Samuel Plá y Nuria El Khadir, la 'guardia del lince ibérico' que lidera la reconquista del felino en territorio de condes
La Fundación CBD-Hábitat ha logrado multiplicar por diez los ejemplares de esta especie en peligro de extinción en sólo veinticinco años.
3 mayo, 2023 02:108:30 de la mañana. El viento agita las ramas del encinar de la Finca El Castañar, en Mazarambroz, Toledo. Un grupo de personas espera dentro de un todoterreno con el motor apagado. Silencio absoluto. El termómetro marca quince grados, y subiendo. Inédito para una mañana del mes de abril. Todos miran de reojo la hora, porque el tiempo se agota. Cuando suba demasiado el sol, el calor provocará que el lince ibérico desaparezca hasta la noche.
Samuel Plá, el guía, otea el horizonte con unos gigantescos prismáticos. Busca a alguno de los barbudos felinos que ocupan, desde hace casi una década, esta finca de 5.000 hectáreas castellanomanchegas pertenecientes a la familia de José Finat y de Bustos, duque de Pastrana y conde de Mayalde.
Plá es uno de los representantes de CBD-Hábitat, la fundación que mejor conoce al lince de toda España, que es lo mismo que decir del mundo. "¿Escucháis a las urracas?", pregunta, rompiendo como un trueno el silencio. Todos giran el cuello impulsivamente, buscando el sonido con la mirada. Max Milligan, prestigioso fotógrafo escocés, no separa el ojo de su Leica, siempre al acecho de lo salvaje; el documentalista y filántropo Paul Lister, fundador de The European Nature Trust y hombre curtido en mil ruedos, tampoco puede evitar la emoción.
Pero no hay nada nuevo en el horizonte. Sólo se mueven conejos y liebres que se camuflan en la tierra árida de los Montes de Toledo. Observándolos, algún que otro milano cruza el cielo. Una codorniz despistada marca territorio con su aguileo, y un gigantesco tábano negro revolotea en torno al jeep. "Prestad atención", insiste, en un susurro, como esforzándose o rezando para que la presa se deje ver. Sí, es cierto: entre el rumor de las ramas se percibe un leve graznido de alerta de la urraca. "Eso significa que hay un lince cerca".
Como un chamán en simbiosis con una naturaleza que forma parte de su ADN, Plá arranca de nuevo el motor del Nissan 4x4 y se dispone a avanzar para dar caza –entiéndase, a disparo de obturador– a un ejemplar del animal. El fantasma felino al que trata de encontrar es uno de los casi 40 ejemplares que conviven en esta finca sobre cuyos olivos y encinas brotan las cúpulas del aristocrático Palacio de El Castañar. No en vano la joya de la corona de los felinos españoles crece y se reproduce en torno a un palacio centenario en el que otrora fueron recibidos reyes, marqueses, duques y condes.
A pesar de los esfuerzos del guía, el equipo vuelve con los carretes vacíos y los teleobjetivos empolvados. El lince ha hecho gala de aquel sobrenombre con el que Félix Rodríguez de la Fuente lo bautizó hace décadas: el fantasma del matorral.
Es un animal difícil de ver, en parte por los escasos ejemplares que transitan la Península Ibérica y, en parte, porque es una especie huidiza que prefiere esconderse entre olivos, castañares y malezas durante el día, pues escoge las primeras horas de la mañana y la noche para salir a cazar su alimento favorito: los conejos. Tras tres horas de 'safari' improvisado, el equipo vuelve, exhausto y abrasado –el termómetro ya marca los 30 grados– a la base de operaciones de El Castañar, dispuesto a encontrar linces en la siguiente expedición, que será nocturna.
"El principal problema al que se enfrenta hoy el lince es a la falta de conejos. Sin ellos, no sobrevive", sentencia, tajante, Nuria El Khadir, bióloga y directora gerente de CBD-Hábitat, una de las máximas responsables de la fundación que, desde 1998, se dedica a la recuperación del lince ibérico en España.
Durante sus veinticinco años de trabajo, la oenegé conservacionista ha conseguido multiplicar de forma exponencial el número de ejemplares del felino. De los escasos 90 que había a finales del siglo veinte, hoy su equipo puede decir, no sin cierto orgullo, que gracias a CBD-Hábitat la población del animal suma más de 1.300 ejemplares. Aunque no es suficiente y sigue en peligro de extinción, su desaparición parece cada vez más improbable.
Llevar a cabo esta gesta titánica no ha sido fácil. Tampoco barato. Recuperar al escurridizo Lynx pardinus ha requerido de millonarios fondos europeos y privados, entre ellos los suministrados por cinco programas LIFE. El último aún sigue en activo: LIFE Lynxconnect, que busca crear una "metapoblación genética y demográficamente funcional" de esta especie. Gracias a la colaboración de la Unión Europea y el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, el equipo de CBD-Hábitat sentado las bases para devolver a España a su felino más insigne.
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"Para que el lince ibérico tenga una oportunidad de sobrevivir, su población silvestre actual debe multiplicarse al menos por cinco. Además, es necesario que sus territorios se amplíen y se conecten entre sí, para conseguir un intercambio genético entre poblaciones que garantice el futuro de la especie", señala El Khadir. Mantenerlos tal y como están es útil, pero se necesita mucho más trabajo para que el lince ibérico pueda reproducirse y echar a andar, como quien dice, sin necesidad de respiración asistida.
PREGUNTA.– ¿Cuáles han sido los principales logros de CBD-Hábitat en sus veinticinco años de existencia?
RESPUESTA (NURIA EL KHADIR).– CBD Hábitat está compuesta por un equipo de biólogos, ingenieros de montes, técnicos de campo y veterinarios que trabajan sobre el terreno. Los principales proyectos que han contribuido a la recuperación del lince han sido llevados a cabo en fincas donde se tienen acuerdos para abordar las amenazas que ponen en riesgo las especies en peligro, trabajando con actuaciones de fomento de conejo como de mejoras de hábitat. Paralelamente, monitorizando con cámaras de fototrampeo y collares de radioseguimiento a casi 550 linces entre Jaén, Extremadura, Toledo y Ciudad Real. Nuestro trabajo ha contribuido, junto a las administraciones, otras oenegés, empresas, cazadores y agricultores, a la multiplicación de los ejemplares de lince hasta llegar a la cantidad de 1365 en el censo del 2021. Ha sido un trabajo en equipo.
P.– Habrá supuesto una inversión millonaria.
R.– Desde el comienzo ha habido cinco LIFE Naturaleza dedicados a la conservación del lince. El coste aproximado ronda los 5 millones de euros en 25 años, al menos por parte de la Fundación. En la actualidad estamos trabajando en calidad de socio en el proyecto Lynxconnect, coordinado por la Junta de Andalucía, y donde actúan 21 socios más.
P.– ¿Es el lince un animal bien aceptado por la población rural, a diferencia del lobo?
R.– El lince ibérico es un animal que, por lo general, le parece simpático a todo el mundo. Su mirada, su belleza y su elegancia hacen que todo el mundo que tiene la suerte de verlo en el campo se enamore a primera vista.
P.– ¿Cómo ha sido el proceso de divulgar sobre las virtudes del lince entre ganaderos o agricultores? ¿Han encontrado reticencias?
R.– La manera de trabajar de la Fundación es utilizando como herramienta de trabajo el acuerdo de colaboración como custodia del territorio, directamente con todos los actores que conviven con esta especie. Las reticencias siempre surgen cuando llegamos a una zona nueva. Pero van desapareciendo con el paso del tiempo, cuando se dan cuenta de que este animal ayuda a mejorar otras poblaciones, como, por ejemplo, la de las perdices. Es un depredador que está en lo alto de la pirámide y elimina competencias con el resto de mesocarnívoros.
"El lince no está salvado"
Uno de los grandes logros de la Fundación CBD-Hábitat, que también trabaja en la recuperación de águilas imperiales y focas monje en Mauritania, ha sido implicar a los propietarios de las grandes fincas para que colaboren en la lucha por preservar esta especie. Samuel Plá toma el relevo a su compañera, aún con la gorra verde grisácea de la expedición puesta sobre su cabellera. Acaba de guardar en el maletero del todoterreno una suerte de antena parabólica de radiofrecuencia con la que localiza los collares de los linces marcados. Así sabe si están cerca o lejos.
"Nuestra manera de trabajar desde el principio ha sido estando en primera línea, codo con codo con todos los actores alrededor de las especies que se encuentran en peligro", asegura. "Otro éxito ha sido saber trabajar unidos con administraciones, oenegés, empresas privadas, propietarios y el sector de la caza". Entre los principales partners de CBD-Hábitat se encuentra la fundación de Lister, The European Nature Trust (TENT), que también ha participado en otros proyectos de recuperación de la biodiversidad española, como el de la conservación del oso cantábrico junto a la Fundación Oso Pardo.
Los linces ibéricos están distribuidos de forma irregular en todo el territorio nacional, pero generalmente se concentran en el hemisferio sur de la Península. Las mayores poblaciones se encuentran en el Parque Natural de Andújar, en la Sierra Morena jienense; en el Parque Nacional de Doñana; en los montes de Toledo de Castilla-La Mancha y en el Valle del Guadiana, en Portugal. También hay pequeñas poblaciones en Extremadura y Castilla y León y se prevé que CBD-Hábitat pueda reintroducirlo próximamente en Aragón y Cataluña.
El conejo: tabla de salvación
A pesar de los grandes esfuerzos por multiplicar su población, el lince ibérico es una especie que sigue en la lista de mamíferos en peligro de extinción. Entre las principales causas de su amenaza está la degradación de la población de conejos, su alimento esencial, que ha disminuido enormemente en las últimas décadas debido a las enfermedades endémicas de sus dos subespecies y al desplazamiento de su población debido al cambio climático.
Patologías como la mixomatosis o la enfermedad hemorrágico vírica han provocado que las poblaciones de conejos hayan quedado diezmadas a lo largo y ancho de España. El aumento de las temperaturas y la sequía –y la consecuente destrucción de los ecosistemas de los que se nutren estos animales– ha forzado a muchas comunidades de conejos a desplazarte hacia zonas agrarias, fuente fácil y rápida de alimento, lo que provoca plagas localizadas, como la de los falsos 'conejos híbridos'.
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"El lince no es un carroñero, sino un depredador apical, es decir, líder de la cadena trófica, que caza mediante técnicas de acecho y rececho. Por ejemplo, no come basura. Es bastante selectivo con su menú", asegura Samuel Plá.
El lince, por tanto, no está salvado todavía. "El conejo ha sufrido grandes enfermedades y nadie dice que no sufra una cuarta, que muten los virus que lo afectan o experimenten una nueva recaída en sus poblaciones. Luego está el cambio climático: es una incógnita cómo las especies del monte mediterráneo lo van a afrontar en los próximos años porque sus hábitats se están desfragmentando".