Los datos recogidos por la ONG Save The Children concluyen que uno de cada cinco jóvenes ha sufrido grooming y el 15% en más de una ocasión. De media, la primera vez que sufrieron esta violencia fue con 15 años.
Según un estudio de UNICEF, solo el 36% de los entrevistados afirma que puede distinguir con certeza a las personas que mienten sobre su identidad en las redes. Es decir, la mayoría de los jóvenes no distingue con exactitud cuándo se produce esta situación y cuándo no.
Para los adultos y, sobre todo, para aquellos con hijos, saber identificar si se está dando una situación de grooming es clave para el desarrollo psicosocial saludable, igual que lo es hablar con los jóvenes de las relaciones abusivas que se dan fuera de línea.
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La asimetría de edad, de poder o de posición, o cualquier forma de coacción en la interacción, definen una situación como abusiva", asevera Irene Montiel, profesora del grado de Criminología y del máster universitario de Ciberdelincuencia de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), y experta en el estudio de la captación de menores a través de internet.
Qué es el grooming
La ONG Save the Children define el grooming y, en su evolución digital, el online grooming, o en español, acoso y abuso sexual online, son formas delictivas de acoso que implican a un adulto que se pone en contacto con un niño, niña o adolescente con el fin de ganarse poco a poco su confianza para luego involucrarle en una actividad sexual.
Se trata de un proceso en el que se produce un vínculo de confianza entre la víctima y el acosador. Este intenta aislar poco a poco al menor, y lo consigue desprendiéndolo de su red de apoyo (familiares, profesores, amigos, etc.) y generando un ambiente de secretismo e intimidad.
En el caso del online grooming, el abusador envía, a través de un medio tecnológico, material sexual al niño o niña. Además, se suele hacer pasar por menor y adapta el lenguaje a la edad de la víctima. Es una violencia igual de real que la física, pero de la que no se puede huir.
Cómo educar a los niños para detectarlo
La mediación parental no es fácil, y menos cuando los hijos son adolescentes. Montiel considera que, para disminuir el riesgo de ser víctimas (o agresores) de abusos en línea, "lo primero que hay que hacer es educar a los hijos en el respeto, la convivencia y la igualdad".
Lo segundo es enseñarles qué es la violencia o una relación abusiva para que puedan identificarla, y para esto es imprescindible ofrecerles una educación sexoafectiva adecuada. Y lo tercero, darles un buen ejemplo, no solo en cuanto al uso de las TIC, sino también con respecto a la regulación emocional y las relaciones saludables", añade la experta.
Vanesa Rodríguez, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, explica que "es fundamental tener en cuenta que, para el trabajo preventivo sobre abusos, no siempre es necesario hablar de ello directamente. No se trata de que siempre estén alerta, sino de que aprendan a detectar situaciones que se salen de los límites de una relación saludable".
Como consejo, la psicóloga de la UOC comenta que los padres o tutores deben asegurarse de que "la conversación ocupe un lugar central en la dinámica familiar": ser cercanos y ofrecer el testimonio propio como herramienta educativa. Es decir, "interesarse por sus relaciones y también hacerlos partícipes de las nuestras", incide.
Rodríguez afirma que "también es importante tener en cuenta que, como madres y padres, debemos acompañar a nuestros hijos en los espacios virtuales, del mismo modo que los acompañamos en los que no lo son".
Además, Montiel añade que no se trata de prohibir totalmente el acceso a las TIC, pero que, en el caso de los más pequeños, "debemos saber a qué riesgos se exponen y cómo se producen".
Y añade: "Desde el momento en que se produce el primer contacto del menor con la red, se debe evitar que navegue sin supervisión alguna por estos ciberlugares, y hay que establecer medidas de protección".
Según la experta, redes sociales como Instagram o TikTok "son muy perjudiciales, y no solo para la salud mental y el desarrollo cognitivo y emocional de los niños y niñas, ya que también son utilizadas por personas que buscan algún beneficio de tipo sexual, como pueden ser imágenes, encuentros en línea, citas o incluso relaciones afectivas".
No obstante, Rodríguez recuerda que hay que alejarse del concepto de interrogatorio, pues la carencia de diálogo puede confundir y acabar con un matiz más bien inquisitorio.
"Hay que decirles que notamos que algo sucede y que estamos en disposición de hablar con ellos. Debemos mostrar interés y voluntad de ayuda, ser una figura válida a la que pueden recurrir siempre que lo necesiten", concluye.