Los milagros a veces ocurren en los momentos más oscuros. Bajo los escombros de una casa al norte de Siria, una bebé recién nacida aún unida a su madre fallecida por el cordón umbilical fue rescatada por los equipos de rescate. Su caso, como el de otras miles de familias sirias sepultadas bajo los edificios, hace que los allegados recen por volver a encontrarse con sus seres queridos.
Por el momento, el terremoto de 7,8 grados de magnitud que sacudió Siria y la vecina Turquía, ya ha dejado 2.662 fallecidos y 4.985 heridos en el país árabe, según ha informado la Agencia EFE esta mañana. La mayoría se han producido en las provincias de Idlib y Alepo, ambas bajo control de grupos rebeldes opositores de Bashar al-Ássad.
Según aseguran desde Médicos Sin Frontera (MSF), esta cifra podría aumentar considerablemente, ya que muchas personas siguen atrapadas bajo los escombros. La localidad de Afrin (gobernación de Alepo), podría ser la zona más afectada. Por ahora, miles de personas se han quedado a la intemperie con un clima especialmente complicado de frío, con temperaturas que llegan a menos cero.
[Llueve sobre mojado en Siria: el terremoto aboca al norte a una nueva crisis humanitaria]
“Las familias intentan sobrevivir sin hogar, sin acceso a alimentos, a temperaturas bajo cero, al tiempo que tratan de hacer frente al impacto físico y mental de este terremoto”, afirma Johan Mooij, director de respuesta en Siria de World Vision.
Estas regiones, que tienen unos 4,5 millones de habitantes conjuntamente, ya vivían en gran parte de la ayuda humanitaria. A la guerra de más de una década, se une la difícil situación económica y la pandemia de la Covid y un brote reciente de cólera, que ha terminado por empeorar la situación.
"Las necesidades humanitarias ya eran extremadamente graves en el noroeste de Siria, y este devastador terremoto ha añadido un trauma a la crisis que se vive allí. Las instalaciones sanitarias ya estaban mal equipadas y no podían hacer frente a las necesidades, pero ahora muchas han quedado destruidas”, explica Mooij.
Ahora, tras el terremoto, las regiones rebeldes tienen un gran obstáculo por delante para recibir asistencia internacional y hacer frente a las consecuencias del devastador terremoto. Por un lado, el gobierno de Damasco impide el acceso a la zona de algunas organizaciones internacionales. Por otro, la ayuda debe ser aprobada también por el Gobierno turco, ya que solo puede pasar por el cruce de Bab al-Hawa, en la frontera turca.
[El otro desastre que puede crear un terremoto como el de Turquía está bajo el suelo]
Aunque, como señaló Mark Lowcock, exjefe de asuntos humanitarios de la ONU, a The Washington Post, “Turquía ahora está completamente abrumada con el trato y la ayuda a su propia gente que, de manera realista, no podemos esperar que priorice centrándose en facilitar la ayuda a los sirios”.
Por ello, organizaciones como MSF han pedido al Gobierno turco mantener el paso abierto y que haya más puntos de accesos para que entre la ayuda humanitaria en el noroeste de Siria, ya que el terremoto ha dañado numerosos puntos de las carreteras que conducen a la frontera.
Así, la oenegé médica advierte de que “un posible retraso en la importación de material de ayuda y médico a Siria sería un grave problema, ya que casi todas las organizaciones y actores dependen de este paso para sus actividades”.
Por su parte, la ONU ha avisado de que hay una ventana de aproximadamente siete días en las que se pueden encontrar sobrevivientes. “Puede suceder más tarde, pero es realmente crítico que estos equipos internacionales de rescate lleguen lo antes posible”, recalcó Jens Laerke, portavoz de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).