El conflicto bélico en Europa del Este ya ha provocado que los precios de los alimentos se disparen a medida que los mercados mundiales anticipan una pérdida de las exportaciones de trigo y maíz de dos de los mayores productores mundiales de estos cultivos: Rusia y Ucrania.
El miedo a un shock alimentario mundial, con las consecuentes revueltas sociales, hace cuestionarse cuál sería el camino para evitarlo antes de que sea demasiado tarde.
El 9 de marzo, Ucrania prohibió la mayoría de las exportaciones de alimentos para tratar de garantizar que su gente no pase hambre durante la invasión de las fuerzas rusas.
Una de las opciones es que Europa y EEUU compensen la pérdida de las exportaciones de Ucrania desviando los cultivos destinados a biocombustibles a la producción de alimentos. Esto haría bajar los precios de los alimentos.
De hecho, según un nuevo estudio de Transport & Environment (T&E), una organización europea que promueve el transporte sostenible en Europa, el Viejo Continente convierte 10.000 toneladas de trigo, el equivalente a 15 millones de barras de pan, todos los días en etanol para uso en automóviles.
En EEUU, un tercio del maíz cultivado se convierte en etanol y se mezcla con gasolina. En total, unos 90 millones de toneladas se utilizan para el etanol, casi el doble de los 50 millones de toneladas exportados por Ucrania y Rusia, según publica Matin Qaim, de la Universidad de Bonn (Alemania), en la revista New Scientist.
T&E pide que se detenga la quema de trigo en biocombustibles y ha calificado el impulso de este sector para aumentar su producción como "inmoral" en un momento de escasez mundial de alimentos.
Alimentos vs. biocombustibles
Según el estudio, eliminar el trigo de los biocombustibles europeos compensaría más del 20% del suministro colapsado de trigo ucraniano al mercado mundial. En países como Egipto, que importa más del 60% de su trigo, principalmente de Rusia y Ucrania, estos suministros adicionales al mercado salvarían vidas.
Las patronales europeas de biocombustibles, por su parte, piden que, para salvar el sector, el aceite ruso sea reemplazado por biocombustibles hechos de cultivos como trigo, maíz, cebada, girasol, colza y otros aceites vegetales.
Y en España, esta situación se agrava aún más por el paro del transporte. La Asociación Nacional de Productores de Biodiésel a partir de Residuos, EWABA España (filial española de Waste-based & Advanced Biofuels Association), ha advertido que puede suponer un colapso total realmente de toda la economía, puesto que, entre otros factores, se van a incumplir los compromisos de mezcla de biocarburantes en diésel y eso va a suponer la paralización del país porque es algo que se debe realizar obligatoriamente.
Posibles soluciones
Esto a pesar del aumento vertiginoso de los precios de los alimentos tras la invasión de Ucrania por parte de Putin, que ha diezmado el granero de Europa. Juntos, Ucrania y Rusia proporcionan alrededor de una cuarta parte del trigo y la cebada comercializados a nivel mundial, el 15% del maíz y más del 60% del aceite de girasol.
T&E señala que, incluso, si Europa duplicara la cantidad de tierras de cultivo que dedica a los biocombustibles, equivalente al menos el 10% de las tierras agrícolas de la UE para cultivos, esto reemplazaría solo el 7% de las importaciones de petróleo de la UE desde Rusia.
Para reemplazar todas las importaciones de petróleo ruso con biocombustibles de cosecha propia, se necesitarían al menos dos tercios de las tierras de cultivo del bloque para cultivos.
Otra opción es que EEUU y Europa redujeran el uso de etanol hecho de granos en un 50%, porque así reemplazarían efectivamente todas las exportaciones de granos de Ucrania, según Tim Searchinger, de la Universidad de Princeton (EEUU), en New Scientist.
Los mercados de materias primas para el sector de la alimentación no se han tensionado sólo por la guerra en Ucrania. Viene de meses atrás, por la pandemia, las malas cosechas en América del Sur, la fuerte demanda mundial y los problemas de la cadena de suministro. Esta suma de factores ha reducido los inventarios de granos y semillas oleaginosas y han llevado los precios a sus niveles más altos desde 2011-2013.
Los precios del aceite vegetal también han estado en niveles récord, lo que refleja la corta cosecha de soja, la reducción de los suministros de aceite de palma debido a los problemas en Malasia y un fuerte aumento en el uso de aceite de palma y de soja para la producción de biodiésel. Y para rematar la faena, ahora son los precios de los principales insumos intensivos en energía, como el combustible, los fertilizantes y los pesticidas, los que están en niveles casi récord.
Hay que poner solución a un conflicto que afecta de base a las sociedades de todo el planeta: la falta de alimento, su encarecimiento o directamente el hambre, ya que siempre ha sido el germen de cualquier revolución social.