Vamping, phubbing, nomofobia… todas son varillas del abanico de una mala relación con la tecnología. El III Informe de Bienestar Emocional del Grupo AXA alertaba el pasado mes de abril de que los más afectados por la cultura de “estar siempre conectados (always-on) eran los jóvenes. Y esta condición lleva aparejada muchos problemas, repercutiendo negativamente en su salud mental y social

El estudio revela que las personas de entre 18 y 24 años son las más propensas a experimentar soledad, a tener una imagen negativa de sus cuerpos y a preocuparse excesivamente por el futuro. Y el uso y abuso de la tecnología tiene mucho que ver con estas preocupaciones.

”Los sentimientos negativos fueron impulsados en parte por la cantidad de tiempo que la gente pasa en línea, ya sea en ordenadores o teléfonos móviles”, detalla el informe.

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'Doomscrolling'

Y achaca esto a que los jóvenes que permanecen más tiempo conectados absorben más informaciones negativas que aquellos que no lo hacen. “Este doomscrolling hace que el mundo parezca más oscuro y desesperanzado de lo que realmente es”, destacan en el informe.

Pero el problema no está exclusivamente en la tecnología, ya que por sí sola no es ni buena ni mala. "Hay una diferencia entre cómo utilizan estos jóvenes nativos digitales

tecnología y otros grupos de edad", explica en el informe la doctora Jasmin Wertz, especialista en problemas emocionales y de comportamiento infantil, en el informe del Grupo AXA. 

Y advierte de que las aplicaciones como Instagram y TikTok "deja [a los jóvenes] expuestos a construcciones "aerografiadas" de la vida de los demás,

y se teme que esto pueda aumentar los problemas de imagen corporal y

soledad".

Las redes sociales pueden amplificar los problemas de autoestima y agravar la percepción de soledad. "Si ya te sientes solo y aislado, lo que ves puede afectarte más negativamente, porque ya eres vulnerable. Hay investigaciones que sugieren que las personas que tienen problemas utilizan las redes sociales de forma más destructiva, empeorándolos aún más", añade la doctora Wertz. 

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Pero para otras personas, pueden ser una bendición. "Puede tener muchos beneficios, como conectar con amigos o crear espacios para compartir o desestigmatizar sus problemas de salud mental", explica la doctora.

‘Vamping’

La mayoría de las personas jóvenes hacen uso de internet todos los días. "El dispositivo está pensado para que no haya ningún límite, para que la conexión sea non-stop, y, por tanto, hay que imponer un límite exterior", señala el psicólogo clínico y psicoanalista José Ramón Ubieto en declaraciones a la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

Consultar el móvil o la tablet justo antes de dormir se ha convertido en un hábito. Y esto se aplica tanto a los jóvenes como a los adultos. Esta práctica, como relata Eugenia Núñez, enfermera del Servicio de Neumología del Hospital Mancha Centro, de la gerencia de Alcázar de San Juan (Ciudad Real), en conversación con EL ESPAÑOL, “es perjudicial para la calidad del sueño si se hace con el móvil en la cama, con la luz apagada y antes de dormir”.

Núñez, junto a otras dos colegas de profesión, constataron a través de un estudio sobre la prevalencia del uso nocturno de los móviles y sus efectos en la calidad de sueño de los adolescentes. Tanto su estudio, como otros que se han realizado en los últimos años, coinciden en que más de la mitad de los adolescentes utilizan los teléfonos antes de dormir. Esto se conoce como vamping del inglés vampire y texting.

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Para evitar la sobreexposición nocturna a las pantallas y la falta de sueño es necesario limitar el tiempo y los lugares donde podría utilizarse el teléfono móvil. No consultarlo desde un par de horas antes de ir a la cama y dejarlo fuera del dormitorio durante la noche, son las mejores normas para evitar el vamping. Y en este sentido, los adultos tienen que predicar con el ejemplo.

'Phubbing'

Si has utilizado el teléfono móvil mientras estabas en una conversación o realizando una actividad social, es probable que hayas practica el phubbing. No se trata de un comportamiento nuevo ni exclusivo de los jóvenes. Pero el sexo y la edad —factores que indican la tendencia de uso de la tecnología— sí que tienen que ver.

El grupo de investigación EducaViva de la Universidad de Zaragoza publicó el pasado año el estudio ¿Te importaría prestarme atención? El phubbing en la adolescencia como reto educativo en la convivencia digital y presencial, donde se analizaba con la incidencia del phubbing en un grupo de adolescentes de varios colegios de la comunidad autónoma.

Y se constató que cerca de la mitad de los adolescentes encuestados —un 45,2%— reconoce que ignora a sus amigos y familiares durante el transcurso de una conversación presencial

"Algunos trabajos han evidenciado que los phubbee —o personas ignoradas— se sienten devaluados por el phubber —persona que ignora—, percibiéndolo como molesto e irrespetuoso, socavando la confianza en el phubber y reduciendo la participación y el compromiso en las relaciones", explican en el estudio. 

Una semana sin móvil

La nomofobia —miedo a estar sin el teléfono móvil— es otro de los fenómenos asociados a la adicción a la tecnología. Y en este apartado, los jóvenes suspenden. Un estudio reciente, realizando por la Universidad de Málaga (UMA) documentaba el problema de la nomofobia en nuestro país. 

A través de un experimento con 97 voluntarios de 15 a 24 años, se evidenció que una semana sin teléfono móvil provocaba ansiedad e inseguridad. Los sujetos también afirmaron experimentar incomodidad e incluso dependencia, aunque para algunos prescindir del dispositivo supuso una cierta liberación. Después de la prueba, los jóvenes retomaron el hábito de utilizar el móvil durante 5 horas diarias, dedicando la mayor parte al uso de las redes sociales. 

Un estudio publicado en mayo de 2022 en la revista científica Cyberpsychology, Behavior, and Social Networking, reveló que este sencillo ejercicio, que en España llamamos limpieza o desconexión digital, conduce a mejorar significativas en el bienestar, la depresión y la ansiedad. 

Si bien ya se ha advertido de los peligros del uso intensivo de las redes sociales, desde los propios jóvenes se está generando una autoconsciencia de que no son tan buenas como parecen. A nivel mundial está adquiriendo fuerza el movimiento Log Off (desconectarse en español), fundado por la changemaker estadounidense Emma Lembke en junio de 2020, tiene como objetivo que los jóvenes reflexionen sobre su relación con las redes sociales, el tiempo que pasan conectados y sobre qué impacto tienen en su salud mental.