Una sequía histórica y la sobreexplotación de las reservas de aguas subterráneas han formado el cóctel perfecto este año en Doñana. En septiembre, la laguna de Santa Olalla, la última masa de agua permanente de todo el parque, se había secado y la reserva natural más importante de Europa entró en números rojos. Al menos hasta ahora, porque las lluvias parecen haber devuelto la estampa habitual al ecosistema.
Las últimas lluvias han descargado en torno a unos 70 litros en la zona. Las marismas se han vuelto a inundar y la laguna de Santa Olalla, la más profunda de Doñana, vuelve a mostrar su perfil más húmedo. Es todo un salvavidas para una reserva que se encontraba boqueando, al borde del colapso. No obstante, como explica Juanjo Carmona, abogado y coordinador de Doñana en WWF, aunque “estaban siendo deseadísimas”, esto “es solo el inicio de lo que necesitamos”.
“Hay que diferenciar la cuestión coyuntural de la estructural”, cuenta Carmona. Y es que, aunque ahora la lluvia está ayudando a aliviar momentáneamente un ecosistema estresado, estas lluvias parecen un espejismo. Como también las aves que han acudido en masa hacia el agua de las marismas.
Desde el año 2011, la reserva no cuenta con un año húmedo, es decir, de precipitaciones por encima de la media. “Esto podría convertirse en una tendencia en todo el sur de España y en Doñana” por el cambio climático, lamenta Carmona. El coordinador de la organización ecologista apunta que “al menos, hay agua para pasar estas navidades”, pero se hacen necesarias más lluvias y en un período estable hasta primavera. De lo contrario, la situación, lejos de revertirse, volverá a alcanzar una situación de alarma este verano.
Carmen Díaz-Paniagua, investigadora del Departamento de Ecología de Humedales de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC), insiste en que la clave está en los años de sobreexplotación de los recursos subterráneos de la reserva natural. “Llevamos 11 años sin tener mucha agua, pero el problema no es de ahora, viene de tiempo atrás”, asegura la científica. El problema fue “todos los cultivos de su entorno, el despegue de Matalascañas y que no se ha puesto ningún control a las extracciones de agua”.
“Ahora tenemos un problema tan gordo que nos encontramos con casos tremendos como los de este verano, que no ha habido ni una gota de agua en todo el parque”, apunta Díaz-Paniagua. Como explica, esto hace más evidente aún la necesidad urgente de frenar lo que sí se puede controlar, como es la extracción desmesurada de agua.
Según un informe de WWF, el incremento del regadío para el periodo 2015-2019 se incrementó en al menos 552,5 hectáreas, de las cuales 302,3 pertenecían a la Demarcación Guadalquivir, y 250,2 a Tinto-Odiel-Piedras. Esto completa unas 4.000 hectáreas de regadío sólo en Almonte (Huelva).
A las extracciones legales de agua para esta superficie, habría que sumar el robo de agua que se viene perpetrando desde hace años en Doñana y al que aún no se ha conseguido poner fin. En 2019, un informe del Parlamento Europeo informaba de al menos un millar. De ellos, las autoridades de la CHG clausuraron unos 400 pozos. No obstante, se desconoce si han aumentado en número en los últimos tres años.
Además, según indicó en su día una investigación de WWF, las hectáreas regadas ilegalmente –es decir, aquellas que no cuentan con derecho de riego–, han llegado a superar las 4.700 y se calcula que la media de agua extraída de manera irregular en los últimos dos años alcanza los 13 hectómetros cúbicos. Todo ello a pesar del estado deficitario estructural de sus masas de agua, tres de ellas declaradas ya en mal estado.
La reciente propuesta presentada desde el Gobierno es, por tanto, un primer paso importante, asegura Carmona. La ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, anunció dotar con 356 millones un plan para frenar el deterioro de Doñana. Entre otras cosas, se planteó la compra de fincas colindantes para reducir los derechos de riego, medidas para recuperar los acuíferos sobreexplotados e, incluso, alternativas para el abastecimiento de Matalascañas.
“Hay lagunas que no existen”
“Los años secos un sistema como este los soporta, lo que no soporta es la presión externa de los acuíferos”, reitera Díaz-Paniagua. La investigadora lleva un tiempo sin poder estudiar las lagunas de la reserva natural y desconoce si esta vez, tras las lluvias, podrá retomar sus evaluaciones.
“Gran parte de lo que veía ya no está”, apunta. “Me encuentro lagunas que no existen, y no porque estén secas sino porque ya tienen dentro pinos, arbustos, zarzas, monte blanco (un tipo de matorral puramente terrestre que no necesita mucha agua) que están cubriendo toda la laguna”, lamenta la investigadora, que asegura que esto ya no es solo síntoma de una sequía, sino de “un deterioro generalizado del sistema”.
Lo que causan las lluvias que están cayendo en la zona es que calan en las arenas de Doñana y cuando el nivel del acuífero alcanza el nivel suficiente de agua es entonces cuando las lagunas se empiezan a inundar de agua. Por este motivo, su supervivencia depende de que se produzca un ciclo hidrológico lo suficientemente estable y largo como para que al menos las conocidas como permanentes aguanten los embates de las sequías. Además del mencionado control sobre las extracciones incontroladas.
En el caso de las marismas, la situación es algo distinta. Como explica Díaz-Paniagua, son arcillas y el agua que cae de las lluvias se retiene más fácilmente. Aparte de esto, también está el agua que recibe de los arroyos. Por ejemplo, como ha informado Efe, el río Guadiamar –su principal proveedor de agua desde Sevilla– ha vuelto a recuperar su caudal tras las últimas precipitaciones. Una imagen que no se veía desde el mes de abril.
En esta especie de oasis que está viviendo la reserva natural, hoy se reúne por primera vez en todo un año el Consejo de Participación de Doñana. Más de 60 personas de las diferentes administraciones competentes y actores afectados por el estado del ecosistema celebrarán un pleno –que había sido pospuesto por las elecciones de este año en Andalucía– para evaluar la situación del parque y, sobre todo, para conocer las actuaciones que llevará a cabo la Consejería de Agricultura en el nuevo año.
Hay que recordar, que el partido de Juanma Moreno propuso antes de los comicios legalizar las hectáreas regables de regadío en el entorno de Doñana. No obstante, como recuerda Carmona, todo apunta a que esta nueva ampliación de hectáreas legales de regadío no se vaya a producir.
Según el experto, “hay oportunidad aún de salvar Doñana y es uno de los principales deberes que tenemos. No es un lugar cualquiera. Es uno de los humedales más importantes del planeta”. Asegura que las aves que pasan por este ecosistema “sustentan la biodiversidad del norte de África y de Europa, no solo de Doñana”. Por este motivo, confía en que “todavía estamos a tiempo de hacer muchas cosas para que Doñana evolucione a mejor sin las presiones a las que le estamos sometiendo”.