Este viernes 6 de enero acaba el plazo por el cual tendría que haber entrado en vigor la normativa que contempla que la industria tabaquera asuma la carga financiera de la gestión de las colillas que se desechan cada año en España. Sin embargo, desde Mesa del Tabaco, la asociación que representa a toda la cadena de producción de nuestro país, señalan que aún siguen esperando el desarrollo reglamentario de la ley.
“Como sector ya estamos trabajando en cómo dar respuesta a esta obligación, pendientes de su desarrollo reglamentario”, señalan desde la organización. “La responsabilidad ampliada del productor para los filtros que contienen plástico es compleja y con características diferentes a otras; por ello, su implementación está siendo muy compleja en toda Europa y sigue en desarrollo”.
Esta norma se engloba dentro de la Ley 7/2022 de Residuos y Suelos Contaminados para una Economía Circular, que transpone la Directiva de Plásticos de Un Solo Uso (SUP) de la Unión Europea, e incluye "productos del tabaco con filtros y filtros comercializados para utilizarse en combinación con productos del tabaco". Esta normativa también contempla la responsabilidad de otros fabricantes de productos de un único uso como son las toallitas o los globos.
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No obstante, para algunas asociaciones antitabaco como Nofumadores, esta medida tiene su riesgo. Para Raquel Fernández Megina, su presidenta, es importante que la industria tabaquera “sea la responsable de pagar la factura de la limpieza, pero no de gestionarla; para que lo utilicen para hacer greenwashing de su marca o de su producto y atentar así contra el artículo 5.3 del Convenio Marco de control de tabaco”.
Pone el ejemplo de Francia, donde la empresa que gestiona las colillas es “aliada” de la industria del tabaco. “Tenemos que evitar el modelo francés”, defiende.
Cómo se podría implementar
Según señala la presidenta de Nofumadores, casi no hay información sobre cómo se va a llevar a cabo la implementación de esta Ley y seguramente no vaya a hacerse antes del 6 de enero. Este medio ha tratado de ponerse en contacto con el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, aunque por el momento no ha recibido respuesta. Sin embargo, lo más probable es que este gasto repercuta directamente sobre el consumidor.
En el artículo 60.3 de la ley relativo a los regímenes de responsabilidad ampliada del productor, la normativa señala que serán los productores los que sufraguen los “costes de recogida de los residuos de dichos productos desechados en los sistemas públicos de recogida, incluidos la infraestructura y su funcionamiento y el posterior transporte y tratamiento de los residuos".
Entre los diversos costes también se incluyen la instalación de infraestructura como pequeños receptáculos para el desecho de colillas o educar al público para que no tiren estos desperdicios directamente en los espacios públicos como calles o playas.
Otra de las posibles opciones que plantean organizaciones ecologistas como Greenpeace es que se implemente un mecanismo de recogida directa de colillas en los propios estancos. Según explica Julio Barea, responsable de residuos de la oenegé ecologista, el sistema consistiría en que el comprador tendría que dejar una fianza al comprar una cajetilla de tabaco, que no se devolvería hasta que deje de vuelta las colillas. “Esto garantizaría que no se quedase ni una colilla por ninguna parte”, defiende.
De hecho, desde el pasado mes de mayo, el gobierno catalán está estudiando introducir un nuevo esquema por el cual se reembolsaría 20 céntimos de euro por cada colilla que se devuelva. Este precio se sumaría al de la cajetilla. Por ejemplo, si una cajetilla cuesta de media 5 euros, se añadiría un precio de 4 euros (0,20 € x 20 cigarrillos). El precio total sería de 9 euros, de los cuales 4 se retornarían al consumidor si este guarda sus colillas.
Un elemento muy contaminante
Las colillas tienen una gran capacidad contaminadora por su composición. “Estamos hablando de un objeto de plástico, que está hecho de acetato de celulosa”, afirma Barea. “Tiene decenas de elementos químicos que son muy contaminantes”.
Según datos de la ONU, las colillas son el residuo “más desechado de todo el mundo, sumando anualmente cerca de 766,6 millones de kilogramos de basura tóxica”. Cada minuto, se arrojan 8 millones y medio de cigarrillos en el mundo. Muchos de ellos acaban en un medio acuático que acabarán contaminando el agua dulce que bebemos o el ecosistema marino.
Los filtros pueden tardar años en degradarse, “mínimo 6 años”, cuenta Barea. Y cuando lo hacen, se descomponen en microplásticos, que se convierten en un riesgo tanto para la salud humana como para la fauna de los ecosistemas acuáticos. Asimismo, contiene una gran cantidad de elementos tóxicos como el arsénico o el plomo, que también pueden ser liberados al medioambiente.