La Navidad es una fiesta y un ritual donde volvemos a encontrarnos con las personas que son importantes para nosotros, aquellas con las que tenemos un vínculo de afecto cariño de pasado de presente y de futuro.

El ritual se construye junto a una comida que se comparte y las experiencias de vida que hemos tenido durante el año, así como los proyectos que tendremos de futuro. Canciones, bailes y juegos constituyen ejes de este ritual que consolida los vínculos con los que contamos.

Pero ¿qué pasa con los seres queridos que han fallecido? Para todos nosotros, las personas sentimos que siguen presentes, tanto si están vivas o si hayan fallecido, su recuerdo nos acompaña, sentimos su afecto, sentimos añoranza porque son importantes y también nos acompañan con su ejemplo, con su forma de ser, con su forma de querernos. Son un modelo que hemos interiorizado.

Siempre están presentes en la Navidad, de forma silenciosa, triste y sombría, cuando no son invitados y de forma explícita. Y son una experiencia muy valiosa cuando les damos un lugar en nuestra familia, nuestra cena y celebración.

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¿Qué ocurre con las familias que integran a los que están con los que faltan?

Cuando se les incluye con gestos, fotos y acciones que les recuerden, la Navidad es más valiosa y plena, hay más comunicación familiar, florece la espontaneidad y creatividad familiar. Nos sorprende.

Un ejemplo: María declara a su familia que este año quiere rendir un homenaje al tío fallecido hace años. La familia se sorprende, se comentan muchas anécdotas valiosas y graciosas. El mal humor de la madre cambia y la fiesta resulta muy sorprendente para todos.

En Nochevieja, María prepara un farolillo chino que lanzan al aire y se eleva hacia el cielo, la luna y las estrellas. Lo cuenta con emoción y alegría. Siente una nueva vitalidad gracias al contacto espiritual con su tío que la crió de pequeña.

Pero ¿cómo incluir a los que queremos recordar con cariño? Estas son algunas de las ideas para hacerlo. 

1. Anuncio

La persona que desea hacer el homenaje al ser querido se lo comunica a las personas más cercanas y les solicita ideas, y pide ayuda para darlo a conocer a los demás. Hay que pedir diferentes aportaciones.

  • Fotos de todo el ciclo vital.
  • Comidas y bebidas relacionadas con el homenajeado. 
  • Actividades y juegos (vestirse de..., paseos a...) que le gustarían. 
  • Canciones o música preferidas. 
  • Anédoctas. 

2. Maestra de ceremonia o promotor del ritual

Dirigir la ceremonia u homenaje tiene tres tareas:

  1. Explicar el sentido del homenaje.
  2. Dar el tiempo a cada actividad.
  3. Dar la palabra a cada persona que tiene un cometido: explicar el juego, cantar, etc. 

3. Realización

Como cualquier cena o encuentro, todas las personas van aportando y realizando las actividades propuestas. Es importante dar comienzo y finalizar cada actividad. Es necesario imprimir las fotos o tenerlas en papel para que los diferentes invitados puedan ir explorándolas. También se pueden poner vídeos.

El anecdotario es uno de los momentos centrales del homenaje. Se pueden promover las anécdotas por virtudes o características, pero sin idealizar al fallecido, mostrando lo que no había terminado de madurar o mostrar con cariño esos defectos que todos tenemos.

Si hay canciones especiales, incluso elaboradas para la ocasión, hay que ensayarlas antes, tener la letra escrita y si se pueden incorporar instrumentos, mucho mejor.

4. Finalización

Es muy importante que al final cada persona cuente cómo se ha sentido y diga una frase o dos palabras para describir qué le ha parecido la actividad. Os animo a todos a incluir un pequeño homenaje en estas navidades, y seguro que será entrañable.

Me lo podéis contar después y podéis pedir consejos o ayuda en el e-mail: alejandro.jiliberto@gmail.com.

***Alejandro Jiliberto Herrera es psicólogo y autor del libro 'Duelo Constructivo: Un modelo creativo de apego para aprender y disfrutar una nueva etapa de la vida' (EOS Psicología, 2016)