En el ránking de países más poblados del mundo, hay dos que destacan por encima del resto: China, con 1.440 millones de habitantes, y la India, con 1.390 millones. Entre los dos representan casi un 40% de la población mundial, y sus datos son muy superiores a los de la tercera nación más poblada, Estados Unidos, en la que viven 333 millones de personas.
Aunque China lidera el ránking, se prevé que esto cambie próximamente. Según cálculos de la ONU en su informe de 2019, Perspectivas de la población mundial, India adelantaría a China en 2027 como país más poblado del mundo. Sin embargo, según la actualización de este informe en 2022, el adelantamiento se producirá mucho antes, en 2023.
Esta predicción puede llevar a engaño en relación con el crecimiento de la India, que, en realidad, es cada vez más lento, si se compara con los datos del siglo pasado. En los años 50, la mujer india tenía de media 6 hijos, mientras que, en la actualidad, la tasa de fertilidad está en 2 hijos por mujer, una cifra que es incluso inferior a la tasa de reemplazo, fijada en 2,1.
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Esto demuestra que las medidas llevadas a cabo por el Gobierno indio para limitar el crecimiento de la población han sido efectivas, y ello sin haber tenido que recurrir a políticas tan extremas como la del hijo único en China. En el caso indio, ha sido suficiente con la planificación familiar voluntaria y, sobre todo, con la escolarización de las niñas y la progresiva incorporación de las mujeres al trabajo.
Pese a todo, y aunque a un ritmo lento, la población de la India sigue creciendo, debido a la cantidad de jóvenes parejas que deciden tener hijos. Incluso aunque estas no tengan más que uno o dos retoños, su impacto en la demografía del país sigue siendo positivo. Y está previsto que en los doce meses siguientes, la población del país aumente en 12 millones de personas.
Que un país tenga una población tan numerosa tiene aspectos positivos y negativos. En el caso de la India, el país ha blandido su poderosa demografía como argumento para ser admitido en diferentes organismos internacionales, especialmente en el Consejo de Seguridad de la ONU, al que India lleva varios años queriendo ingresar como miembro permanente.
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Sin embargo, también hay grandes desafíos asociados a ser el país más poblado del mundo, cuyo aparato estatal tiene que ser capaz de satisfacer las necesidades de toda su población en términos de alimento, educación, sanidad, energía, vivienda y empleo.
Este último constituye un obstáculo importante en el desarrollo económico de India, un país que cuenta actualmente con 900 millones de personas (el 67% de su población) en edad de trabajar y que, en 2030, contará con 1.000.
Semejante demanda de empleo puede ser beneficiosa para el país, pero solo si se gestiona adecuadamente y se mantiene bajo control la amenaza del desempleo. Si los jóvenes no tienen trabajo, es seguro que crecerá el malestar social, aflorarán más tensiones y ello derivará en una mayor inestabilidad política.
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Además, en un país que ya está entre los tres países más contaminantes del mundo —con 2,3 mil millones de emisiones de CO₂ al año, solo le superan China y Estados Unidos—, es más que probable que el aumento de la población india genere una presión medioambiental adicional sobre el planeta, si no se aplican las medidas adecuadas.