La maldición del oro negro: cuando el petróleo se convierte en el mejor aliado de las dictaduras
El petróleo y el gas natural, que son dos de los recursos naturales más valiosos del mundo, han sido fundamentales para financiar regímenes autocraticos y también la guerra de Putin en Ucrania.
21 abril, 2022 01:54Noticias relacionadas
Rusia, Venezuela, Irán, Arabia Saudí o Qatar. Todos estos países tienen dos cosas en común: tienen petróleo, mucho petróleo, y, además, son dictaduras. Lo lógico sería pensar que siendo el petróleo y el gas dos de los recursos más valiosos del mundo, tenerlos en gran cantidad debería garantizar prosperidad económica y enriquecimiento nacional.
Sin embargo, la realidad se aleja mucho de esta lógica. El descubrimiento de grandes yacimientos de combustibles fósiles no siempre deriva que las democracias se conviertan en dictaduras, como en el caso de Noruega o Canadá, pero lo más probable es que perpetúe los totalitarismo y consiga que estos sean más duraderos.
“Más exportaciones de gas y petróleo tiende a hacer que los gobiernos sean más autocráticos”, asegura a EL ESPAÑOL Michel L. Ross, profesor de la Universidad de California (UCLA) y uno de los mayores expertos mundiales en la maldición del petróleo.
Ross ha llegado a la conclusión de que el petróleo tiende a hacer que los gobiernos sean más autoritarios, más corruptos y más violentos.
El principal vínculo que existe entre el petróleo y el autoritarismo, señala Ross, se encuentra en que los combustibles fósiles dan el dinero suficiente a las dictaduras para comprar a sus ciudadanos. A través de la nacionalización de las empresas petroleras, los gobiernos autoritarios ganan un control exclusivo sobre un recurso vital para el funcionamiento de las economías.
Así, la maldición del petróleo explicaría por qué tantos productores de petróleo del mundo son antidemocráticos. Sólo hay que pensar que ninguno de los 13 países que componen la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) —la organización más influyente en este ámbito— es una democracia.
Gas gratuito para todos
Uno de los ejemplos paradigmáticos es Turkmenistán. Durante un cuarto de siglo, el régimen de este país centroasiático ha proporcionado gas natural, electricidad y agua gratis para todos sus ciudadanos, lo que le ha permitido un férreo control sobre la población y la perpetuación de su sistema.
Desde su independencia de la Unión Soviética en 1993, el régimen político tanto de Saparmurat Niyazov y luego de su sucesor, Gurbanguly Berdimuhamedov —quien acaba de ser sucedido a su vez por su hijo Serdar— “han dependido en gran medida de las rentas obtenidas por los hidrocarburos para sostener sus pintorescos regímenes en base a la compra de paz social a través de subvenciones y beneficios sociales gratuitos”, señala Manuel Fernández Illera, experto en Asia-Pacífico y Asia Central.
Durante un cuarto de siglo, Turkmenistán ha proporcionado gas natural, electricidad y agua gratis.
Sin ese rentismo, “difícilmente se habría podido mantener estos regímenes esotéricos tan basados en el culto a la personalidad hasta alcanzar límites cósmicos”, añade Fernández Illera.
Sin embargo, el país se está quedando sin compradores de gas tras sus notables diferencias con Rusia o Irán sobre el precio en los últimos años. Actualmente China es su único gran comprador, lo que ha obligado al régimen a retirar estos beneficios sociales gratuitos o, al menos, a restringirlos.
El sostén de Putin
La maldición del oro negro también ayuda a explicar por qué Vladimir Putin ha conseguido permanecer en el poder a pesar de que Rusia tenga una económica disfuncional. El gobierno de Putin construyó su base de apoyo entre la población rusa de muchas maneras, pero una de las más grandes se sustentó en las ganancias proporcionadas por la petrolera estatal Gazprom, lo que le permitió construir una red de asistencia social y patrocinio bastante extensa en toda Rusia.
Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), Rusia es uno de los tres principales productores de combustibles fósiles del mundo y, en 2021, la venta de petróleo y gas representaron el 45% de su presupuesto federal.
Rusia suministró el 14% del consumo de crudo mundial en 2021, según la AIE.
Gazprom ha sido durante un largo periodo de tiempo un componente clave en la configuración política de Rusia. Para Jan Techau, en un artículo de análisis para el think tank Carnegie, la estabilidad y la supervivencia de la élite política actual depende en gran medida del flujo constante de efectivo que les permita solucionar con dinero los problemas y comprar la lealtad de grupos tan cruciales como el ejército.
Además, los ingresos derivados de la venta de hidrocarburos también han sido fundamentales para financiar la invasión que está llevando a cabo Putin en Ucrania, advierte Ross.
¿Hay alternativa?
La Unión Europea ha establecido toda una batería de sanciones contra el régimen de Putin, sin embargo, uno de los puntos más sensibles ha sido precisamente los combustibles fósiles, de los que tanto depende el viejo continente.
Durante mucho tiempo Europa ha sido el mejor cliente de Rusia. Sólo por poner un ejemplo: de acuerdo con el gobierno alemán, el gas natural ruso representa más de la mitad de las exportaciones de Alemania y una quinta parte de su producción eléctrica.
Sin embargo, la crisis energética podría abrir las puertas al desarrollo de la tan deseada "Europa verde". La AIE, por ejemplo, ha propuesto un plan con 10 medidas para reducir la dependencia del petróleo y gas ruso, que si fueran cumplidas, podrían reducir el consumo en hasta 2,7 millones de barriles al día.
“A corto plazo, los países se apresurarán a encontrar nuevas fuentes de energía, tanto renovables como no renovables, pero a la larga los precios más altos del petróleo, el gas y el carbón impulsarán a los gobiernos hacia la energía renovable, que es mucho más barata”, concluye, esperanzado, Michel L. Ross.