"Más allá de las columnas de Hércules", contaba en sus escritos el filósofo Platón, se encontraba una de las islas más ricas y avanzadas de la época: la Atlántida. Un mítico tesoro sumergido en algún punto de las profundidades del océano y sobre el que, todavía hoy, se vierten infinidad de teorías. La última, la del arqueólogo Michael Donnellan, que el año pasado la situaba cerca de las costas de Cádiz.
Lo cierto es que, más allá de la posible ubicación de esta ciudad –hasta ahora a la deriva entre mitología e imaginación–, los océanos albergan auténticas riquezas y algunas con más de 100 millones de años a sus espaldas. Ocurre en el entorno de Canarias, donde una cadena de montes submarinos a más de 4.000 metros de profundidad alberga no sólo una biodiversidad comparable a la de las selvas tropicales, sino una de las mayores fuentes de metales estratégicos de Europa.
Se les conoce como las abuelas de Canarias, con más de 100 montes submarinos que visten el fondo del mar y que se sitúan a unas 200 millas al suroeste de la isla de El Hierro. Son volcanes submarinos extintos con importantes depósitos minerales de costras de manganeso, nódulos polimetálicos y fosforitas, muy ricos en metales críticos estratégicos para las energías limpias.
Algunas de estas montañas marinas tienen dimensiones comparables a las islas de Canarias. Una de las más conocidas es Tropic, con una reserva única en el mundo de telurio (unas 2.600 toneladas) y cobalto. Estas estimaciones, publicadas en la revista Science en 2016, podrían servir para cubrir las necesidades de 277 millones de coches eléctricos y para construir tantos paneles solares como para cubrir el consumo eléctrico de la mitad de Reino Unido.
"Son de la época de los dinosaurios", cuenta Javier González, investigador del Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC). El científico es uno de los integrantes del equipo que, en 2011 y por primera vez, salió de expedición hacia esta zona a bordo del buque oceanográfico Miguel Oliver.
"Han estado en el fondo marino desde entonces hasta nuestros días, y han tenido un tiempo muy grande para ir acumulando todos estos metales", explica González. Cuenta que estos montes se formaron como volcanes submarinos, como lo que se produjo en el episodio eruptivo de El Hierro en el año 2011. "Es un proceso muy similar, solo que ocurrió entre 80 y 120 millones de años atrás", asegura.
Estas montañas, que alcanzan alturas hasta los 1.000 metros de distancia de la superficie del mar, no esconden estos minerales en su interior, sino que están cubriendo sus faldas. "En el fondo, en lugar de haber arena o fango, encontramos depósitos duros de costras de manganeso, fosforitas o nódulos que van cubriendo toda la cara exterior del monte submarino", explica González.
Disputado por Marruecos y España
El descubrimiento de la riqueza de las abuelas de Canarias fue, casi, por serendipia, de casualidad. El equipo se embarcó en el año 2011 en el Miguel Oliver para cartografiar y conocer en detalle la naturaleza de estos montes submarinos y si correspondían a un vulcanismo similar al que se conocía en las islas.
Esta expedición estaba enmarcada en un proyecto para demostrar la soberanía de España sobre estas aguas y ampliar la plataforma continental. La propuesta, presentada ante Naciones Unidas en 2014, consistía en sumar unas 150 millas más de lo contemplado en la normativa internacional.
La Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (1982) establece, en un espacio que se extiende desde las 12 millas hasta las 200 millas, que los países pueden llevar a cabo la explotación, conservación o administración de todos los recursos naturales ahí comprendidos.
Hasta ahora, no ha habido respuesta de Naciones Unidas, pero sí de Marruecos. El país, de forma unilateral, amplió su soberanía sobre estas aguas. Una acción que no sólo invade espacio marítimo saharaui, sino también parte de las millas que reclama España, lo que incluye al monte Tropic.
En un espacio que se extiende desde las 12 millas hasta las 200 millas, los países pueden llevar a cabo la explotación o conservación
Así, a nivel oficial, las aguas que esconden los montes submarinos próximos a Canarias siguen sin pertenecer a nadie. Sin respuesta de la ONU, estas millas se consideran actualmente como Aguas Internacionales. Es decir, espacios en los que no se puede llevar a cabo ningún tipo de explotación económica o administración del territorio.
Pero lo cierto es que lo que empezó como un proyecto de cartografía, acabó siendo uno de los mayores descubrimientos en materia de minerales submarinos. Como explica González, en aquella expedición de 2011, aprovecharon para tomar muestras de rocas y minerales del fondo marino. "Ahí es cuando descubrimos el potencial enorme de estos montes en depósitos minerales de costras ricas en cobalto, tan importante para la fabricación de baterías, por ejemplo".
Como consecuencia, la Unión Europea ha declarado formalmente que las abuelas de Canarias son una reserva estratégica de materias primas necesarias para la transición energética. Y es que hay sed de metales críticos en el conjunto de la UE, sobre todo, ante una etapa en la que se ha decidido apostar por energías renovables. Los montes submarinos se convierten así en un manjar difícil de rechazar.
No obstante, la industria de la minería submarina está aún en fase de despegue. Empresas y gobiernos de países como Reino Unido, Alemania o Francia (entre otros) ven una oportunidad importante en estos cofres del tesoro marinos, razón por la que en muchas zonas se están acelerando los proyectos de explotación de los yacimientos en profundidad.
Uno de los países que más proyectos de investigación de minería submarina están llevando a cabo es Noruega. Como señala González, "los noruegos están apostando mucho por su industria minera submarina y por la exploración de minerales para una potencial explotación en un futuro cercano", sobre todo en el Ártico.
El experto cuenta que, el año pasado, su parlamento aprobó una ley en esta materia que en países como España, por ejemplo, no existe. "Tenemos una ley minera, pero no tiene una aplicación específica para las aguas", asegura González. Quizá, porque hasta ahora podía parecer casi una cuestión reservada a la ciencia ficción.
Sin embargo, de acuerdo a las estimaciones de los expertos, en 2030 un 10% de todos los minerales que se extraerán en el mundo provendrán del fondo marino. Sobre todo, para atender la demanda de cobalto, cobre o zinc, algunos de los minerales más codiciados en la actualidad por su uso relacionado con las nuevas tecnologías y las conocidas como “green technologies”, tecnologías orientadas a la producción de energía de modo sostenible.
Los noruegos están apostando por la exploración de minerales para una potencial explotación en el futuro
Quienes han mapeado ya gran parte de los fondos marinos que rodean las costas europeas son los científicos del IGME. Lideraron en 2018 el proyecto MINDeSEA para conocer todos los depósitos minerales marinos presentes en Europa.
González señala que tanto España como Portugal tienen un especial potencial. De hecho, en España, hay otras zonas con importantes acumulaciones de minerales submarinos aparte de las abuelas de Canarias. "Nosotros hemos estado haciendo investigación, por ejemplo, en el banco de Galicia, que está al oeste, a unas 200 millas de la costa gallega. También en el Cantábrico, en el Golfo de Cádiz… Hay diferentes zonas en las que hay mucho potencial".
Otro tesoro de 'las abuelas de Canarias'
Los minerales estratégicos no son lo único valioso que acumulan estos montes submarinos. Beatriz Ayala, técnico del Programa de Océanos del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), lamenta que no se ponga el foco "en los verdaderos tesoros que albergan estos ecosistemas de profundidad".
En el monte Tropic, por ejemplo, "se han identificado ecosistemas de profundidad que son comparables a una selva tropical por la biodiversidad que alberga", asegura Ayala. De hecho, este enclave está está cubierto por corales de hasta 15 especies diferentes y campos impresionantes de esponjas que, de momento, permanecen ajenos al impacto humano.
Las imágenes de las expediciones han mostrado además la existencia de huevos de calamar de aguas profundas, "lo que sugiere que se trata de un área de cría de esta especie y jardines de corales que son comparables a las de otras regiones con una biodiversidad impresionante", cuenta la experta.
Unos lugares, además, "extremadamente sensibles" a cualquier acción humana sobre ellos. "Han tardado siglos en constituirse, y con actividades como la minería submarina, difícilmente podrán sobrevivir".
Se han identificado ecosistemas de profundidad comparables a una selva tropical por la biodiversidad que alberga
Ayala explica que hay un impacto evidente por una destrucción directa. Lo que hacen estas extracciones mineras es arrancar esas costras de ferromanganeso –que en el caso del Tropic son de unos 20 cm–, sobre las que están estas comunidades biológicas altamente vulnerables.
Como lamenta la experta, "arrancar eso para el aprovechamiento de estos metales, supondría acabar de forma irreversible con toda esta biodiversidad, dado el lento crecimiento de hasta millones de años de estos ecosistemas".
Las montañas submarinas son, en definitiva, oasis en medio del océano que sirven de soporte para todo tipo de comunidades de enorme biodiversidad. Generan áreas de alimentación importante donde además se concentran infinidad de especies oceánicas: tortugas, cetáceos, tiburones… "Son un auténtico santuario de biodiversidad que se tiene que proteger", insiste Ayala.
En este sentido, González explica a EL ESPAÑOL que el impacto medioambiental es uno de los motivos por los que todavía esta industria está muy cuestionada en países como España. Por este motivo, asegura que el plan a futuro en el corto y medio plazo pasa por continuar estudiando qué recursos existen y cómo interaccionan estos minerales con el medioambiente y con los organismos de la zona. De esta manera, se podrá proteger aquellas zonas que tengan un valor biológico importante.
"Sabemos que hay minerales con interés económico, pero primero hay que evaluarlos", cuenta González
"Sabemos que hay minerales, sabemos que tienen un potencial interés económico, pero primero hay que evaluarlos y, después de esa evaluación y de estudios de impacto medioambiental, entonces se puede decidir o no si se puede convertir en una mina", señala González.
Lo que está claro, asegura el experto, es que aún queda mucho trabajo por delante. "Imagina que tienes que investigar desde un buque algo que está a más de 3.000 metros de profundidad. Hay que tener una idea muy segura de lo que hay para decidir hacer una exploración minera".
Por su parte, Ayala cuenta que esta zona ahora no está protegida y se encuentra en el limbo, pero insiste en que la oportunidad de poner en marcha una transición energética no puede pasar por encima de la conservación de la biodiversidad. Y sentencia: "Hay que conseguir un equilibrio".
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