Hacer un pollo asado, una lasaña o un bizcocho. El horno es uno de nuestros mejores aliados en la cocina. Sin embargo, uno de los grandes problemas que tienen muchas personas para encender este electrodoméstico es la gran cantidad de energía que utiliza. De hecho, el horno gasta más electricidad que la vitrocerámica o el microondas, pero con unos pocos trucos, lo podrás utilizar de una forma mucho más eficiente.
Según los expertos energéticos de Endesa, un horno convencional suele tener entre 900 y 3.500 vatios de potencia, aunque depende mucho de las funciones y de cómo lo utilicemos. Por ejemplo, en un uso doméstico, un horno eléctrico tiene una potencia promedio de 1.500 vatios en su uso normal.
El horno, aseguran desde Endesa, gasta alrededor del 8,3% de la electricidad que consumen los aparatos eléctricos de nuestro hogar. Por ello, desde ENCLAVE ODS recopilamos algunos consejos para cocinar en el horno y no gastar energía de más.
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1. No abras la puerta
Abrir la puerta del horno puede bajar la temperatura rápidamente y, por tanto, necesitará otros tantos minutos para volver a coger la temperatura. Por ello, trata de no abrir la puerta más que lo estrictamente necesario. También puedes utilizar la configuración del ventilador —si lo tiene tu horno— para distribuir más uniformemente el calor.
2. Aprovecha el calor residual
Si usas un horno eléctrico, puedes apagarlo cinco minutos antes de que finalice la cocción indicada, ya que retendrá el calor. Con este pequeño truco, puedes ahorrar más de 3 euros al mes, según los expertos de Endesa.
Una vez termines de cocinar, además, podrás usar el calor residual para calentar la casa o incluso para calentar platos o asar, tostar y deshidratar. El cocinero británico Jamie Oliver recomienda, por ejemplo, utilizar este calor para hacer manzanas deshidratadas. Simplemente tienes que cortar la manzana en rodajas finas y colocarlo en el horno con el calor residual. Es un complemento perfecto para combinarlo con el yogur para el desayuno.
Otros alimentos que se pueden cocinar con el calor residual del horno son tomates asados —tienen que estar maduros—, picatostes, garbanzos crujientes —simplemente coger un bote con garbanzos ya cocidos, escurrir, sazonar y hornear— o granola para el desayuno.
3. Cocina varios platos a la vez
Si, por ejemplo, ya tienes pensado el plato para el día siguiente, aprovecha el horno y cocina dos cosas a la vez. No sólo conseguirás ahorrar energía, sino también tiempo. Los alimentos que no se coman de inmediato se pueden dividir en porciones y, después, simplemente calentarlo en el microondas.
4. Un buen mantenimiento
Limpiar un horno es una tarea poco atractiva, pero el que esté limpio ayuda a que todo pueda funcionar correctamente y, por tanto, de una manera más eficiente. Por ejemplo, la suciedad acumulada puede calentar en exceso la resistencia. Por tanto, limpiar periódicamente el horno nos permitirá ahorrar energía y alargar la vida útil de este electrodoméstico.
5. Elige un horno con alta calificación energética
Si bien la inversión inicial es más alta, elegir un horno con una calificación energética A puede suponer un importante ahorro en la factura de la luz mensual, por lo que el alto precio inicial se compensaría a largo plazo.