Una de las muchas consecuencias del cambio climático es el aumento de la frecuencia y la intensidad de los eventos calurosos. De hecho, el mes de septiembre de 2023 se convirtió en el más caluroso jamás registrado según el sistema de vigilancia Copernicus. Este dato se une a los ya preocupantes récords de los meses de julio y agosto, que también batieron todos los registros históricos.
Ante esta situación, una de las grandes preguntas que surgen es cómo adaptar el trabajo a las altas temperaturas y si estas tienen un impacto directo en la productividad. Un nuevo estudio realizado por la Universidad de Exeter (Reino Unido) sugiere que una clara pérdida de productividad en los episodios de calor extremo, incluso si el espacio de trabajo dispone de aire acondicionado.
Hasta ahora, las investigaciones han mostrado que, tal y como señala Jingnan Chen, profesora de Economía de la Universidad de Exeter y coautora del estudio, “como era de esperar, el calor reduce la productividad cuando las personas trabajan al aire libre o en edificios sin aire acondicionado”. Sin embargo, este estudio sugiere que la pérdida de productividad también se produce en espacios interiores climatizados.
Para la investigación, el equipo rastreó las temperaturas exteriores y la productividad de los trabajadores en una fábrica de alta tecnología en China. Los resultados, publicados recientemente en la revista Environmental and Resource Economics, mostraron que a pesar de las condiciones climáticas controladas dentro de la fábrica, la productividad cayó en un 0,83% por cada aumento de 1 grado centígrado en la temperatura exterior.
“En nuestro estudio, el control climático por sí solo no fue suficiente para aislar a una empresa de los efectos de las altas temperaturas exteriores”, afirmó en un comunicado Miguel Fonseca, profesor de Economía de la Universidad de Exeter y uno de los autores principales del estudio.
En el estudio, por un lado, los investigadores recopilaron datos sobre la temperatura diaria de ‘bulbo húmedo’, una medida que tiene en cuenta tanto el calor como la humedad. Después, los combinaron con los datos en el ámbito individual sobre la cantidad y calidad del trabajo realizado en 35.190 turnos de 635 trabajadores.
La fábrica analizada se dedica a la fabricación de obleas de silicio, un componente fundamental para las placas solares. Y la naturaleza delicada de estas láminas hace que, para garantizar la calidad, todas las fábricas tengan que tener un control climático que mantenga una temperatura constante de 25 °C y una humedad relativa del 60%.
Así, la caída de productividad del 0,83% por cada 1 °C de aumento significó un descenso en la producción de entre 22,6 y 33,4 obleas menos por trabajador en cada turno.
Un aviso a navegantes
El cambio climático, que muchas veces pensamos en términos de impactos globales, incide Chen, también afecta de forma individual a las personas. Entre otras cuestiones, el equipo de investigación descubrió que el calor nocturno (que puede afectar el sueño) causaba parte de la disminución de la productividad, pero el calor diurno afectaba la productividad incluso después de noches frescas.
"Nuestros hallazgos, que muestran que el calor afecta a los trabajadores incluso en una fábrica con clima controlado, proporcionan más evidencia de los probables impactos económicos del cambio climático", señaló la profesora.
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Por ello, para los investigadores, estos resultados proporcionan una advertencia clara a los responsables políticos de que las estrategias simples sólo pueden proteger parcialmente de las consecuencias negativas del aumento del calor. Las implicaciones para las empresas, por otro lado, son que el control climático por sí solo no es suficiente para aislar a la empresa de las consecuencias negativas de las altas temperaturas.
Respecto a las soluciones que proponen los autores, en la medida en que parte de los resultados del estudio podrían deberse a una mala recuperación entre turnos (por ejemplo, como resultado de un sueño perturbado), “una recomendación política natural es ampliar la cobertura del aire acondicionado” a los hogares de los trabajadores, especialmente en partes del mundo, como el Sudeste Asiático, donde se prevé un aumento considerable del calor húmedo.
En todo caso, para los expertos es extremadamente importante la adaptación de los actuales y futuros empleos a las nuevas condiciones climáticas. "Se debe hacer con sentido común, profesionalidad y ciencia. Hay que hacer evaluaciones de riesgos concretas, tenemos que ir a cada uno de los puestos de trabajo, pero también hablar con las personas, con el objetivo de construir entornos de trabajo sostenibles y seguros", aseguró Rut Ballesteros, vicepresidenta del Colegio de Ambientólogos de la Comunidad de Madrid, en el II Observatorio de los ODS organizado por EL ESPAÑOL.