‘Pérdidas’ y ‘daños’ han sido las palabras más escuchadas durante la COP 27 celebrada en Sharm El-Sheik (Egipto). Estos dos conceptos hacen referencia al precio que tienen que pagar, tanto económico como físico, los países en desarrollo. Muchos de los cuales son los más vulnerables a los efectos más devastadores del cambio climático.
Por ello, quieren que las naciones más ricas paguen una compensación económica por su contribución histórica a la emisión de unos gases de efecto invernadero a los que no han contribuido.
De hecho, Mia Mottley, primera ministra de Barbados, que se ha convertido en la gran abanderada de este fondo en la cumbre, afirmó que los países que apenas han contribuido al cambio climático no deberían estar "escogiendo entre la financiación de la educación y la salud o la reconstrucción" de sus sociedades”.
Uno de los ejemplos más claros es el de Pakistán, que a pesar de contribuir únicamente al 1% de las emisiones anuales globales, ha sufrido este verano unas inundaciones que dejaron más de 1.500 muertos, 7,6 millones de personas desplazadas y miles de hectáreas de cultivo arrasadas.
"Las pérdidas y los daños deben ser parte de la agenda central de la COP27 para satisfacer las necesidades humanitarias apremiantes de aquellos que están atrapados en una crisis de financiación pública alimentada por la deuda y, sin embargo, tienen que financiar los desastres climáticos por su cuenta”, reivindicó Shehbaz Sharif, primer ministro pakistaní durante la apertura de la COP el lunes. “Esto es simplemente injusto".
A cuánto asciende la 'factura'
Aún no existe un consenso sobre qué debería considerarse pérdidas y daños en los desastres climáticos. Pueden incluirse numerosos ámbitos, desde las infraestructuras y propiedades privadas hasta los ecosistemas naturales o bienes culturales más difíciles de valorar, como los cementerios.
Según recoge la agencia Reuters, un informe de junio de 55 países vulnerables estimó que sus pérdidas combinadas por los efectos del cambio climático ascendieron a 525.000 millones de dólares durante las últimas dos décadas. Otros informes apuntan a que esa cifra podría ascender al año para 2030.
Cuáles son las opciones
Por ahora, los diferentes grupos de naciones en desarrollo han puesto sobre la mesa dos opciones publicadas en un borrador de texto el pasado lunes en Egipto. Por un lado, establecer un fondo de pérdidas y daños para finales del año 2024. Por otro, dos años de trabajo técnico sobre si, en última instancia, el problema debe abordarse a través de un “mosaico” de acuerdos de financiación.
La primera de las opciones ha sido rechazada por la Unión Europea y Estados Unidos, temerosos de que el pago de la ‘deuda’ climática pueda crear una petición en cascada de reparaciones históricas.
Uno de los grandes opositores a la creación de este fondo parece ser Suecia. El recién elegido primer ministro, Ulf Kristersson, ya ha cuestionado la necesidad de este fondo.
Durante la cumbre de Glasgow (COP26) del año pasado, ambos bloquearon una propuesta para establecer un fondo, acordando, en cambio, un "diálogo" sin un objetivo final claro. En el último mes, han mostrado una postura más favorable a discutir la compensación en la COP27, pero siguen desconfiando de la creación de un fondo específico para ello.
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Hasta el momento, tan sólo unos pocos países han realizado pequeñas contribuciones destinadas a pérdidas y daños. Por ejemplo, Escocia anunció el pasado 10 de noviembre en la COP27 una aportación de 5 millones de libras, Alemania prometió 170 millones de euros y Bélgica, 2,5 millones.
La segunda opción es, a ojos del mundo desarrollado, la más aceptable, sobre todo, para la Unión Europea. Según ha reflejado en una rueda de prensa este jueves el bloque negociador de la UE, compuesto por el vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, y el eurodiputado Bas Eickhout, Europa no descarta la creación de un fondo, pero pide “soluciones en el camino”.
Timmermans quiso recalcar que la creación de un nuevo fondo dentro de la Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático podría llevar hasta seis o siete años en hacerse efectivo, y consideró que “no hay tiempo que perder” en la lucha contra el cambio climático, según recogió la Agencia EFE.
El documento final, atascado
A menos de 24 horas del cierre (oficial) de la principal cumbre climática del mundo, el documento final está lejos de suscribirse. Los grupos de naciones en desarrollo han denunciado que los primeros documentos oficiales puestos a debate no incluyeron referencias a las pérdidas y los daños.
Tal y como recoge EFE, la plataforma compuesta por la asociación de países isleños, el G77 (países en desarrollo), China, los países africanos y la Asociación Independiente de América Latina y el Caribe (Paraguay, Costa Rica, Honduras, Guatemala, Panamá, Perú, Chile) comparecieron durante la mañana del jueves para reclamar “acciones” y no “promesas” al término de la reunión.
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Timmermans reconoció que “será un viaje largo y difícil hasta el final de este proceso”. Y añadió: "Hoy, me temo que todavía no estoy seguro de dónde aterrizará estas conversaciones".
Sin embargo, para países como San Cristóbal y Nieves, esta es la línea roja para llegar a un acuerdo. Joyelle Clarke, ministra de Desarrollo Sostenible del país que forma parte del grupo negociador de las islas, apuntó durante la mañana del jueves que si este punto no se considera en las negociaciones, el grupo de los países isleños podría salirse de ellas.
"No puede ser sólo un tema de la agenda. Otros asuntos han sido considerados en las negociaciones y hemos sido flexibles para entender posiciones de los países desarrollados. Pero no hay nada para nosotros", concluyó Clarke en declaraciones recogidas por EFE.