Roberto García Cuenca vive enamorado de las abejas y su miel. Su pasión por estos increíbles insectos nació hace más de una década y de forma fortuita, cuando una tarde decidió acompañar a un amigo a cuidar de unos panales. No sabe si fue cosa del destino o amor a primera vista, pero a partir de aquel momento él no se sintió el mismo. Ha pasado más de una década y a día de hoy no puede separarse de sus queridas abejas.
A sus 48 años, tras los durísimos meses del confinamiento pandémico y tras pasar por el síndrome del burnout o del 'trabajador quemado' que ya llevaba estresándole desde hacía tiempo, decide dejarlo todo en su oficina, donde trabajaba como comercial publicitario para una empresa de impresión gráfica, para volcarse en las arduas labores de la apicultura, hermosas pero tremendamente exigentes.
Hoy luce orgulloso su número de apicultor y estudia, además, un curso de arboricultura. Se gana la vida duplicando colmenas, vendiendo miel de su propia cosecha a clientes particulares y llevando gigantescos cuadros de abejas (por supuesto, protegidos por un cristal de seguridad) a eventos infantiles para que aprendan de primera mano cómo trabajan estos pequeños insectos, fundamentales para el ecosistema. Tambien les explica cómo generan miel y lo fascinante que resulta analizar su peculiar democracia interna, que describe como "perfecta".
Roberto García Cuenca responde a todas las preguntas de ENCLAVE ODS. En sus palabras se percibe la fascinación de alguien que ama su trabajo y admira la materia prima que lo sustenta.
PREGUNTA: ¿Cómo surge esta pasión por las abejas?
RESPUESTA: Muy fácil. Como hobby. Llevaba unos 12 años practicando la apicultura y cuidando de mis pequeñas colmenas. Todo empezó por "culpa" de un amigo mío: un día me fui a ayudarle y lo que vi me enamoró. Poco a poco me empezó a gustar, me metí con él a colaborar cada vez más y así es como aprendí. Yo estaba de comercial en una empresa de producción gráfica de publicidad. Allí hacíamos todo tipo de campañas publicitarias y eventos. Pero llega junio del año pasado, después de la pandemia, y yo peté. Llegué a mi límite profesional. Estaba ya muy, muy, muy quemado con el estrés del trabajo, así que decidí hacer un cambio de vida radical.
¿Cómo se lo tomó tu familia?
Al principio fue una sorpresa, un shock, un cambio de vida radical, pero mi pareja y mis hijos me apoyaron en todo momento porque sabían que me apasionaba.
Y ahora es oficialmente apicultor, ¿verdad?
Efectivamente. A mis 48 años. Tomé la decisión de que quería dedicarme profesionalmente a ello y me di de alta. Ya tengo mi número de registro como apicultor y pertenezco a la Asociación Provincial de Apicultores de Cuenca. El año pasado empecé a doblar colmenas, que es lo que los apicultores hacemos habitualmente.
"Para vivir de la apicultura necesitas unas 250 colmenas mínimo e incluso llegar a las 500"
¿Doblar colmenas?
Tú de una colmena, si las divides, puedes sacar unos cuadros con crías y con abejas. Si te las llevas a unos tres kilómetros de donde está la nodriza, puedes hacer un nuevo enjambre. Y ese enjambre, en unos meses, coge fuerza y se convierte en una colmena. Así que literalmente las doblas. El año pasado yo hice unas 40 colmenas. Mi intención este año era saltar a las 100 para poder vivir mejor de esto. Para que te hagas a la idea: para vivir bien de la apicultura necesitas unas 250 colmenas mínimo e incluso llegar a las 500.
¿Qué es lo que más te fascina de las abejas?
La democracia que tienen. Quién manda. Cómo mandan y lo que deciden. Cómo se respetan y lo trabajadoras que son. Hacen una unidad. Una colmena en plena ebullición puede tener entre 60.000 y 70.000 ejemplares. Y todas van a una. Cómo se pasan la información: cuando nacen las primeras abejas suelen ser las nodrizas las que cuidan a las que van a volver a nacer, y según crecen cogen otros trabajos. Luego hay otras, las limpiadoras, que mantienen las colmenas pulcras. Después, según evolucionan, están las pecoreadoras, que son las que van buscando flores, vuelven a la colmena y se lo dicen a las demás para que vayan a recolectar el néctar. Cuando son más mayores se convierten en abejas 'soldado'.
"Me fascina el respeto que tienen a su organigrama: lo principal es salvar a la reina"
Si se acerca un animal, como somos los apicultores (risas), son las que pican. Pero sólo lo hacen si te acercas a la colmena. A mí me fascina el respeto que tienen a su organigrama: lo principal es salvar a la reina. Pero como la reina no ponga huevos o sea una reina vaga, la matan y hacen una nueva. Ellas eligen a su monarquía. Y luego los panales también son fascinantes: tú ves que son hexágonos. ¿Por qué no círculos o cuadrados? Porque el hexágono es el polígono más perfecto que hay. Aguanta mucho más peso y es la figura geométrica con más capacidad. Tú pones muchos hexágonos juntos y tienen un aguante de peso enorme. Un cuadro con sus celditas vacío puede pesar unos 200 gramos. Yo he cogido ese mismo cuadro lleno de miel y pesa cuatro kilos. Increíble, ¿verdad?
Desde luego... ¿Y la miel? ¿Cómo se genera?
Las abejas se van a la flor, cogen el néctar, lo echan en un buche especial que tienen y se lo llevan a la colmena. Allí, dentro de los hexágonos del panal, lo vierten. Cuando ya está lleno empiezan a mover las alas para darle temperatura a la colmena. ¿Qué consiguen? Regular la humedad y quitársela al néctar. Cuando se han acabado con esa humedad, el resultado es la miel. La miel es néctar sin agua, sin humedad. ¿Qué hacen ellas? Tapan con el polen las celdas y dejan que madure durante semanas. Pero hasta que no le han quitado la humedad no lo tapan.
Cuando el cuadro entero está a un 70% u 80% es cuando yo saco la miel. Le quito ese taponcito que tiene, el hipérculo, y el mismo panal lo meto a una máquina extractora que, de forma mal comparada, es como una lavadora mirando hacia arriba, y por centrifugación expulsa la miel. Luego esa miel se mete en unos recipientes maduradores que son como bidones y se deja madurar otros quince días para quitar las impurezas de la miel, como pequeñas alas, alguna abeja muerta o residuos de polen o cera, que por decantación sube arriba. Entonces lo dejamos reposar 15 o 20 días, abres el grifo y te puedes comer (o comercializar) la miel.
¿Más tiempo mejor calidad?
Da lo mismo, porque cuanto más tiempo pasa la calidad no la pierde, pero la miel se endurece porque se cristaliza el azúcar. Hay mucha gente a la que no le gusta la miel dura. La miel debe ser como una mermelada, no debe ser líquida. ¿Qué hacemos los apicultores? La recalentamos cuando empieza a endurecer, y así aguanta mucho más tiempo líquida. La metemos en unas cámaras a unos 30 grados. ¿Cuánto te puede durar? Pues mira, leía en un artículo que en las pirámides de Egipto encontraron un ánfora con miel. Imagínate: 3000 años, cristalizada. Cuando la sacaron de la pirámide se estropeó, pero al analizarla era perfectamente consumible. No habría pasado nada tras tantos miles de años. No tendría las mismas propiedades, eso sí (risas), pero era comestible. No es un producto perecedero si está bien conservado.
"Yo tengo una producción de 300 o 400 kilos al año. Y es una producción pequeña"
¿Qué otros productos se pueden extraer de las colmenas?
La jalea real, que es de lo que se alimenta la abeja reina. Eso tiene unas propiedades increíbles. Da una energía especial. Luego el propóleo, que es el cemento de las abejas. Imagínate comerte el cemento de tu casa (risas). Pues el propóleo lo usan para tapar los huecos de la colmena. Tú te comes eso y te da una sobredosis de energía espectacular. Y el propio polen: es un alimento básico de los deportistas. Son productos asociados a las colmenas muy importantes.
¿Cómo podemos diferenciar una buena miel de otra mala?
Una buena miel enducere en el invierno. La miel, si se mantiene en una temperatura que no supere los 40 grados, entre los 15 y los 40, que es una temperatura que podemos tener en cualquier cocina, nunca caduca. No pierde las propiedades. ¿Cómo diferenciarla? Porque la miel se endurece gracias a los azúcares. La miel de Granja San Francisco nunca la verás dura. Yo tengo una producción de 300 o 400 kilos al año. Es una producción pequeña. Pero yo toda esa miel la tengo vendida a clientes míos de toda la vida. Hay mucha gente que sólo quiere mi miel porque tienen la garantía de que es miel pura, pero además que cuando la prueban y comparan con otra la distinguen. Otras empachan.
Tengo entendido que la barroa está dañando a la apicultura...
La barroa es un ácaro, una enfermedad que le entra a las colmenas y las mata. Para que te hagas a una idea de la gravedad de la situación: el año pasado yo tenía 40 colmenas. Ahora mismo me quedan 13. Las machaca. Es un problema a nivel mundial, no sólo de de España. Exactamente no se sabe de dónde viene. Se cree que, al menos aquí, la han propagado los propios abejorros. Lo mezcla con los zánganos, que es el macho de la abeja, se juntan y así es como el entra en la colmena. Ese ácaro va a la cría, se cuela dentro de la cera de la cámara y la seca. Se alimenta de la sangre y de los fluidos. Literalmente las revienta. Te destroza el colmenar entero y además se propaga muy fácilmente.
¿Existe una correlación entre la barroa y el cambio climático?
El cambio climático ha vuelto locas a las abejas. Date cuenta de que el sistema de la abeja no evolucionado en diez mil años. Las abejas son perfectas. Es el animal de colonias más perfecto que existe. Es una colonia donde todo está milimétricamente estudiado y donde todo tiene un porqué. Bueno, pues ahora los apicultores estamos notando que con el cambio climático están cambiando también sus rutinas y su comportamiento. Yo tendría que empezar a enjambrar a finales de febrero o principios de marzo, pero en muchos sitios ya se han enjambrado. Pero no son sólo ellas: yo ahora estoy haciendo un curso de arboricultura y a los árboles les pasa lo mismo que a las abejas: sufren enfermedades y epidemias, como la procesionaria, que están completamente descontroladas. El calentamiento global lo está cambiando todo.
"Ahora mismo prácticamente no existen abejas silvestres. Las más populares son las que tenemos los apicultores"
¿Dan ayudas desde las instituciones para contrarrestar las pérdidas?
El gobierno otorga ayudas para dar una vacuna, un medicamento que le solemos dar a las abejas para el tema de la barroa, pero te subvencionan sólo uno. Yo le he dado tres a las mías y aún con ese método para erradicar el ácaro se han muerto. Es un tema peliagudo. No existe un método exacto para eliminarlas por completo. Sé que la Unión Europea ahora quiere hacer una gran inversión medioambiental, y parte de ese cupo irá a la apicultura, aunque ahora no sé qué pasará con la crisis de Ucrania. Y luego hay otro tema que es la miel... El etiquetado. Es importante saber de dónde viene la miel, la floración. ¡Vamos a darnos valor! Están trayendo la famosa miel de China, que no es miel, sino agua con azúcar, pura glucosa que te la mezclan y te dicen que es miel.
¿Qué pasaría si las abejas se extinguieran?
Una flor no polinizada genera un fruto, pero si ese fruto no está polinizado va a salir deforme y no va a ser fructífero. Las abejas hacen el 90% de la polinización mundial. El resto son los murciélagos, los abejorros, las mariposas, pero no tanto como las abejas. Sin las abejas, sin polinización, no hay frutos. Los pájaros no comen. Si no se lo comen acabarían muriendo. El círculo de la alimentación se rompería. Y esto ya ocurre: en zonas de China hay personas que polinizan con bastoncillos de los oídos.
¿Hasta qué punto están amenazadas?
Ahora mismo prácticamente no existen abejas silvestres. Las más populares son las que tenemos los apicultores. Si a mí se me están muriendo las abejas cuidándolas, imagínate en el campo que nadie las cuida. Luego tienes las avispas, las de toda la vida, no la asiática, que gracias a Dios no ha entrado en la meseta. Esa le mete unos meneos a las colmenas que las deja tiritando. Se suelen colar en las colmenas flojitas, porque si están fuertes las matan. Pero si ven alguna floja la avispa o incluso la polilla de la cera entran y se las cargan. Así que no es sólo el cambio climático, es una combinación de factores difíciles de manejar.