Durante décadas, un comportamiento ha extrañado e intrigado a los científicos. En el noroeste del Pacífico, las orcas residentes del sur —que se alimentan generalmente de peces— acosan e incluso matan marsopas, un mamífero marino similar a los delfines, sin ninguna razón aparente y sin la intención de consumirlas. Un nuevo estudio de la Universidad de California en Davis (UCD) arroja cierta luz sobre este desconcertante comportamiento. 

El estudio, publicado la semana pasada en la revista científica Marine Mammal Science, analizó más de 60 años de interacciones registradas entre orcas residentes del sur y marsopas en el mar de los Salish —en la zona noroccidental del estado de Washington y al suroeste de la provincia canadiense de la Columbia Británica— para comprender mejor por qué desarrollan esta conducta. 

Las orcas residentes del sur son una especie en peligro crítico de extinción. Según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, solo sobreviven algo más de 70 ejemplares a fecha de marzo de 2023. Su supervivencia, además, está supeditada a otra especie amenazada, el salmón de Chinook, su principal alimento. 

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"A menudo, me preguntan por qué los residentes del sur no comen focas o marsopas", explicó en un comunicado Deborah Giles, coautora principal del estudio y una de las mayores expertas de orcas residentes del sur del mundo. “Es porque las orcas que se alimentan de peces tienen una ecología y una cultura completamente diferentes a las orcas que se alimentan de mamíferos marinos, aunque las dos poblaciones vivan en las mismas aguas”. 

Por tanto, para Giles, directora de Ciencia e Investigación de la oenegé Wild Orca, “debemos concluir que sus interacciones con las marsopas sirven a un propósito diferente”, aunque este propósito, hasta ahora, se ha mantenido desconocido desde el primer registro de este tipo de comportamiento en 1962. “Sólo ha sido especulación”, incidió la investigadora. 

Tres posibles teorías 

Giles, junto a Sarah Teman, de la SeaDoc Society, un programa de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de California en Davis, y un equipo de colaboradores, analizaron 78 incidentes documentados de acoso de marsopas entre 1962 y 2020. El estudio concluyó que son tres las explicaciones plausibles a este comportamiento. 

En primer lugar, las autoras determinaron que el acoso podría ser un juego social para las orcas. Como muchas especies inteligentes, señalan, estas ballenas participan en ocasiones en actividades lúdicas para establecer vínculos, comunicarse o simplemente divertirse. “Este comportamiento podría beneficiar la coordinación grupal y el trabajo en equipo”, concluye el estudio. 

Por otro lado, según las investigadoras, otra hipótesis sugiere que el acoso se da para perfeccionar sus habilidades para cazar salmones. Así, las orcas residentes del sur podrían ver las marsopas como objetivos móviles para practicar sus técnicas de caza, incluso si no tienen ninguna intención de comérselas. 

Finalmente, la tercera teoría sugiere que las orcas podrían tener un comportamiento de mismaternidad, es decir, podrían estar intentando cuidar de las marsopas que perciben como más débiles o enfermeras, una manifestación de su inclinación natural a ayudar a otros de su grupo. De hecho, señalan las investigadoras, se ha visto a hembras cargando a sus crías muertas y también se las ha visto cargando marsopas. 

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"El comportamiento de mismaternidad  —también conocido como 'comportamiento epimelético desplazado' por los científicos— podría deberse a sus limitadas oportunidades para cuidar de las crías", explicó Giles. "Nuestras investigaciones han demostrado que, debido a la malnutrición, casi el 70% de los embarazos de orcas residentes del sur han resultado en abortos espontáneos o crías que murieron inmediatamente después de nacer".

A pesar de estas tres teorías, las investigadoras reconocen que es probable que nunca lleguen a comprender del todo la razón exacta del acoso a las marsopas. Lo que sí está claro es que las orcas residentes del sur no están interesadas en las marsopas como alimento y es muy improbable que introduzcan esta especie dentro de su dieta, ya que están muy especializadas en el salmón. 

"Las orcas son animales increíblemente complejos e inteligentes. Hemos descubierto que el comportamiento de acoso a las marsopas se ha transmitido de generación en generación y a través de grupos sociales. Es un ejemplo asombroso de la cultura de las orcas", afirmó Teman. "Aún así, no esperamos que las orcas residentes del sur empiecen a comer marsopas. La cultura de comer salmón está profundamente arraigada en la sociedad de los residentes del sur. Estas orcas necesitan poblaciones sanas de salmón para sobrevivir".

En todo caso, esta investigación subraya la importancia de conservar las poblaciones de salmón en el mar de los Salish y en toda el área de distribución de las orcas. Mantener un suministro adecuado de salmón es vital para la supervivencia de las orcas residentes del sur y para la salud general del ecosistema de este mar, concluye el estudio.