El síndrome del olor a pescado o en argot médico, trimetilaminuria, es una enfermedad metabólica que se produce cuando el cuerpo es incapaz de descomponer ciertos compuestos que contienen nitrógeno como la trimetilamina (TMA), tal y como explica el Centro de Información sobre Enfermedades Genéticas y Raras (GARD) de Estados Unidos.
La trimetilamina se produce en el intestino cuando se ingieren ciertos tipos de alimentos, como huevos, hígado, legumbres, pescado o algunas verduras. Cuando comienza a acumularse en el cuerpo, se libera en forma de sudor, orina, fluidos reproductivos y la respiración con un característico olor que se asemeja al pescado podrido. En el caso de las mujeres, puede liberarse a través de los fluidos vaginales.
Esta enfermedad rara suele manifestarse desde la infancia, aunque, debido al amplio desconocimiento que aún existe entre los médicos, en muchas ocasiones el diagnóstico se retrasa durante años. La demora no tiene consecuencias para la salud, pero el paciente puede ser víctima de un gran rechazo social.
Tal y como explica un artículo de la revista científica Endocrinología y Nutrición, la excreción masiva de TMA no es algo tóxico, por lo que las principales consecuencias clínicas son de naturaleza psicosocial. “En muchos se desarrollan trastornos de la personalidad, obsesión por la higiene corporal, cuadros de ansiedad y síndromes depresivos graves”, indica el artículo.
[Las claves para mantener una buena salud mental y evitar la ansiedad en el próximo año 2023]
El origen del síndrome
El primer caso de este síndrome fue descrito en la revista científica británica The Lancet en 1970. Según explica el GARD, la mayoría de los casos de esta enfermedad se originan debido a cambios (variantes o mutaciones) en las dos copias de la enzima hepática flavinmonooxigenasa 3 o gen FMO3.
Las mutaciones en el gen impiden que la enzima pueda funcionar correctamente, por lo que es incapaz de descomponer compuestos como la trimetilamina y, así, comienzan a acumularse en el cuerpo, originando excreciones con un intenso y desagradable olor a pescado.
En otros casos, si la persona solo es portadora de una copia alterada del gen FMO3, señala el GARD, el síndrome puede estar causado por un alto nivel de TMA debido a la presencia de bacterias productoras de trimetilamina en el intestino o a una “dieta rica en alimentos que crean trimetilamina a medida que se metabolizan (descomponen)”.
No obstante, las personas portadoras de un único gen alterado pueden tener síntomas más leves que aquellos que tengan las dos copias del gen alteradas.
[Los consejos de la doctora Sari Arponen para poner a punto el sistema inmunitario y vivir más años]
El tratamiento
Por desgracia, la trimetilaminuria no tiene cura. Sin embargo, existen una serie de opciones terapéuticas para disminuir u ocultar el olor corporal que pueden mejorar ostensiblemente la calidad de vida de los afectados. Entre los diferentes tratamientos aconsejados por el GARD están:
-
Dar dosis bajas de antibióticos para disminuir la cantidad de trimetilamina que se produce por bacterias en los intestinos.
- Dar laxantes para disminuir la cantidad de tiempo que los alimentos pasan en el intestino y reducir la producción de trimetilamina.
- Dar suplementos nutricionales (carbón vegetal activado y clorofilina de cobre) para disminuir la concentración de trimetilamina en la orina.
- Usar jabones con un pH moderado (entre 5,5 y 6,5) que pueden ayudar a eliminar la trimetilamina secretada.
- Dar suplementos de riboflavina (vitamina B2) que puede mejorar cualquier actividad de la enzima FMO3 existente.
- Evitar ejercicio intenso, estrés, trastornos emocionales, y otros factores que pueden hacer sudar.
Asimismo, un cambio en la alimentación puede ayudar mucho en la tarea. Para ello, los expertos de la Revista Española de Nutrición Humana y Dietética crearon una tabla en la que el paciente puede puntuar el olor corporal que les produce cada alimento. Con ello, podrán “combinar y planificar su alimentación en función de las comidas y actos sociales”.
En todo caso, lo más eficiente es eliminar de la dieta aquellos alimentos que puedan contener TMA y sus precursores (colina, lecitina, y N-óxido de trimetilamina). La colina está presente en grandes cantidades en huevos, hígado, riñones, guisantes, habas, cacahuetes, productos de soja, coles de Bruselas, brócoli, repollo y coliflor. El N-óxido de trimetilamina está presente en los pescados y mariscos.