El lugar del Amazonas donde sus aguas 'bailan' sin tocarse: la frontera a dos colores que une los ríos Negro y Solimões
El 'pulmón verde' más grande del mundo esconde en Brasil un enclave donde confluyen corrientes claras y densas con otras tan oscuras como el ébano.
22 agosto, 2023 01:33Hay un lugar en el corazón de la selva amazónica donde el agua no fluye, sino que se abraza. Se da cita consigo misma en un espectáculo para la vista que enfrenta al río Negro con el Solimões en las proximidades de Manaos (Brasil). Lo particular de este fenómeno está en que sus corrientes conviven sin mezclarse a lo largo de varios kilómetros, dando lugar a un afluente a dos colores que cada año se gana la fascinación de los amantes de la naturaleza más salvaje.
Si uno de los atractivos por los que quienes se embarcan en la ruta por el Amazonas está en la búsqueda de los conocidos delfines rosados, también hay turistas que se unen a la ruta por el bioma amazónico maravillados por el encanto del encuentro de las aguas.
El fenómeno se denomina así porque en esta localización uno puede perderse en la oscuridad de un río tan opaco como el ébano, y a pocos metros echar un vistazo a las aguas claras y sedimentadas del que imita su recorrido.
Dos orillas enfrentadas
Cómo se "hermanan" ambos ríos sin llegar a cruzarse parece un misterio cuyo trasfondo científico en realidad no es difícil de explicar. El río Negro es el mayor afluente de la cuenta norte del Amazonas, con una superficie de más de 120.000 kilómetros cuadrados teñidos por un color similar al del té. Le dio bautizo en 1541 el explorador español Francisco de Orellana, y desde entonces se ha investigado tanto sobre sus aguas como del provecho que podría sacarse de las mismas.
Por él pasaron comunidades de jesuitas y tribus, pero sus poblaciones se redujeron en el siglo XVIII por la aparición de nuevas enfermedades infecciosas. Este pasó, también, a ser conocido como uno de los "ríos de hambre" de la región, al no proporcionar sustento suficiente para abastecer a quienes se asentaban en sus orillas.
En realidad, estos datos guardan una relación directa con el fenómeno que lo convierte en atractivo de la geografía tropical. Los ríos de aguas negras llevan en su curso grandes cantidades de materia orgánica y apenas minerales. Suelen atravesar zonas con suelos pobres en nutrientes, muchos de ellos localizados en zonas "donde la erosión de las rocas impide que el lodo y los sedimentos ingresen al río", explican publicaciones de la NASA al respecto.
Pese a que estos enclaves trasladan aguas claras y transparentes, el ácido húmico que se genera de la descomposición de vegetación y otros organismos las vuelve más oscuras. Toda esta materia expulsa altas proporciones de taninos y fenol, además de otros compuestos que dotan al río de una acidez y un color característicos.
A lo largo de su recorrido, el río Negro pasa por la trifrontera hasta llegar a la ciudad de Manaos, donde se funde con un inesperado compañero de recorrido. En contraste con sus aguas opacas, el río Solimões destaca por su color arcilloso, consecuencia de la acción de la arena y el barro presentes en su caudal tras la erosión de la roca cuando nace en los Andes.
"Es mucho menos profundo que el Negro porque ha llenado su valle de grandes cantidades de sedimentos desde que se excavaron los valles", lo que también sirve como explicación de por qué los anchos de ambos ríos también difieren entre sí.
¿Por qué no se mezclan?
Si la diferencia entre los componentes de un río y otro está detrás del color de sus aguas, son otros los factores que explican que estas puedan converger sin mezclarse. "Tienen más que ver con la temperatura, la densidad y la velocidad a la que discurren ambos afluentes", indica NASA.
El archivo del Ayuntamiento de Manaos sitúa en torno a 22º C la temperatura del río Negro. Los datos disponibles revelan que este fluye a unos 2 kilómetros/hora, mientras que el Solimões puede alcanzar hasta el triple de velocidad y una temperatura por encima de los 28º C.
Después de varios kilómetros, los ríos terminan cruzándose gracias a un impresionante chorro de aguas blancas que las convierte en parte del bajo Amazonas. En este punto dan despedida a un espectáculo visual que muchos aficionados encuentran comparable con lo que ocurre cuando se unen el río Orinoco y el Caroní venezolano, o cuando el Ilz se encuentra con el Danubio en Alemania.
Inn (left), Danube (middle) and the small Ilz (right) in Passau, Bavaria, Germany pic.twitter.com/wDNi8ubaEE
— Jan Schneider (@jschneider1914) August 11, 2019
El fenómeno amazónico fue capturado en 2018 por uno de los satélites Copernicus de la Agencia Espacial Europea, con imágenes en las que puede atenderse a la unión de ambos ríos.
Al noroeste se encuentra también Manaos —que pese a estar a 1.500 kilómetros del océano es uno de los puertos interiores más importantes del mundo— y la reserva forestal Adolfo Ducke, utilizada para la investigación de la biodiversidad.
La relevancia ambiental de la que goza el encuentro de las aguas también le ha valido recientemente su consideración como parte del Patrimonio Cultural de Brasil. Constituye uno de los fenómenos más impresionantes e ilustrativos de la riqueza natural de la que goza el pulmón del planeta, uno de los ecosistemas clave en la preservación del equilibrio climático global.