Ríos atmosféricos y colapsos en la Antártida: las tres claves detrás del mayor deshielo de su historia
La extensión del hielo marino antártico de 2022 alcanzó un nuevo mínimo histórico desde 1978. De los 1,9 millones de kilómetros cuadrados de superficie helada de aquel año, se ha pasado a los 0,17 millones actuales.
21 abril, 2022 01:55Noticias relacionadas
Una ola de calor histórica, el colapso de una plataforma helada de las dimensiones de Roma y el mayor deshielo desde que hay registros. Estos tres episodios se han producido a principios de este año en la Antártida. El continente está viviendo eventos sin precedentes y la comunidad científica está alerta.
El retroceso del hielo en el Polo Sur deja al descubierto suelos y áreas rocosas que pronto son colonizadas por microorganismos y líquenes con capacidad de interaccionar y transformar el sustrato mineral que habitan. Una cuestión que ya está siendo investigada por científicos del CSIC.
Asunción de los Ríos, investigadora del Museo Natural de Ciencias Naturales (MNCN), aseguraba en un comunicado del CSIC que “la actividad de los microorganismos, que colonizan secuencialmente la roca, genera en ellas transformaciones físicas y químicas, en un proceso conocido como biometeorización”.
Por este motivo, el proyecto pretende conocer cómo contribuyen al funcionamiento de los ecosistemas antárticos y su resiliencia ante el cambio climático. Y más en un momento en el que el continente parece estar más debilitado.
Qué ocurre en la Antártida
El continente antártico, al contrario de lo que ocurre con el Ártico, ha ido experimentando un crecimiento sostenido de su extensión de hielo en aproximadamente un 1% cada década desde el inicio de su serie histórica en 1978. Al menos, hasta 2016, cuando esa tendencia ascendente se volvió más inestable. Aquel año, comenzaron a producirse disminuciones significativas en el hielo marino que rodea la Antártida.
El comportamiento de esta capa helada situada sobre el océano Austral es aún un misterio para los científicos que la estudian. Sobre él sobrevuelan hipótesis como que este crecimiento del hielo en el Polo Sur puede deberse a cambios en la presión en las últimas décadas y rachas de viento que empujan el hielo hacia la costa antártica.
Así lo recogía un estudio publicado en Nature Climate Change por investigadores de la Universidad de Ohio en el que recogían que en 2016 hubo un importante retroceso del hielo antártico. Al año siguiente, se marcó el mínimo histórico y, aunque después la tendencia se recuperó, este 2022 ha vuelto a decaer.
El comportamiento de esta capa helada situada sobre el océano Austral es aún un misterio para los científicos que la estudian
Ha ocurrido durante su verano austral, que tiene lugar entre los meses de noviembre y marzo. Durante este período, la temperatura media es algo más cálida que el resto del año, aunque rara vez –por no decir, casi nunca– alcanzan temperaturas por encima de los 0ºC.
Lo que ha ocurrido este año es que, en febrero de este año, el continente antártico volvió a marcar récords. Como indica un estudio reciente publicado en la revista científica Advances in Atmospheric Sciences, la extensión mínima estacional del hielo marino antártico alcanzó un nuevo mínimo histórico.
Cuando comenzó el registro de su serie histórica en 1978, los niveles estaban en 1,9 millones de km2 de hielo. Sin embargo, este 25 de febrero, llegaron a los 0,17 millones de km2. Es el dato más bajo desde el mínimo histórico registrado en 2017. Sobre todo en los mares de Bellingshausen/Amundsen, el mar de Weddell y el sector occidental del océano Índico.
Por qué ha alcanzado su mínimo histórico
La Antártida no sólo sufre un retroceso histórico de su hielo marino, sino que también este año ha colapsado una de las mayores plataformas de la parte oriental del continente. Estos hechos han coincidido con dos fenómenos meteorológicos que han tenido lugar en la región.
Como recoge un estudio publicado en Nature, sitúan a los ríos atmosféricos como una causa inequívoca del aumento de temperaturas extremas, derretimiento de la superficie, desintegración del hielo marino o grandes oleajes que desestabilizan las plataformas de hielo en un 40 %.
El río atmosférico que tuvo lugar en febrero de este año en la Antártida se conoce como La Niña. Es una corriente de potentes vientos que transporta aire caliente y húmedo de la superficie del océano desde regiones tropicales hasta estas latitudes polares. Un evento que pudo debilitar la extensión helada antártica.
A esto se suma que, en el mismo período de tiempo, tuvo lugar un Modo Anular del Sur (SAM, por sus siglas en inglés) positivo. Esto es un cinturón de fuertes vientos del oeste o de bajas presiones que rodearon el continente.
Es cierto que aún no hay mucho consenso científico sobre el comportamiento que adquiere la capa helada de la Antártida. No obstante, los últimos descubrimientos de científicos de la Universidad Sun Yat-sen y del Laboratorio de Ciencias Marinas e Ingeniería del Sur de Guangdong, en China, apuntan a que, en verano, es la termodinámica la que domina los procesos que provocan el deshielo. Es decir, los cambios de temperatura o presión.
Qué puede ocurrir
Este mismo año tuvo lugar otro hecho histórico y es que los dos polos sufrieron simultáneamente temperaturas de hasta 40ºC por encima de lo habitual para esta época del año.
Las estaciones meteorológicas de la Antártida, por ejemplo, registraron -12,2ºC en la estación Concordia, cuando –para esta época del año– rara vez superan los -25ºC. Pero, además, en la estación Vostok (también en la Antártida) se alcanzaron los 0ºC. Estos datos superaron su récord histórico en 65 años, pues nunca se habían observado valores superiores a -30ºC.
Y de un récord pasamos a otro. Durante el último mes, la NASA informó de que se había desplomado la plataforma de hielo Conger de unos 1.200 kilómetros cuadrados. Ocurrió justo una semana después del episodio de ola de calor en el continente. Aunque antes de este, ha habido otros desplomes importantes.
En la barrera de hielo Larsen, una plataforma de hielo de la costa oriental de la Antártida, hubo otros colapsos importantes. Uno de ellos fue el del área Larsen A, en 1995; otro Larsen B (de unos 3.250 kilómetros cuadrados), que se desapareció casi por completo en 2002, y el último el de Larsen C, en el 2017, que sufrió un desprendimiento de unos 5.700 kilómetros cuadrados.
Como recoge el estudio publicado en Nature, por aquellos años influyeron los ríos atmosféricos, que desestabilizaron las plataformas de hielo en un 40%. Esto se observó durante los colapsos de las plataformas de hielo Larsen A y B en los veranos de 1995 y 2002 respectivamente. En general, aseguran los investigadores, el 60% de los colapsos entre los años 2000 y 2020 fueron provocados por los ríos atmosféricos.
Por si fuera poco, en el último año, las mediciones del equipo de científicos del International Thwaites Glacier Collaboration muestran que se han formado fracturas y grietas que están creciendo en el mayor glaciar antártico. El bloque contiene tal cantidad de agua que podría elevar el nivel del mar en todo el mundo en más de medio metro.
Los últimos datos obtenidos sugieren que, al ritmo actual de cambio, esta plataforma de hielo crítica comenzará a resquebrajarse en las próximas dos décadas. Por esta razón, los expertos siguen muy de cerca su evolución.
De telón de fondo de todos estos episodios está el calentamiento global, que tiene una influencia importante en estos procesos. Como recoge el estudio citado, al final, las altas temperaturas y las variaciones en el clima pueden provocar que plataformas de hielo como las de la Antártida acaben superando su umbral de estabilidad a lo largo de este siglo.