Vacaciones en la cárcel: el turismo más macabro está de moda
El morbo, la moralidad o la simple curiosidad son las razones que animan a muchos turistas a visitar este tipo de escenarios del sufrimiento humano.
29 diciembre, 2022 07:44La prisión de Alcatraz, los campos de concentración de Mauthausen o la cueva Tham Luang. Estos tres lugares tienen un denominador común, fueron escenarios del sufrimiento del ser humano. En los últimos años, se han convertido en algunos de los destinos de los amantes del tanatoturismo o turismo negro u oscuro. Las cárceles están entre los destinos preferidos de estos fanáticos.
Cárceles de todo el mundo, desde Alcatraz (San Francisco) hasta La Model (Barcelona), se han convertido en exitosos destinos turísticos un tanto peculiares, pero, sin duda, atractivos.
El turismo carcelario o penitenciario es "una especie de variante del dark tourism (turismo oscuro), por la vertiente tétrica que supone visitar antiguos centros penitenciarios con cierta historia, donde, en definitiva, se privaba de libertad", explica Pablo Díaz Luque, profesor del programa de Turismo de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Según el experto, "estas visitas están reivindicando el valor de cárceles que dejan de ser usadas, pero que —o bien por sus emplazamientos, su arquitectura o su historia, o por todos esos factores a la vez— reúnen el atractivo suficiente para ser visitadas y vividas".
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Este tipo de turismo está en auge. Los visitantes buscan experimentar y conocer de primera mano una parte de la historia de una ciudad, región o país. Por ejemplo, desde que la cárcel La Model abriera sus puertas al público en 2018, la han visitado más de 154.000 personas.
Una entrada a la historia, las rejas y el sufrimiento
A la luz del alto número de curiosos que visitaron la cárcel, todo apunta que la idea de descubrir los entresijos de un centro penitenciario ha resultado ser todo un acierto. Ahora bien, ese éxito no proviene de su originalidad. Al menos, no del todo, ya que un posible precedente es el turismo del Holocausto.
Pero hay algo que diferencia al turismo penitenciario de otros tipos de turismo oscuro. Si bien en otros lugares macabros como los centros nazis se detenía y asesinaba a sus ocupantes de forma sistemática, esto no ocurría en las cárceles.
El psicoanalista y profesor de Psicología de la UOC cuenta que con las visitas a campos nazis de exterminio como Auschwitz o Mathausen, se aprecia una manera de rendir homenaje a las víctimas, de hacer una excursión cultural o de satisfacer el morbo de ver de cerca el horror que supuso para sus víctimas. Con las visitas a las cárceles esto no resulta tan evidente.
Moralidad, curiosidad, morbo...
¿Qué motivos explican este interés en conocer de primera mano estos lugares? ¿Es el morbo uno de los factores? ¿La empatía? ¿La búsqueda de conocimiento? Las razones pueden ser muy variadas. El profesor Díaz Luque las clasifica en tres tipos.
"En primer lugar, razones morales, que son las que se dan cuando el público que visita estos centros quiere conocer las condiciones en las que vivían los presos históricos encarcelados por motivos injustos de otras épocas. La mayoría de los turistas quieren aprender un poco de historia con la visita".
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En segundo lugar, se pueden apreciar turistas fascinados o con curiosidad por escenarios de sufrimiento humano". Finalmente, Díaz Luque destaca "aquellos que van por simple moda o interés por compartir esta experiencia, que ciertamente puede ser impactante, en las redes sociales (una foto desde los barrotes de una celda, por ejemplo)".
"La inmensa mayoría se trata de gozar del sesgo morboso: interés por todo aquello que supone algo patológico o violento", arguye Ubieto. "Para unos pocos, puede alimentar un delirio patológico preexistente (personas psicopáticas que visitan estos espacios como santuarios de sus fantasmas)", añade.
El orgullo de decir "yo estuve allí"
Al morbo, al aprendizaje o a la simple curiosidad, se suman otros motivos vinculados al tipo de sociedad en que vivimos, en la que el uso de las redes sociales es una práctica mayoritaria. En este sentido, Ubieto ve en este tipo de turismo "un claro afán de mostrar que uno no se pierde nada de interés y que puede afirmar '¡yo estuve allí!', puesto que todas estas visitas se fotografían y se viralizan después".
De hecho, "muchas de estas cárceles ya son virales en películas que sirven de guía. Y, como toda transgresión, rápidamente son recicladas por la voracidad capitalista, que hace de ellas un objeto de consumo, en infinidad de formas", explica.
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El psicoanalista cree que este tipo de turismo podría ser algo positivo, "siempre y cuando la visita sea guiada o comentada y se refiera al hecho histórico que supuso esa institución: historia, condiciones sociales, reivindicaciones, etc.".
Los datos pueden servir para reflexionar sobre los aspectos del internamiento (injusticias, desigualdades) y de las personas allí alojadas (tipología, penalidades…). El experto explica que sin esa transmisión de ese conocimiento, se banalizaría el propio hecho histórico.
Un mismo lugar, experiencias diferentes
En general, si se analiza la clase de turista que se interesa por esta novedosa opción, se puede concluir que nos encontramos ante un público muy variado. Y es que, tal y como detalla Díaz Luque, "no se trata solo de turistas, ya que muchos de los usuarios son parte de la población local que quiere conocer las características y la historia de estos centros, e incluso hay algunos visitantes con cierto interés por experimentar, en carne propia, cómo debe ser estar encerrado en celdas históricas como la de Nelson Mandela, por ejemplo".
El acceso a este tipo de visitas se está ampliando. El psicoanalista Ubieto, autor del libro ¿Bienvenido metaverso? Presencia, cuerpo y avatares en la era digital, señala que ”pronto se añadirán las visitas virtuales a cárceles como una atracción turística, donde la reflexión probablemente quedará en un segundo plano en beneficio del entretenimiento".