"Tenemos que despertarnos y ponernos a trabajar". Con esta contundencia, el secretario general de la ONU, António Guterres, proclamó sus prioridades críticas —y por extensión, las de la organización— para este año.
El alto funcionario de Naciones Unidas, después de dar sus condolencias e informar sobre los esfuerzos realizados para aliviar los efectos del terremoto en Turquía y Siria, exploró los desafíos a los que se enfrenta la Asamblea General y el resto de instituciones de la organización.
Desde las consecuencias humanitarias de las guerras hasta el deterioro de la situación de los derechos humanos, pasando por otros problemas transversales como la pobreza o la desigualdad de género, en la sesión, se hizo un balance de lo conseguido y lo que queda por hacer.
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“Este camino es un callejón sin salida”, advirtió Guterres. Pero esto no significa que no haya nada que hacer. El secretario general también reconoció que “sabemos cómo cambiar las cosas” en ámbitos como el cambio climático, las finanzas o la resolución de conflictos.
Una nueva agenda para la paz
"Esto es lo más cerca que ha estado el reloj de la hora más oscura de la humanidad", señaló Guterres. Y recordó la posición actual del reloj del Apocalipsis: está a solo 90 segundos de la catástrofe completa.
El jefe de la ONU puso énfasis en resolver las crisis actuales, muchas de las cuales provocadas por la ausencia de paz. En Palestina e Israel, la solución de los dos Estados se aleja cada día más; en Afganistán, se pisotean los derechos de mujeres y niñas; en el Sahel, la seguridad se deteriora a un ritmo alarmante; y, en Myanmar, Haití y otros lugares, hay 2.000 millones de personas afectadas por los conflictos y las crisis humanitarias.
“La Nueva Agenda para la Paz debe tratar todas las formas y ámbitos de las amenazas”, insistió Guterres. E instó a los Estados a aproximarse a los conflictos desde una “visión holística”, identificando las causas profundas y centrándose en todos las etapas de los procesos de paz, integrando a las mujeres y los jóvenes todas ellas.
Alegato por la transformación
Para el alto funcionario, es necesaria una transformación que hunda sus raíces en todo lo que define la organización internacional: la Carta y la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
“Este año se celebra el 75º aniversario de la Declaración Universal, que resume nuestra misión común de defender y elevar nuestra humanidad”, explicó. De estos principios, es de dónde todavía se puede aprender. “Debemos inspirarnos en su espíritu y su sustancia”, añadió.
Otra de las hojas de ruta, según Guterres, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que no deben desaparecer “en el espejo retrovisor”. De cara a estos objetivos —y a la Cumbre ODS de septiembre—, “el mundo debe unirse para movilizar recursos”.
"El patriarcado se reafirma"
En su alegato, el secretario general puso el foco la situación de las mujeres en el mundo. “La discriminación de género es global, crónica, omnipresente y frena a todos los países”, dijo.
Pero hizo especial hincapié en países como Afganistán o Irán. “Las mujeres y las niñas de Afganistán son exiliadas en su propio país, proscritas de la vida pública, con todos los aspectos de su vida controlados por los hombres”, dijo Guterres. Y recordó una frase que todavía resuena y que pronunció una joven trabajadora social afgana: "Estamos muertas y, sin embargo, vivas”.
“La igualdad de género es una cuestión de poder. El patriarcado, con milenios de poder a sus espaldas, se está reafirmando”. Irán es otro de los escenarios mencionados por Guterres. Allí, “mujeres y niñas se han echado a la calle exigiendo derechos humanos fundamentales, con un gran coste personal”, advirtió.
Los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y niñas también están en peligro. Incluso hay gobiernos que, a nivel multilateral, se niegan a incluir una perspectiva de género en las negociaciones. "Al ritmo actual, las mujeres podrían tardar 286 años en alcanzar el mismo estatus jurídico que los hombres", advirtió Guterres. "Y las cosas van a peor".
Guterres deja un mensaje claro a los decisores políticos: actuar, pero no centrándose únicamente en lo que puede pasar hoy, sino en lo que le ocurrirá al mundo mañana. “Necesitamos corregir el rumbo”, concluyó.