El fracking es un método para extraer gas o petróleo del subsuelo. Su nombre viene del inglés hydraulic fracturing que significa fracturamiento hidráulico.
Su técnica se basa en introducir en la roca madre agua a alta presión junto con aditivos químicos para fracturarla. La industria del petróleo y el gas utiliza el fracking para mejorar los sistemas de fractura del subsuelo y aumentar la producción de petróleo o gas a partir de formaciones geológicas de grano fino como el esquisto.
Técnicamente, el fracking es solo uno de varios tratamientos de estimulación de pozos diseñados para mejorar la producción o recuperación de petróleo y gas, aumentando la permeabilidad de la formación.
E incluye, entre otros, tratamientos de fracturación hidráulica y estimulaciones de pozos con ácido.
Los fluidos de fracking –comúnmente compuestos por agua, arena o perlas de cerámica y varios aditivos químicos– se bombean a una formación geológica a alta presión (hasta 15.000 psi). El proceso de fracking ocurre después de que se ha perforado un pozo y se ha insertado una tubería de acero en él.
El negocio de la extracción de hidrocarburos es un ámbito de muy buen rendimiento; sin embargo, algunos recursos se encuentran en zonas o yacimientos que no son rentables económica o técnicamente y esta es la razón por la que el fracking aparece como alternativa.
El 'fracking' en el mundo
Este método se ha usado en los Estados Unidos desde 1947 y ha producido más de 7.000 millones de barriles de petróleo y 600 billones de pies cúbicos de gas natural, según la Asociación Independiente de Petróleo de América.
La extracción de gas de esquisto mediante fracturación hidráulica ya ha tenido un fuerte impacto en el país norteamericano, hasta tal punto que podría lograr autosuficiencia energética en 2035, según la Agencia Internacional de Energía (IEA) en declaraciones a la BBC.
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Para otros países, sin embargo, el fracking se combate dentro y fuera de los gobiernos. Ocurre así en Irlanda, por ejemplo, don el Gobierno trabaja con socios internacionales para promover la eliminación gradual del fracking a nivel global dentro del contexto más amplio de la eliminación gradual de la extracción de combustibles fósiles. Al menos, así lo ha hecho saber el informe de la IEA.
Las protestas contra este tipo de extracción de combustible fósil han llegado también a Reino Unido, Argentina y España. Además, esta práctica está prohibida en la mayoría de países europeos, entre los que destaca Francia.
Dentro del propio Estados Unidos, también hay voces disidentes que se acercan más al punto de vista Europeo del fracking. Sería el caso del estado de Nueva York, que prohibió hace más de un lustro esta práctica por suponer "riesgos para la salud".
Y es que, como muchas naciones europeas, el estado norteamericano reconoce que estas prácticas extractivas suponen un alto riesgo para la población en general.
Daños ambientales que causa
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Contaminación de acuíferos subterráneos y superficiales.
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Daño a las capas externas de la tierra.
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Altos índices de utilización de agua.
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Gases expulsados a la atmósfera.
Incluso sus defensores llegan a decir que los componentes que se utilizan para llevar a cabo una fractura hidráulica son, en su mayoría (75%), tóxicos tanto para el medio ambiente como para la salud humana.
Efectos en la salud
Los tóxicos que desprende el fracking suponen un riesgo para los ojos, la piel y otros órganos sensibles del cuerpo humano, como el sistema nervioso, el respiratorio o el gastrointestinal.
Poco más de la mitad de los componentes utilizados produce daños en el cerebro y a su vez en el sistema nervioso central. El 25% de ellos tienen la capacidad de provocar el desarrollo de algún tipo de cáncer o mutaciones.
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Pocos apoyos
Quienes lo apoyan es en parte debido a que el fracking representa una ventana para alcanzar la independencia energética de los países importadores de hidrocarburos. Y es que permite extraer recursos que no podrían ser producidos utilizando los métodos convencionales.
Países como China, Argentina, México o Argelia poseen recursos considerables, pero por el momento Estados Unidos, con su vasta industria petrolera, cuenta no sólo con más de una década de experiencia en fracking para hidrocarburos no convencionales, sino con prácticamente un monopolio en el dominio de la tecnología.
En América Latina esta técnica está ganando adeptos, pues varios países han firmado acuerdos con empresas estadounidenses para explotación de hidrocarburos. Eso pese a que grupos ambientalistas expresaron preocupación por el posible uso e impacto de la fracturación hidráulica.