Mónaco ‘azul’: la sostenibilidad entre el lujo del casino, de los yates y de los coches deportivos
EL ESPAÑOL fue unos de los pocos medios españoles que pudo asistir a la celebración del 70 aniversario de Biotherm en la Costa Azul.
7 julio, 2022 02:44El sol brilla en el horizonte en una tarde veraniega. Un grupo pequeño de periodistas e influencers españoles llegamos al aeropuerto de Niza, el más cercano a Mónaco. Nos espera ahí un autobús para trasladarnos al pequeño Principado.
Al llegar, nos alojan en el prestigioso hotel París, un precioso edificio de la belle époque inaugurado en 1864, en pleno corazón del exclusivo barrio de Montecarlo. Ubicado justo enfrente del Casino de Montecarlo, los Bugattis, Ferraris y Rolls Royces no paran de desfilar por la pequeña plaza que da luz propia al Principado.
Tras tomar el almuerzo, acudimos inmediatamente a la sala de conferencias One Montecarlo, a pocos metros de nuestro hotel. Ahí nos recibe Gregory Benoit, el recientemente nombrado director general mundial de Biotherm, que dio el pistoletazo de salida a las tres jornadas de la marca para celebrar su 70 aniversario.
La firma de cosmética de lujo tiene una larga historia de amor con el mar. Bajo la mano de la joven bioquímica Jeanine Marissal, la marca nació en 1952 tras haber descubierto las asombrosas propiedades reparadoras que tenía el plancton termal en nuestra piel. Así nació Biotherm en el Principado y qué mejor forma de celebrar la señalada fecha en el lugar donde nació.
El mar es, sin duda, el elemento central de la casa. Y con la situación en la que nos encontramos de cambio climático y degradación de los ecosistemas marinos, para Biotherm, la conservación de los océanos y los mares se ha convertido en una absoluta prioridad. Porque como señaló Dania Blin, directora de sostenibilidad de Biotherm, “sin agua, no hay vida; sin azul, no hay verde”.
Por ello, Blin anunció el objetivo de que Biotherm se convierta en Ocean Positive para el año 2030, es decir, ser capaces de “dejar los océanos en mejores condiciones de las que los encontramos”. Para alanzarlo, destacó los 3 ejes de actuación fundamentales: más fórmulas biocientíficas; soluciones de diseño más sostenibles; y, contribuir en mayor medida a proteger el océano.
Para finalizar el primer día, la firma ofreció un cóctel en la Terrasse Midi del Hotel Hermitage, donde pudimos disfrutar de una agradable velada con vistas al puerto Hércules y al Mar Mediterráneo.
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El oceanográfico, conciencia por el mar
La primera parada del segundo día fue el Oceanográfico de Mónaco, en el que Biotherm se ha convertido en el principal socio ejecutivo. Ahí nos recibió Robert Calcagno, director general del Instituto Oceanográfico, Benoit y Johanna Caron, directora científica de Biotherm.
Participar en el Instituto Oceanográfico, como señaló Benoit, era un paso lógico para la firma. En 2012 habían creado el programa Water Lovers para proteger los océanos y el respaldo económico a dicha institución no es sino para favorecer las “acciones del Instituto en defensa de los océanos, movilizar su red mundial de expertos y responsables y generar conciencia sobre la frágil situación actual de los océanos”.
Así lo reflejó también Caron: “Otras marcas os llevarían a sus jardines, pero para mí eso no tendría sentido”. Su lógica fue clara: “Nuestro objetivo está en el agua y en salvar el planeta”.
Tras darnos la bienvenida, partimos hacia el puerto, donde nos esperaba un paseo en catamarán, un pequeño curso de respiración y un profesor de lujo: Guillaume Néry, submarinista campeón del mundo en apnea y un gran activista por la conservación del fondo marino.
Por la tarde, la firma nos tenía preparado un taller sobre su mayor tesoro: el plancton vivo. “Es único porque es muy similar a la piel humana”, señaló la responsable científica de Biotherm. Además, recordó que es “uno de los pocos lugares del mundo que se trabaja con el plancton vivo”.
Con la consciencia de la sostenibilidad de fondo, otro de los ejes centrales fueron los envases que contienen los productos cosméticos. Siguiendo con el objetivo 2030 de la firma, nos explicaron su objetivo para impulsar la economía circular y su apuesta decidida por los envases de plástico reciclado.
“Cuando usas plástico 100% reciclado, no sale siempre del mismo color y tenemos que educar a nuestro público para que entienda que no siempre va a tener la misma tonalidad”, se señaló.
Así, tras finalizar el taller, volvimos al hotel para acicalarnos con nuestras mejores galas. Con el atardecer de fondo y unas vistas 360 grados de Mónaco, finalizamos el día con la cena por el 70 aniversario, que se celebró en la azotea del Oceanográfico. La velada contó, además, con la presencia de Nicholas Hoult, actor británico que aparece en películas como Tolkien o X-Men, y embajador internacional de Biotherm.
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Limpiando los océanos
Las tres jornadas concluyeron con una mesa sobre sostenibilidad que contó con la presencia de Romain Troublé, presidente de la Plataforma y director Ejecutivo de la Fundación Tara Ocean, y Paul Meihat, navegante francés.
Durante la mesa, Biotherm anunció su regreso al mundo de las regatas oceánicas a través de una colaboración con Meihat para enfrentarse al Vendée Globe de 2024, una competición conocida como el Everest de las regatas. Hasta la fecha, únicamente 88 patrones en 8 ediciones en los últimos 30 años.
Aunque, como comentó Meihat, “no sólo es deporte, sino que tiene que tener un propósito detrás”. Y ese propósito es recoger información sobre la salud de los océanos a través de unos dispositivos que se instalarán en el barco.
Los datos se unirán al esfuerzo que ya realiza Tara, una fundación que se dedica a la investigación en abierto para, como dice Troublé, “enseñar lo que pasa en los océanos”. Todos los datos que recojan serán de acceso público y cualquier científico que así lo desee, podrá utilizarlos.
Para finalizar, Troublé dejó una profunda reflexión: “La solución no está en los océanos, sino en el ser humano”. Y concluyó: “Tenemos que dejar de tirar plásticos al mar y dejar de producir CO2”.
Con el retintín de las palabras de Troublé, volvemos a Madrid con la sensación unánime, en conversación con los demás compañeros, de que hemos vuelto más ‘azules’ que nunca. Mónaco no sólo ha sido glamour, sino también un espacio para meditar qué futuro queremos dejar a nuestros hijos y nietos.