Afganistán

A principios de octubre, Afganistán registró siete terremotos de entre 4,7 y hasta 6,3 grados en la provincia de Herat, al oeste del país. Cinco de ellos se sucedieron en tal solo una hora.

Desde Unicef, alertan de que más del 90% de las víctimas mortales de los seísmos vividos en el país asiático son mujeres y niños. "Sólo en el distrito de Zinda Jan, más de 11.500 personas han visto sus hogares completamente arrasados", explican desde el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.

Con dos terremotos de magnitud 6,3 sacudiendo la región en sólo cinco días, y más de 1.000 fallecidos, "hay miles más que necesitan ayuda urgente para salvar sus vidas", recuerda la organización. Por eso, desde Unicef hacen un llamamiento al mundo: necesitan 20 millones de dólares para ayudar a los menores afectados.

Y es que, como explica Rushnan Murtaza, representante interino de Unicef en Afganistán,"incluso antes del terremoto, estas comunidades ya sufrían los efectos del conflicto y la inseguridad, la migración, la sequía, el desplazamiento y la pobreza". E insiste: "Estas privaciones han colisionado ahora, creando una emergencia humanitaria sin precedentes para la infancia". 

  • 1 de 15

    Abdul y sus amigos

    Abdul, de 13 años (sentado en el centro), y dos amigos observan su casa destruida en el pueblo de Karnil Wardaka, distrito de Zinda Jan, al oeste de Afganistán. " Me asusté mucho cuando ocurrió el terremoto. Toda mi casa está en ruinas. Mi familia sobrevivió, pero mi vecino de 10 años y su hermanita murieron bajo los escombros", cuenta el joven.

    Mark Naftalin / Unicef
  • 2 de 15

    Marzwa y Elina

    Marzwa (a la derecha), de 6 años, sentada con su hermana Elina en los restos de su casa con un vestido rojo, una de sus pocas posesiones que no quedó sepultada bajo el terremoto en el pueblo de Karnil Wardaka, distrito de Zinda Jan, en el oeste de Afganistán.

    Mark Naftalin / Unicef
  • 3 de 15

    Marzwa y Elina caminan sobre los restos de su aldera

    Marzwa (a la izquierda), de 6 años, camina con su hermana, Elina, entre los restos de su pueblo con un vestido rojo, una de sus pocas posesiones que no quedó sepultada bajo el terremoto en el pueblo de Karnil Wardaka, distrito de Zinda Jan, al oeste de Afganistán.

    Mark Naftalin / Unicef
  • 4 de 15

    Hakima y sus dos hijos caminan sobre los escombros de su hogar

    Hakima, de 25 años, camina por su aldea destruida con sus dos hijos —incluida su hija de 6 meses, Nasifa— en Chahak, distrito de Injil, al oeste de Afganistán. Hakima cuenta, en sus propias palabras, lo vivido a principios de octubre: "Cuando ocurrió el terremoto, estaba en la ciudad con mi marido visitando a la familia. Regresé a mi pueblo esa misma noche. No me lo podía creer. Era muy extraño y estresante. Había mucho polvo y no encontrábamos nada. Estoy muy preocupada por Nasifa. Dormimos dos noches a la intemperie, sin tiendas, fue terrible. No tengo nada que darle a Nasifa, esto es una zona catastrófica".

    Mark Naftalin / Unicef
  • 5 de 15

    Hakima y Nasifa posan sobre los restos de su aldea

    Hakima, de 25 años, camina por su aldea destruida con su hija de 6 meses, Nasifa, en Chahak, distrito de Injil, al oeste de Afganistán. Según Hakima: "Cuando ocurrió el terremoto, estaba en la ciudad con mi marido visitando a la familia. Regresé a mi pueblo esa misma noche. No me lo podía creer. Era muy extraño y estresante. Había mucho polvo y no encontrábamos nada. Estoy muy preocupada por Nasifa. Dormimos dos noches a la intemperie, sin tiendas, fue terrible. No tengo nada que darle a Nasifa, esto es una zona catastrófica".

    Mark Naftalin / Unicef
  • 6 de 15

    La devastación asola el oeste de Afganistán

    Un niño pasa en bicicleta junto a los restos devastados de su aldea en el oeste de Afganistán.

    Mark Naftalin / Unicef
  • 7 de 15

    Azwazi retrata los escombros que antes fueron su pueblo

    Azwazi, de 40 años, fotografía su aldea destruida en Chahak, distrito de Injil, al oeste de Afganistán. "En aquel momento estaba en Irán, pero he venido hace dos días. Mi hermano no se lo podía creer cuando le conté lo ocurrido y le prometí que le enviaría algunas fotos. Toda mi familia vivía aquí, 40 casas en total… tíos, hermanos, primos. No queda nada. Es como si todo Afganistán se hubiera derrumbado", cuenta

    Mark Naftalin / Unicef
  • 8 de 15

    Ayshah cuenta como tembló el suelo bajo sus pies

    Ayshah, de 5 años, en el pueblo de Koshkak, distrito de Zinda Jan, al oeste de Afganistán. "Me dirigía a la carretera para saludar a mi tío y a mi hermano cuando se produjo el terremoto. El suelo temblaba, pero no tuve miedo. Mi madre estaba en casa. Cuando volví con mi tío y mi hermano, ellos entraron en la casa y salieron corriendo y gritando. Mi madre y mi hermano de dos años y medio habían muerto bajo los escombros", cuenta la pequeña.

    Mark Naftalin / Unicef
  • 9 de 15

    Unse excava la que antes fue su cocina

    Unse, de 13 años, excava en busca de recipientes de harina enterrados bajo lo que era su cocina en el pueblo de San Job, distrito de Zidan Jan, en el oeste de Afganistán. Según Unse, "el terremoto destruyó nuestra casa. Ahora no tenemos nada, ni comida, ni nada de nada. Mi hermano Naqbullha y yo estamos excavando para encontrar harina con la que hacer pan, de lo contrario moriremos de hambre".

    Mark Naftalin / Unicef
  • 10 de 15

    Uno de los edificios derruidos

    Un niño pasa junto a un edificio dañado en el pueblo de Chahak, distrito de Injil, oeste de Afganistán.

    Mark Naftalin / Unicef
  • 11 de 15

    El centro de salud de Unicef en Karnil Wardaka

    El 11 de octubre de 2023, la clínica de salud apoyada por Unicef, establecida como parte de la respuesta al terremoto, en la aldea de Karnil Wardaka, distrito de Zinda Jan, provincia de Herat, Afganistán occidental. El centro de salud original resultó gravemente dañado por el terremoto y puede verse en primer plano.

    Mark Naftalin / Unicef
  • 12 de 15

    Fahim, de Unicef, ayuda a Ahmad

    Fahim Radmanish, oficial de Emergencias de la Oficina de Unicef en Afganistán, transporta ropa de invierno y enseres domésticos (incluidos utensilios de cocina) para Ahmad, de 12 años, en la aldea de Koshkak, distrito de Zinda Jan, en el Afganistán occidental.

    Mark Naftalin / Unicef
  • 13 de 15

    Sefafullah revisa los suministros que les ha entregado Unicef

    Sefafullah (en el centro), de 10 años, desempaqueta ropa de invierno, proporcionada por Unicef, con su tío en el pueblo de Koshkak, distrito de Zinda Jan, al oeste de Afganistán. "Caminaba por la carretera cerca de mi casa cuando de repente se produjo el terremoto. Mi hermano de cinco años estaba recogiendo agua en la casa de nuestros vecinos y murió al derrumbarse el tejado. He perdido toda esperanza. Todas nuestras posesiones han quedado destruidas. Temo mucho la llegada del invierno y las nevadas", cuenta el pequeño.

    Mark Naftalin / Unicef
  • 14 de 15

    Unos niños recogen muebles de sus hogares

    El 14 de octubre de 2023, unos niños recogen muebles de sus casas destruidas tras los recientes terremotos en el distrito de Zinda Jan, al oeste de Afganistán.

    Mark Naftalin / Unicef
  • 15 de 15

    Una de las fuentes de la aldea sigue operativa

    El 14 de octubre de 2023, supervivientes de los recientes terremotos recogen agua en una fuente de la aldea de Chahak, en el distrito de Injil, al oeste de Afganistán.

    Mark Naftalin / Unicef
Mark Naftalin