La Hermandad de la Macarena cruza el Vado del Quema con caudal, a 25 de mayo de 2023, en Sevilla.

La Hermandad de la Macarena cruza el Vado del Quema con caudal, a 25 de mayo de 2023, en Sevilla. Joaquin Corchero Europa Press

Historias

El agua de la DANA llega para los rocieros, pero no para Doñana: "Las lluvias no ayudan a paliar la sequía"

El río que cruzan es el mismo que alimentaba las marismas de la reserva en los años 70, pero se le cambió parte de su cauce para nutrir los cultivos.

29 mayo, 2023 02:11

La sequía de la Cuenca del Guadalquivir no ha parado de recrudecerse y, a la par, las necesidades de agua de los agricultores que beben de ella tampoco han dejado de crecer. Una problemática a la que, este mes, se ha unido otra petición muy particular: la Junta de Andalucía solicitó al Gobierno que hiciera coincidir con la festividad del Rocío el desembalse del Agrio contemplado más adelante para los cultivos. Y es que apenas faltaban dos semanas para que las Hermandades de la Virgen del Rocío cruzaran el río Guadiamar a su paso por el Vado del Quema, en Sevilla. 

[El conflicto del agua llega a la romería del Rocío: la Junta pide llenar el río de los 'bautizos' rocieros]

El problema es que el agua, como era tradición, no estaba haciendo acto de presencia. Con el paso de los días se podía ver su lecho completamente seco. Faltaba agua, y con las reservas en mínimos, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), dependiente del Ejecutivo central, denegó la petición.

En plena festividad del Rocío, y dos semanas más tarde, los sevillanos han visto cómo los ecos de la DANA, que están anegando por completo localidades de Murcia, Almería o Alicante, entre otras, han llegado débilmente hasta ríos prácticamente secos como el Guadiamar. Y aunque el agua ha vuelto al lecho que cruzan los rocieros, lo cierto es que la sequía en el río –que, además, alimenta parte del Parque Nacional de Doñana– sigue en el mismo punto. 

El Guadiamar antes y después de las lluvias.

El Guadiamar antes y después de las lluvias.

Como reconocen fuentes de la CHS a EL ESPAÑOL, “las lluvias registradas en la última semana apenas han supuesto cambios significativos en el estado del río Guadiamar”. Señalan que la precipitación media en los últimos 7 días en la presa del río Agrio –uno de sus afluentes– ha sido de 17 litros por metro cuadrado (l/m²), lo que no ha supuesto incremento alguno de los recursos almacenados. 

Esto es debido al “estado previo del terreno ante la ausencia de lluvias en los meses precedentes, que ha hecho que no se produzcan escorrentías superficiales que se hayan podido almacenar en el embalse”, explican desde la CHG, por lo que “estas lluvias apenas han ayudado a paliar la situación de sequía”.

El río Guadiamar a 11 de mayo de 2023.

El río Guadiamar a 11 de mayo de 2023. EP

La razón de que hayan llegado a puntos como el tramo del Vado del Quema que cruzan los rocieros, por ejemplo, es debido a que “las precipitaciones de los últimos días se han distribuido muy irregularmente a lo largo de la cuenca del río Guadiamar, registrándose en los últimos 7 días valores de precipitación de entre 8 y 17 l/m² en los diferentes pluviómetros que el Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH) tiene en la zona”.

El agua, sin embargo, se ha quedado a las puertas de Doñana. Como reconoció a Efe Jesús Núñez, geógrafo y responsable de Meteo Gerena, los 26 l/m² que cayeron en la cabecera del Guadiamar tendrían que convertirse en unos 50 litros de forma generalizada para que los efectos de las precipitaciones llegaran al parque. No obstante, como sí reconocen desde la CHG, estas lluvias, “puntualmente, han podido beneficiar a los cultivos”.

Miles de ánades en una zona de dunas del Espacio Natural de Doñana conocida como el Cerro de los Ánsares.

Miles de ánades en una zona de dunas del Espacio Natural de Doñana conocida como el Cerro de los Ánsares. Efe

Un cauce alterado en los 70

Los problemas con el caudal del río Guadiamar tienen su origen en los años 70, en el tardofranquismo. Antes de eso, esta masa de agua superficial alimentaba directamente el corazón de las marismas de Doñana. Ese aporte que recibía del río, que suponía más del 50% del agua que les llegaba a las marismas, se cortó para redirigirlo al Guadalquivir. De hecho, el Guadiamar es el último de sus afluentes antes de desembocar en el mar.

Por aquellos años, la minera Boliden construyó una presa en el río Agrio, afluente a su vez del Guadiamar, para acumular agua y abastecer de agua a la mina de Aznalcóllar. Desde que en 1998 la balsa cargada con lodos tóxicos reventó e inundó el Guadiamar, la presa se ha mantenido sin uso. 

Balsa rota con lodos tóxicos de la mina de Bolidén anegando la cuenca del Guadiamar, en abril de 1998.

Balsa rota con lodos tóxicos de la mina de Bolidén anegando la cuenca del Guadiamar, en abril de 1998. EP

No obstante, como cuenta a este periódico Juan Cuesta, miembro de Ecologistas en Acción en Sevilla, “durante los últimos años ha habido nuevas concesiones de agua para abastecer a unas plantas solares en Sanlúcar de Barrameda y otras para cultivos” desde el embalse del Agrio, ahora al 75% de su capacidad.

“El río Agrio y, por tanto, el río Guadiamar solo llevan agua cuando la CHG abre las compuertas para abastecer a estas concesiones”, comenta Cuesta. La próxima está prevista para hoy. Como reconocen desde la CHG, “tal como estaba previsto y acordado con los regantes, a partir del 29 de mayo iniciaremos un desembalse con objeto de que se puedan realizar las captaciones de riego autorizadas en las tomas situadas en el cauce aguas abajo de la citada presa [la del Agrio]”.

Añaden que la elección de esta fecha es la que “se acordó con nuestros usuarios, los regantes, como la óptima para sus cultivos” y “el volumen a desembalsar será de aproximadamente de 2 hm³ , iniciándose el desembalse el lunes a mediodía, y prolongándose durante 5 o 6 días en función de la evolución del mismo”.

Cuesta denuncia que “el río Guadiamar que era un río que tenía un régimen natural bastante bien conservado que se iba a convertir en lo que se ha convertido: en un canal de riego”. El sevillano explica que “ahora mismo puede estar sin agua en años como este en invierno (cuando debería llevar agua), pero está en el embalse, y hacer el desembalse y llevar agua en verano”, por lo que asegura que “el caudal está totalmente alterado”.

Hacia la Doñana de hace 50 años

Hoy por hoy, el agua que puede llegar a fluir por el Guadiamar tiene tan solo una entrada directa a la reserva natural. Es la que se restituyó a principios de este siglo con el proyecto Doñana 2005 con la recuperación del Caño Travieso, uno de los aportes fundamentales del parque. Aquel plan contemplaba también la restitución de otro de los brazos del río Guadiamar original: el Caño Guadiamar. Este último, sin embargo, no se llegó a realizar.

Como lamenta Cuesta, “la serie de amputaciones y cortes de brazos para su encauzamiento sirvieron para permitir la puesta en cultivo de la marisma norte de la zona protegida”. Después, el crecimiento disparado del regadío en su entorno y la sobreexplotación del agua subterránea que también alimentaba Doñana, han conducido al parque a “un colapso hídrico”. Reconoce que “la situación es de pena”.

Después de 22 años y tras las presiones ejercidas desde Bruselas para restaurar el funcionamiento ecológico de Doñana, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), adscrita al Ministerio para la Transición Ecológica, se ha propuesto recuperar aquel aporte que quedó pendiente en el plan de 2005. Así, con un presupuesto de unos 16 millones de euros, la CHG se propone retomar la conexión del río Guadiamar con la marisma a través del caño Guadiamar.

Sin embargo, aún pasará un tiempo hasta que esa agua pueda llegar a Doñana. Mientras tanto, la sequía avanza y Cuesta lamenta que el parque se seca. También sus arrozales, que este año no recibirán dotaciones de agua por la sequía. “Todo el arrozal de Doñana va a ser inviable y no se va a poder regar”, cuenta, lo que califica como “un desastre”, porque también cumple sus funciones de refugio y alimento para las aves. Lamenta que “no va a haber agua ni en las zonas naturales ni en las zonas artificiales de arrozal. La reproducción nos tememos que va a quedar a cero”.