Las algas se han convertido en una plaga para la albufera murciana y curiosamente pueden ser parte de la solución porque es el 'suero' que se inyecta a los tanques de RemediOS: un proyecto que pretende lograr la reproducción de la ostra plana para obtener semillas con las que iniciar -a través de este bivalvo- actuaciones de biorremediación en el ecosistema del Mar Menor.
En el laboratorio marino del Centro Oceanográfico de San Pedro del Pinatar producen la famosa 'sopa verde' del Mar Menor en más de una veintena de bolsas gigantes de plástico -con un diseño similar a las bolsas de suero que le inyectan a cualquier paciente en un hospital-.
"Las algas son la base de la alimentación de las ostras y si recuperamos sus poblaciones, lo que hacemos es regular esa proliferación de fitoplancton porque estamos retirando nutrientes", según resume Marina Albentosa, profesora de investigación del Instituto Español de Oceanografía (IEO) y responsable del Proyecto RemediOS.
"La ostra es como una vaca: está 'pastando' y tenemos un 'pasto' descontrolado que es el fitoplancton", ejemplifica de forma didáctica, con el sonido de fondo de las burbujas que genera en el laboratorio la técnica de cultivo de microalgas que produce la 'sopa verde'.
No habla en vano esta científica, ya que el ecosistema de la albufera se ha convertido en una inmensa pradera de ova donde más que un 'rebaño' podría pastar un ejército de bivalvos: en lo que va de año se han retirado 10.500 toneladas de algas por parte de las brigadas de limpieza de la Consejería de Medio Ambiente.
El Proyecto RemediOS tiene una base científica sólida: se mira en el espejo de la recuperación ambiental que se produjo en la bahía de Tampa Bay, cuya crisis era similar a la del Mar Menor. El citado estuario de la costa este de Estados Unidos sufría un proceso de eutrofización por nitratos y fósforo cuyo origen era el mismo que el de la albufera murciana: vertidos urbanos y de la actividad industrial y agrícola que generaban nutrientes, favoreciendo la proliferación de algas en el ecosistema.
"Hemos hablado con expertos americanos y la bahía de Tampa llevaba treinta años como está el Mar Menor: ellos lo consiguieron y sabemos cómo lo han hecho", subraya con convicción la científica.
La otra certeza sobre la que se cimienta esta iniciativa es la enorme comunidad de ostras que albergó el litoral marmenorense en los ochenta. "Cuando dragaron en 1974 el Canal del Estacio se produjo una bajada de la salinidad en la laguna y la entrada de distintas especies del Mediterráneo que colonizaron el Mar Menor, entre ellas, la ostra. En 1991 había estudios que censaban la población de estos bivalvos en 135 millones, y en 2006, el censo era de 13 millones".
Una de las claves de la brutal bajada de la población de ostras 'murcianas' fue la proliferación de medusas que se alimentaban de sus larvas. A lo que se suma la entrada de aguas grises de las zonas residenciales, construidas al calor de la burbuja inmobiliaria, y la proliferación de vertidos de la agroindustria del Campo de Cartagena.
"No se han vuelto a hacer estudios, pero por la información facilitada por buceadores, ahora solo son unos miles: hablamos de muy pocas. Por eso, el objetivo de este proyecto es reproducirlas: necesitamos ostras".
Pregunta: ¿Qué efectos tendría sobre el ecosistema del Mar Menor que se recuperasen las poblaciones de ostra plana?
Respuesta: Las ostras son fundamentales en los ecosistemas costeros, al ser organismos reguladores de la materia que hay en la columna de agua porque son filtradores. Eso significa que bombean agua, retirando de la columna marina el fitoplancton que genera la 'sopa verde'.
De forma que las poblaciones de bivalvos ayudan a mantener trasparente el agua porque también fijan los sedimentos del fondo marino. Además, como son organismos que están en la parte más baja de la cadena trófica, generan hábitats como los arrecifes de coral, contribuyendo a crear biodiversidad porque alrededor de esas estructuras otras especies de crustáceos y peces se cobijan de depredadores para reproducirse.
P.: ¿Cuál sería la consecuencia física de todos esos procesos?
R.: Existen estudios sobre desnitrificación que han demostrado que las 'caquitas' de las poblaciones de ostras favorecen el desarrollo de microorganismos en el fondo marino y el crecimiento bacteriano natural, acelerando el proceso de descomposición del nitrógeno que es el origen del problema. La consecuencia física de estos arrecifes de ostras sería tener un agua con mayor transparencia en el Mar Menor. Pero esto no es una varita mágica: 'pongo las ostras y se soluciona la crisis'. Esto solo es una pieza más de un puzle de soluciones para el ecosistema en tierra y en mar: soluciones grises y soluciones verdes.
El Proyecto RemediOs está financiado con 198.000 euros de la Fundación Biodiversidad del Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico. En esta iniciativa están implicados nueve expertos en bivalvos de los centros que el IEO tiene en Murcia, Vigo y Baleares, así como del Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona, el Centro de Investigaciones Marinas de la Xunta de Galicia y de las universidades del País Vasco, Santiago de Compostela y Dalhousie (Canadá).
Ostras de la isla del Barón
El laboratorio marino del Centro Oceanográfico de San Pedro del Pinatar ha sido acondicionado meticulosamente para reproducir estos moluscos, a partir de ostra plana extraída del Mar Menor: "Trabajamos con ejemplares de la laguna porque esa población es la que ha sobrevivido a todo lo que le ha sucedido a su ecosistema y se ha adaptado". De hecho, el agua que llega a los tanques de acondicionamiento reproductor es bombeada directamente desde el litoral marmenorense.
"Hemos hecho una especie de baipás", apunta la investigadora, mientras muestra a EL ESPAÑOL los pormenores de cada una de las estaciones del criadero artificial. "En el tanque de acondicionamiento reproductor metimos ostras de la isla del Barón: aquí reciben su comida, que son las algas, y la temperatura del agua la vamos subiendo gradualmente de 21 a 26 grados centígrados, como marca el ciclo del Mar Menor".
Cuando se produce la fecundación de estos bivalvos hermafroditas, el agua se pone gris, y sus larvas pasan a una cubeta donde permanecen quince días, monitorizadas de lunes a domingo, antes de llegar a los tanques de cultivo larvario, equipados con un tamiz de fijación donde hay polvo de las conchas de ostra. "Esta es la etapa más crítica porque mueren muchas", admite Albentosa. En este punto, la larva se debe adherir a las partículas de las valvas para que se produzca la metamorfosis, paso previo para que su tamaño pase de 5 milímetros a 2 centímetros.
La estadística corrobora las palabras de la científica: por cada millón de larvas, 250 sobreviven a la metamorfosis y solo dos se convierten en ostras. De momento, en este criadero artificial del Centro Oceanográfico de San Pedro del Pinatar han obrado un milagro: por cada millón de larvas liberadas, sobreviven 490.000 y 92.000 ostras suman un año de vida. "Hemos obtenido 500.000 semillitas de ostra plana".
Durante todo este proceso, el único alimento es la 'sopa verde' que se produce mediante técnicas de cultivo de microalgas. De todo ello ha tomado buena nota la titular del Ministerio de Ciencia e Innovación, Diana Morant, que este jueves visitó el laboratorio para conocer un proyecto que pretende recuperar la ingente comunidad de bivalvos que albergó la albufera, como solución basada en la naturaleza para extraer los nutrientes que han eutrofizado el ecosistema del Mar Menor.
La explicación que recibió la ministra fue de marcado carácter didáctico: recorrió el criadero, estuvo observando valvas en el microscopio, incluso le fueron entregadas unas ostras 'murcianas' por parte de Pedro García: director de la Asociación de Naturalistas del Sureste (Anse).
"Algunas de estas semillas nacidas en el Proyecto RemedIOS se utilizarán el próximo otoño en un proyecto que tiene Anse", tal y como avanza la investigadora a EL ESPAÑOL. "Vamos a hacer un estudio de crecimiento en las Salinas de Marchamalo, dejándolas en unas cestas ostrícolas para ver durante dos años cómo evolucionan en aguas de la laguna, en condiciones semicontroladas".
El trabajo de Albentosa ha atraído el apoyo de la Fundación Estrella Levante y después del verano se espera la visita de algún experto norteamericano. Todo ello, con el objetivo de seguir recabando fondos para una iniciativa que podría convertirse en una oportunidad para la Cofradía de Pescadores de San Pedro del Pinatar, castigada doblemente por la crisis ambiental del Mar Menor. De un lado, por la reducción de las capturas, y de otro, por la devaluación de precios de algunas especies por el 'sambenito' de haber sido capturadas en una 'sopa verde'.
"Las empresas se tienen que involucrar en la recuperación ambiental de la laguna porque la pérdida de su ecosistema genera fracaso económico y hasta los propios agricultores deben invertir porque nadie compra una lechuga con la imagen de un pez muerto", reflexiona la científica. "¿Por qué el Mar Menor no se puede convertir en un futuro en un espacio saludable con aguas clasificadas aptas para cultivar ostras?"