Con el mundo en su límite debido al sobreconsumo humano, el ahorro, la reutilización o la economía circular son claves para garantizar el futuro de las próximas generaciones. Para ello, en Japón existe un concepto muy interesante que podría permitirnos forjar nuestro propio camino hacia la sostenibilidad.
Mottainai es una palabra nipona que tiene una difícil traducción al español, aunque su significado se aproximaría al arrepentimiento por desperdiciar. El concepto tiene un origen budista y surgió hace varios siglos en Edo (actual Tokio). Era una forma de transmitir la necesidad de aprovechar todo al máximo de su capacidad y no desperdiciar nada.
De hecho, se dice que los samuráis estaban obligados a utilizar sus kimonos durante 10 o 20 años. Si se estropeaba una parte, debían repararlo, pero nunca tirarlo. Y cuando ya no era posible llevarlo, debía convertirse en trapos.
Este concepto se aplica a todos los ámbitos de la vida de los japoneses y se educa a los niños en esta idea. Por ejemplo, una de las principales enseñanzas que reciben los niños es que no pueden dejarse ningún grano de arroz en el plato.
Pero, una de las grandes aplicaciones de este concepto podemos verlo en el reciclaje. En Japón, reciclar es una tarea titánica, que casi precisa de una carrera universitaria para llevarla a cabo correctamente. Este concepto se basa en la campaña de reciclaje de las 4R: reducir, reutilizar, reciclar y respetar.
A pesar de ser uno de los principales consumidores de plástico dentro de los países desarrollados, Japón destaca por tener una gran cultura del reciclaje y del cero desperdicio, además de su tradicional fama de llevar la limpieza al extremo.
Precisamente, una de las cosas más llamativas que se encuentran los extranjeros al llegar al país del sol naciente es que las calles están completamente limpias, sin ningún tipo de basura a la vista. Esto es debido a que para los japoneses el reciclaje se ha convertido en una práctica muy arraigada en la sociedad.
Hasta tal punto ha llegado la obsesión que en algunas ciudades y pueblos se han implementado 45 clasificaciones diferentes de basura. En Kamikatsu, al sur del país, se ha conseguido alcanzar una tasa de reciclaje del 81%.
El país nipón es un lugar donde las reglas se hacen para cumplirse. Es obligatorio para todos los ciudadanos y residentes en el Estado clasificar correctamente todos sus desechos. El error en la clasificación puede conllevar multas de 2.000 yenes (algo más de 14 euros).
Para comprobar que todo se ha hecho correctamente, en muchas ciudades existen incluso los llamados policías de la basura. Estos agentes investigan si los ciudadanos han cumplido con su labor y han separado correctamente sus residuos.
Ahí no queda la cosa. A diferencia de en algunas partes de España, no se puede tirar la basura a la hora que queramos. En muchos lugares de Japón ni siquiera existen los contenedores. En cada lugar, existe un calendario para tirar cada tipo de residuo en un día específico del mes, que además, debe ir limpio y en bolsas semitransparentes.
En la mayoría de las casas y de las oficinas, la gente suele tener calendarios colgados en las paredes en los que se marca cuándo tienen que sacar cada bolsa de basura.
Para los extranjeros que viven en Japón y acaban de llegar, el reciclaje es una absoluta pesadilla. Por lo general, cuando llegan, los caseros les proporcionan guías de reciclaje en varios idiomas. Aunque si no se las proporcionan, lo recomendable suele ser ir al ayuntamiento para solicitarlas. En cada ciudad (o pueblo) puede ser completamente diferente las reglas que se tienen que seguir.
Sin embargo, como señala un reportaje de la BBC, existen tres reglas básicas de reciclaje inamovibles en todo el país: llevar la basura al depósito antes de las 8 de la mañana, cumplir con los días de recolección y depositar la basura en bolsas semitransparentes.