjiakou y Yanqing, tan sólo supondrían el 2% y el 4%, respectivamente.
Según estimaciones del propio COI, se iba a necesitar mínimo un millón de metros cúbicos de agua, el equivalente a la cantidad requerida para llenar 400 piscinas olímpicas
No obstante, en 2017 -en el último año en el que existen cifras internacionales-, Pekín presenta la misma cantidad de agua dulce por residente que Níger, en el Sáhara Occidental. Asimismo un informe de la organización ecologista China Water Risk aseguraba que ciudades como Pekín tenían grandes problemas de agua. De hecho, en Zhangjiakou, la disponibilidad de agua es una quinta parte de la media nacional.
A pesar de ello, el Gobierno chino piensa crear un centro permanente de esquí y snowboard en esta zona. Sin embargo, en un contexto de un cambio climático cada vez más acuciante, con la reducción de las precipitaciones y el aumento de las temperaturas que puede conllevar, muchos ven con escepticismo este tipo de proyectos que, de inicio, se ha vendido a la opinión pública como sostenible.
La nieve artificial, un recurso de lujo
La escasez de nieve ha sido un problema que no sólo ha ocurrido con los JJOO de Pekín este año. Incluso en otras zonas más nevadas como Suiza se han utilizado cañones para nutrir las pistas de nieve artificial, aunque es cierto que no al 100%, como sí ocurre este año en China. En Sochi, en Rusia, o los de Pyeongchang, en Corea del Sur, también hubo que recurrir a la fabricación de este recurso.
Un problema que puede ser mucho mayor en los próximos años. De acuerdo a un estudio publicado recientemente sólo una del total de las últimas 21 ciudades que han albergado los JJOO de invierno tendrán un clima adecuado para estos deportes para finales de este siglo. Las predicciones de nieve, a su vez, se volverán menos confiables.
Andreu Escrivá, ambientólogo y experto en cambio climático, cuenta que aunque actividades como el esquí no consumen agua de manera muy abundante, el problema es que el cambio climático puede situarnos en los próximos años frente a un nuevo escenario. "Hay ya una lucha de recursos hídricos y es posible que llegue un momento en que nos plantearemos quién puede pagar más por ese agua y para qué", plantea. Por este motivo, "hay que pensar hasta qué punto esto puede ser sostenible".
Como explica el experto, la nieve artificial puede convertirse en un recurso de lujo en tiempos de crisis climática. Y no sólo en zonas áridas como el norte de China. En nuestro país, en lugares en los que antes solía haber nieve, las advertencias se hacen cada vez más patentes.
Sólo una del total de las últimas 21 ciudades que han albergado los JJOO de invierno tendrán un clima adecuado para estos deportes
Un estudio publicado hace unos meses por el Ministerio para la Transición Ecológica (MITECO) indicaba que, en las últimas cinco décadas, se habían perdido un total de 24,2 días de nieve al año en Navacerrada. Como consecuencia, la nieve natural había disminuido un 25%.
Otro análisis de Ballena Blanca con datos de Atudem, el organismo que agrupa a las 35 pistas de esquí de España, aseguraba que la nieve artificial ya cubría más de la mitad (un 52%) de la superficie de los mayores centros de esquí situados en Pirineos y Sierra Nevada. Además, el Observatorio Pirenaico de Cambio Climático (OPCC) también ha advertido de que las temporadas de esquí cada vez se retrasan más por la variabilidad climática.
Aunque "los cañones eran algo excepcional", cuenta Escrivá, cada vez pueden volverse un recurso más habitual en las pistas de esquí. Una dinámica que ya no sólo supone un problema en el escenario de escasez de agua que plantea el cambio climático. La demanda de energía también se ve incrementada en un momento además en el que hay una escalada de precios con este recurso.