Berlín, Houston, Hong Kong, Milán o Barcelona son solo algunos nombres de la larga lista de ciudades que han visto cómo los jabalíes salvajes campan (casi) a sus anchas por sus calles. Estos animales, que normalmente se acercan lo justo a los núcleos urbanos, se han convertido prácticamente en los nuevos vecinos de muchas metrópolis no precisamente pequeñas.
Llegaron allá en 2020, cuando la pandemia de la Covid-19 encerró al planeta entero en sus hogares. Fue en aquel momento cuando estos mamíferos de la familia de los suidos se atrevieron a acercarse a núcleos de población que hasta el momento eran entornos hostiles para ellos. Con el reverdecimiento que sufrieron las ciudades durante los meses de inactividad humana, los jabalíes y otros animales salvajes se aventuraron a explorar.
Sin embargo, ahora, más de dos años después, se han convertido en un verdadero dolor de cabeza para vecinos y consistorios. Y es que, como explican en un comunicado desde el 13 Simposio Internacional sobre jabalí y otros suid celebrado en Barcelona el pasado mes de septiembre, este animal es "una de las especies de mamíferos con mayor éxito en Europa, y en el mundo".
[Un jabalí busca comida desesperado en una zona poblada de Barcelona]
Las poblaciones, alertan, "se están expandiendo en número y distribución, colonizando todo tipo de hábitats y regiones, desde zonas de alta montaña a llanuras y zonas urbanas". Por eso, el desafío está en controlar su crecimiento y mitigar los posibles impactos sociales, económicos y sobre la biodiversidad que pueda causar.
"Una gestión basada en conocimiento científico y aplicado es necesaria, ahora más que nunca, para mitigar los conflictos entre humanos y jabalí", explican en el comunicado.
Los jabalíes en la Ciudad Condal
La presidenta de la última edición del simposio, Carme Rosell, investigadora, consultora de Minuartia y colaboradora de la Universidad de Barcelona, explicó durante el mismo que "en los últimos años, la pérdida del miedo a los humanos ha aumentado notablemente los conflictos que genera la especie por la ocupación de ciudades y zonas de cultivos donde tiene acceso a fuentes ilimitadas de alimento, causando grandes pérdidas económicas al campesinado catalán".
Se calcula que solo en Cataluña viven más de 200.000 individuos de jabalí, población cuyo crecimiento se ha precipitado, sobre todo, por la desaparición del lobo. Y es que la falta de depredadores naturales de estos animales se presenta como uno de los principales motivos de su proliferación.
Sin embargo, como explica Joaquín Vicente Baños, científico coordinador de Enerwild, un consorcio europeo de expertos en vida silvestre, al diario británico The Guardian, el problema no es nuevo. Ya en 2017, mucho antes de la llegada del coronavirus, podía apreciarse el aumento de población de jabalíes. Eso sí, afirma Baños, "ahora es cuando estamos viendo las consecuencias".
Y es que, tal vez, estemos viendo cómo el ser humano está alcanzando los límites del urbanismo. Por eso, los ayuntamientos están buscando nuevas maneras de enfrentarse a esta especie silvestre.
Ese es el caso del consistorio de la Ciudad Condal: la pasada primavera lanzó un plan de choque para frenar los destrozos que los jabalíes estaban provocando en toda el área metropolitana de Barcelona. 2021 fue, además, el año en el que más evidente se hicieron las incursiones de estos mamíferos en la ciudad. Fueron 1.202 las incidencias registradas, un récord histórico que incluía hasta ataques a vecinos.
¿Hay solución?
Con su plan de choque, la capital catalana pretendía reforzar las capturas programadas en los barrios más vulnerables a estos animales e instalar una nueva jaula-trampa, con lo que ya serían tres las que habría en la ciudad. Otras acciones que se han llevado a cabo desde el ayuntamiento son el desbroce de los terrenos que dan cobijo a los jabalíes y el refuerzo de contenedores para que no tengan tanto acceso a alimentos.
Sin embargo, parece que, por el momento, la caza se ha convertido en la clave para controlar esta 'plaga'. Solo en Cataluña, se cazan aproximadamente 67.000 ejemplares de jabalí al año. Algo que ayuda a controlar la población, pero que se ha demostrado insuficiente.
Sin embargo, como remarcó Rosell en el simposio, aunque la caza sustituya, en parte, al depredador natural, lo que hay que hacer es "controlar el acceso que tienen a los alimentos, tanto en entornos urbanos como rurales". Así, explicó, se podría reducir su fertilidad. Junto a esto, concluyó, prevenir el cruce de los jabalíes salvajes con los vietnamitas se erige como una de las mejores soluciones para controlar las poblaciones de estos mamíferos salvajes que le han perdido el miedo al ser humano.