Son las ocho de la mañana de un lunes en el colegio SEK El Castillo, en Madrid. Las ventanas dejan ver los primeros parpadeos de las luces de las aulas. Los conserjes abren las puertas que dan al patio, puntuales como un reloj. Y con ellas, el centro da la bienvenida a los niños que asoman al otro lado de la entrada acompañados de sus padres.
El momento de despedida es tan particular como el carácter que define a cada alumno. Algunos, más cariñosos, dicen adiós dando un beso a sus progenitores. Otros se resisten y sus familiares les achuchan la cara cuando consiguen cogerlos desprevenidos. También están los que corren a encontrarse con sus amigos, intentando aprovechar el tiempo antes de que toque hacer fila para entrar en clase.
En cuestión de minutos, no queda ruido en la calle. Solo las siluetas de aquellos padres que los ven irse, y que, mientras lo hacen, no pueden evitar preguntarse si lo están haciendo bien, si sus hijos serán tan felices fuera como lo son dentro de casa. Si hay alguien en el colegio capaz de poner mil ojos sobre ellos, teniendo en cuenta que en el colegio hay 1.230 chicos... Y que al que pueda conseguir tal logro habría que considerarlo, en todo caso, un superhéroe.
Matilde Castro es una de esas profesionales de mirada panorámica en el colegio. Dentro del aula imparte clases de Física y Química a los niños de la ESO, pero fuera de ella su jornada tampoco la deja sin tarea por hacer. Desde hace algo más de un año, se desempeña como coordinadora de bienestar en el centro, un cargo que convierte a la docente en una suerte de "referente emocional para los alumnos".
En su día a día, Castro trabaja desde la misión de "crear un clima agradable en el que niños y profesionales puedan estar a gusto, se sientan seguros y encuentren un espacio al que acudir si están teniendo un problema dentro o fuera del colegio". Durante su conversación con EL ESPAÑOL, explica que su labor consiste en velar "porque se establezcan políticas y protocolos de detección para atajar los problemas que puedan tener los alumnos".
En realidad, su figura es una novedad tanto para el colegio madrileño como para el resto que la implantan en España. Se empezó a hablar del coordinador de bienestar con la elaboración de la Ley Orgánica 8/2021, y este se incorporó oficialmente en las escuelas españolas con el comienzo del curso pasado.
La salud mental en la infancia
Los niños felices aprenden más. Así lo establecen múltiples estudios que establecen una relación directa entre el bienestar emocional y el rendimiento académico de los menores en edad escolar, revelando que su capacidad para retener conceptos depende en gran medida del estado de ánimo con el que los estudien.
En las escuelas, no es difícil encontrarse con los casos de alumnos cuyas notas hayan empeorado tras pasar por sucesos como el divorcio de los padres, el cambio de residencia o la pérdida de un ser querido. En estos casos, la mayor parte del trabajo es más emocional que académica. Por eso, relata Castro, "a los docentes hay que formarles en competencias emocionales para que estos puedan dar soporte a los alumnos y ayudarles a gestionar sus crisis emocionales".
La docente explica que, cuando se da un caso conflictivo, ponen en marcha una cadena de actuaciones que comienza con la implicación del tutor. "Es fundamental que haya una buena relación alumno-profesor, porque es este el que mejor va a notar un comportamiento diferente en el menor", explica.
"En el colegio tratamos a los alumnos de forma individual y en los casos necesarios ponemos en marcha un sistema de seguimiento, porque el tutor no siempre puede ver los síntomas". Matilde Castro colabora con el departamento de orientación y el servicio médico para garantizar que "cualquier problema que esté sufriendo un niño pueda detectarse a tiempo". Así, al ver marcas extrañas u otros signos que pudieran indicar, por ejemplo, maltrato físico, la actuación es inmediata.
Otra de las mayores preocupaciones del colegio SEK El Castillo gira en torno al problema del acoso escolar, una de las causas más frecuentes de mortalidad juvenil en España. El centro pone en marcha numerosas iniciativas con el objetivo de que el niño nunca se vea solo. Talleres culturales, torneos, juegos e intercambios culturales con los que "creamos un sistema de redes que hace que los niños siempre se sientan acogidos".
En esta misma línea, la docente aprovecha su conversación con Enclave ODS para hablar del "sistema de casas" con el que cuenta el colegio. ¿En qué consiste exactamente? La escuela está dividida en cuatro casas, muy similares en su definición a lo que se entiende por una hermandad.
En estos grupos, explica, se mezclan niños de diferentes cursos, con lo que se garantiza que "incluso si un alumno no tiene una buena relación con sus compañeros de clase, este pueda encontrar en su casa un lugar donde establecer conexiones con niños de otras edades", explica. "Es un sistema de redes que les permite sentirse cómodos y acogidos".
Además de estas iniciativas, Castro remarca la importancia de la prevención. "Los niños son pequeños y a veces se equivocan en sus relaciones". Por eso, es fundamental que su aprendizaje también sea emocional, que se les ofrezcan los recursos necesarios para que ellos sepan cuidar de su autoestima y de la forma en la que se relacionan con el entorno.
En esto quienes también tienen un papel primario, sobre todo cuando llega el verano y terminan las clases, son las familias. "En la escuela también damos charlas y trabajamos en talleres con los padres. Es muy importante contar con el compromiso de todos para poder velar por la protección de los menores, sobre todo ahora que tienen acceso al entorno digital".
[Conociendo por dentro el colegio Internacional SEK El Castillo (Madrid)]