“La inteligencia es tu actitud y tu habilidad para adaptarte a tu entorno”. Así de simple y conciso es Robert J. Sternberg, toda una eminencia de la psicología cognitiva en Estados Unidos, cuando se le pregunta por una de las áreas que lleva décadas estudiando. “Ser inteligente no tiene que ver con lo que haces con tu vida, ni con un examen, ni unas notas en el colegio o la universidad, ni un logro académico”.
El profesor de la Universidad de Cornell (EEUU) hace especial hincapié, durante su conversación con ENCLAVE ODS, sobre la importancia de entender qué es la inteligencia y saber definirla, tanto fuera como dentro del ámbito académico. De ello, asegura, dependen los derroteros que tomará la educación.
Por eso, este psicólogo no duda en insistir sobre cómo redefinir la inteligencia para que vaya más allá de "una letra o un número". “La inteligencia es lo que estás haciendo con tu vida, es vivir de una manera que tenga coherencia con quien eres, y que no solo sea bueno para ti, sino también para el mundo”, repite.
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Y lo explica: “Ser inteligente quiere decir que lo que haces con tu vida convierte el mundo en un lugar mejor”. Pero esta habilidad no se queda ahí, quieta, inmutable. “La inteligencia también es monitorizar y evaluar tus acciones, preguntarte si estás haciendo lo correcto, si sales con la gente que deberías, si trabajas en lo que deberías… y cuando inevitablemente la respuesta sea no, hacer algo para cambiarlo”, sentencia.
"Gente lista haciendo cosas estúpidas"
Este psicólogo oriundo de Nueva Jersey lleva más de tres décadas investigando y teorizando sobre este concepto, el de la inteligencia, y si la manera en que se mide es la adecuada o no. Para él, ni los test de inteligencia ni el cociente intelectual son realmente representativos de la capacidad de un ser humano. “Estoy totalmente en contra de la idea de que hay algo en tu cabeza que te hace inteligente”, afirma.
Porque, al fin y al cabo, explica Sternberg, “la inteligencia parte siempre de una interacción entre la persona que eres, lo que necesitas hacer y el entorno en el que lo haces”. Por eso, insiste en que para él, hablar de una persona inteligente es hacerlo de una “interacción” entre la persona y “las cosas que necesita hacer en un momento específico de la vida”.
Y es que, asegura el psicólogo, se puede ser inteligente como estudiante, pero no como trabajador. O una persona puede ser “lista” en su papel de marido o esposa, pero no necesariamente como estudiante. Además, asegura, el entorno en el que se dan las interacciones es clave para hablar de inteligencia (o de la falta de ella). Las circunstancias cambian de un país a otro y, por tanto, dice, se es inteligente de diferente manera en España que en China o Ghana.
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La inteligencia, por tanto, para Sternberg, se trata “siempre” de una manera de interactuar contigo mismo, con el resto y con el contexto en el que vive. “Por eso, hay mucha gente lista haciendo cosas estúpidas”, indica.
Y advierte: “Pero no hay que poner el foco en la tontería, sino en si la persona que la hace aprende de la situación o no”. ¿Volverás a hacer esa estupidez y cometer los mismos errores o aprenderás de ello para que no se repita? Ahí está la cuestión para saber si eres una persona inteligente que ha hecho una tontería… o no.
¿Ha evolucionado la inteligencia humana?
La adaptación al contexto, al entorno, determina la inteligencia de una persona. Si el entorno cambia con los años, ¿qué ocurre? “Que la inteligencia evoluciona”, sentencia Sternberg. Algo que, dice, se entiende a la perfección con un ejemplo: “Cuando yo era pequeño, ser inteligente significaba hacer cálculos aritméticos; eso ahora no es así. Con las calculadoras y los ordenadores, una habilidad que en el pasado era importante para vivir, ahora ya no lo es”, explica.
Y es que, asegura, hay habilidades que con el paso del tiempo y la evolución tecnológica han perdido relevancia. Cosas que hace un puñado de décadas eran esenciales para manejarse en el día a día, ahora no lo son tanto.
“Tal vez en el futuro la capacidad de redacción sea menos valiosa por el uso de los chatbots, ¿quién sabe?”, bromea. Hay habilidades, en cambio, que han “ganado importancia”; aunque, lamenta, “los test de inteligencia no han cambiado a la par que el mundo”.
¿Realidad o ficción?
Hoy en día, argumenta Sternberg, sumergidos como nos hayamos en la era digital, ser inteligente tiene mucho más que ver con “ser capaz de buscar y reconocer fuentes de información fiables y no aquellas que te dicen lo que tú quieres escuchar”.
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El pensamiento crítico, por tanto, es la nueva habilidad de oro, especialmente cuando este se muestra “con la información que ofrecen las fuentes que por lo general son creíbles”. Porque, exclama, “hay mucha mierda en internet y en las redes sociales”. Y matiza que “hay mucha propaganda, se paga a gente para que mienta, están los bots que se pasan el día difundiendo lo que un gobierno cualquiera quiere que la gente oiga…”.
El psicólogo estadounidense remarca, por tanto, que “cada vez es más difícil discernir la realidad de la ficción”. Esa es la habilidad, precisamente, que hace que hoy en día una persona sea más inteligente.
“Desafortunadamente, la gente que hace test de inteligencia no se dan cuenta de esto, así que acabas encontrándote con muchas personas con coeficientes intelectuales muy altos creyéndose verdaderas locuras, cosas que no corresponden a la realidad, porque eso es lo que se les ha contado o porque tienen una ideología que les dice lo que tienen que creer”, lamenta.
Y advierte de que los sistemas educativos han de tener esto en cuenta si quieren sacar el máximo potencial de sus alumnos. “Por desgracia, los grandes cambios educativos de las últimas décadas han consistido en introducir la tecnología en el aula, pero no el cómo se usa”, asegura Sternberg.
“Vemos muchos ordenadores y tabletas en los centros educativos, mucho más aprendizaje pasivo, alumnos sentados mirando pantallas”, insiste. Y alerta: “Sin embargo, los centros educativos no están adaptados para actuar frente a la avalancha de contenidos que bombardean a sus alumnos a través de las redes sociales, muchos de los cuales son destructivos para su bienestar”.
Por eso, el psicólogo estadounidense insiste en la necesidad de entrenar nuestra inteligencia para ser capaces de discernir la realidad en un mar de “mensajes de políticos y celebrities que mienten para vender sus productos, a sí mismos o sus ideas”. Solo quienes sepan realmente separar la paja del trigo serán capaces de nutrir su inteligencia.