¿Se puede diseñar una ciudad para ser reutilizada? ¿Se pueden 'salvar' componentes de viviendas antiguas y darles una segunda vida? ¿Y acabar con las demoliciones para que todos los edificios, todas las ciudades y pueblos, sean realmente circulares?
Aunque parezca fruto de un imaginativo mañana utópico, ese futuro ya es real. La deconstrucción y el diseño modular son –y serán– fundamentales para (re)construir municipios en clave circular. Y es que, ahora, en el presente, ya hay ejemplo de urbes que apuestan por deconstruirse, por desensamblar sus edificios y darle una segunda oportunidad a los materiales que sean reutilizables para, así, evitar alimentar aún más los vertederos.
Una de ellas sería, por ejemplo, Portland (Oregón, EEUU), donde ya en octubre de 2016, como explica la BBC, se adoptó una ordenanza municipal que anima a que se "deconstruyan" todas las casas unifamiliares construidas a partir de 1940. Así, desde entonces, la mayoría de las viviendas, en vez de ser demolidas y convertidas en escombros, se desmontan a mano para intentar recuperar todo el material posible.
Otras ciudades estadounidenses, en aras de proteger el medioambiente y apostar por la economía circular, han seguido los pasos de Portland. Milwaukee (Wisconsin), Palo Alto (California), San Jose (California) o San Antonio (Texas) son algunas de las urbes que han decidido reducir el número de escombros en sus vertederos.
Al otro lado del charco, la Unión Europea también está fomentando la deconstrucción y, sobre todo, el diseño de edificios para que se puedan deconstruir. Un ejemplo sería el proyecto Cadran Solaire en Grenoble (Francia), que ha conseguido recuperar el 98% de los materiales.
¿Qué pasa con los materiales?
La mayoría de las veces, la deconstrucción de viviendas permite que se recuperen un porcentaje alto de materiales y, por tanto, se 'rentabilicen' esos días extra que supone este proceso. Porque deconstruir una vivienda unifamiliar puede llevar hasta 10 días; por el contrario, la demolición se acaba en tan solo un par. El problema está, sin embargo, en que es prácticamente imposible saber el valor de los materiales de un edificio antes de 'desmontarlo'.
Por eso, explica el arquitecto e investigador de la Universidad de Cornell (EEUU) Felix Heisel a la BBC, se están intentando desarrollar nuevas herramientas que permitan a los obreros saber qué será reaprovechable y qué no. Un ejemplo es el Lidiar, un detector que analiza las paredes.
Aunque el verdadero problema de la deconstrucción de inmuebles se esconde en lo más profundo de sus paredes: todos esos productos tóxicos con los que, en su momento, se trataron algunos materiales y que se funden con madera y hormigón.
Diseñar para desmontar
En el futuro, la solución tal vez esté en una nueva manera de diseñar. Como en la fabricación de envases o prendas de vestir, el ecodiseño podría convertirse en la nueva forma de entender la arquitectura y la construcción.
Pero en este sector lo que realmente está despuntando es el concepto de 'diseñar para desmontar'. Es decir, pensar la nueva construcción desde el futuro y preguntarse cómo tiene que ser este edificio para que, cuando acabe su vida útil, se pueda desmontar con facilidad.
La idea, como ocurre con tantas otras innovaciones sostenibles, consiste en volver atrás, a los inicios del ser humanos, cuando éramos uno con nuestro entorno. Las yurtas o los tipis de los pueblos nómadas son un buen ejemplo para entender lo que significa diseñar con vistas a desmontar la construcción. También lo es la arquitectura tradicional japonesa, que pensaba las casas niponas para poder mover componentes y reutilizarse.
Pero la clave de este 'diseño desmontable' estaría en sus cimientos: los materiales que se elijan a la hora de construir son fundamentales. Y es que algunos son más fáciles de reciclar que otros, y en algunos casos son perfectos también para reducir la huella ecológica de los edificios. Por ejemplo, utilizar madera o acero en vez de hormigón, pladur o yeso es esencial si se pretende reutilizar los materiales a largo plazo.
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Construcción modular
Si bien elegir las 'materias primas' correctas es esencial, de nada sirve si se ensamblan de manera incorrecta. Para que el 'diseño desmontable' funcione de verdad es necesario que se ponga especial cuidado en la construcción en sí. Las conexiones entre partes (vigas, pilares, paredes, suelos, etc.) han de pensarse para poder desunirse en caso de necesidad.
Por tanto, los edificios del futuro no tendrán juntas escondidas en lugares complicados de alcanzar. Los arquitectos y constructores que ya apuestan por este tipo de construcción están optando por sustituir adhesivos químicos y soldaduras por tornillo extraíbles o cierre mecánicos. Y es que la perfección está en los pequeños detalles: algo tan sencillo como sustituir los clavos por tornillos permitirá que en un futuro se puedan reutilizar las piezas de madera.
Eso sí, algo en lo que coinciden todos los expertos en diseño es que sin estandarización, los edificios reutilizables no se harán realidad. La verdadera economía circular de la construcción está en conseguir unas medidas y estándares comunes para poder intercambiar piezas con facilidad.
Ventajas del diseño modular
Pero este diseño modular o desmontable no solo permitirá que se alargue la vida útil de los materiales de construcción. Para la ciudadanía, supone también una ventaja clave: las reparaciones y las modificaciones en estancias del hogar se tornan más sencillas (y baratas).
Este tipo de edificios permiten que se puedan mover paredes –que no sean muros de carga– sin tirarlas abajo, o sustituir ventanas, puertas o apliques de una manera menos engorrosa. Incluso, este tipo de diseño permite que se cambien por completo los usos de las estancias de manera relativamente sencilla: una habitación podría convertirse en una cocina, y un salón en una oficina, todo a base de desatornillar y reubicar.
Según varios estudios, las edificaciones que desmontan y reutilizan el acero en vez de fundirlo para empezar de cero pueden llegar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 80%. Además, el ahorro energético también es significativo: se podría evitar el gasto de hasta un 70% de energía.
Y aunque parezca difícil de visualizar, tal y como cuentan en la BBC, ya hay ejemplos prácticos –y exitosos– de esta manera de entender la construcción. La base de sostenibilidad de la NASA, un edificio en el Centro de Investigación Ames, en Mountain View (California, EEUU), es un ejemplo de diseño modular. Como también lo es el Intelligent Workplace de la Universidad Carnegie Mellon, en Pittsburgh (Pensilvania, EEUU).