Es posible que hayas oído hablar del açaí o hayas visto de pasada un letrero de 'Açai bowls'. En los últimos años, y ya como sucedió con las semillas de chía o la quinoa, estos frutos se han popularizado hasta el punto de que no es extraño encontrar establecimientos que coronan a este superalimento como su producto estrella. El boom internacional del açaí ha sido como un anabolizante para el sector primario brasileño —y para la actividad silvícola—, que es el país que más exporta y ha sido una salvación para algunas comunidades autóctonas del Amazonas.
Desde que el açaí saltó a la fama internacional en la década de 2000 debido entre otras cosas a las célebres voces, como la del doctor Nicholas Perricone en el programa de Oprah Winfrey, que la presentaban como una superfruta contra el envejecimiento, su industria ha crecido de manera vertiginosa. Los silvicultores tradicionales de la región amazónica la vieron como una oportunidad de explotar la selva amazónica sin destruirla: la panacea del desarrollo verde.
Tal como informó a AFP para algunos quilombos pobres, como Diogo (41 años), que vive en la aldea de Igarape Sao Joao, en el estado de Pará —al noreste de Brasil— el açaí llegó como una bendición. La Federación de Industrias del Estado de Pará (Fiepa) reportó el año pasado que las exportaciones de açaí han crecido casi un 15.000% en los últimos diez años. Tan beneficiosa es la empresa del açaí que le ha permitido a Diogo construir una casa de ladrillo gracias al dinero que ha amasado en los últimos años trabajando en su recolección.
No obstante, esta comunidad, que está muy agradecida por las ventajas que ha traído el cultivo de este fruto, reconoce en boca de uno de sus líderes locales, Salomao Santos, que el dominio del açaí podría convertirse en un problema: "Los que vivimos en la Amazonia sabemos que no podemos vivir de una sola especie", afirma. Y teme que ocurra los que ocurrió en el pasado con otras materias primas como la caña de azúcar y el caucho.
Internacionalmente, la misma historia del aguacate o el aceite de palma se repite con la palmera de açaí (Euterpe oleracea): la introducción masiva de este monocultivo está diezmando la biodiversidad de la selva amazónica. Esa es la tesis que arroja el biólogo Madson Freitas, investigador del Museo Paraense Emílio Goeldi (Belén, Brasil). Según este experto, en estas zonas lo que se estaría produciendo es una açaificación de estos ecosistemas tropicales.
"Si se deja a la naturaleza a su aire, se obtienen 50 o quizá 100 plantas de açai por hectárea", afirmó en declaraciones recogidas por Phys.org. "Cuando pasas de 200, pierdes el 60% de la diversidad de otras especies autóctonas", añadió. Este científico conoce muy bien cómo el cultivo de esta planta se ha ido extendiendo en el Amazonas brasileño desde los años 70. En 2021 firmó un estudio publicado en 2021 en la revista Biological Conservation donde aseguraba que "la intensificación del açaí altera la estructura de los conjuntos de plantas leñosas en el bosque estuarino".
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La investigación señala que a costa de la expansión del cultivo de açaí en los bosques de la ribera—que se planteó inicialmente como una solución a la galopante deforestación—, se produjo una reducción del número de especies del ecosistema amazónico. "Durante los últimos 20 años, las áreas del bosque donde se cultivaba açaí junto con otras especies han sido completamente ocupadas por las palmeras frutales", comentó Freitas a BBC News Brasil. Se estima que alrededor del 1% de los bosques inundables estuarinos amazónicos —unos 2.193 km²— se dedican ahora al açaí.
El cultivo que conecta Brasil con la selva amazónica
Los estados de la región Norte de Brasil (Acre, Amapá, Amazonas, Pará, Rondônia, Roraima y Tocantins) destinan cerca de 195.000 hectáreas a la cosecha de açaí y son responsables de casi toda la producción nacional. Desde que se empezó a apostar por este silvicultivo, en los años 70-80, la producción se ha multiplicado casi por diez alcanzando, según los datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) 247.034 toneladas en 2022. De este total, se estima que el 40% se exporta a otros estados brasileños y/o a otros países, mientras que el 60% restante se consume en el mercado amazónico.
En pocos años, el açaí se ha convertido en el segundo alimento de extracción vegetal y silvicultura más producido en Brasil, solo por detrás de la yerba mate. La pulpa y la semilla —que ahora se está revalorizando— del fruto del açaí son alimentos que antes de llegar a los supermercados de Nueva York o Tokio, donde se venden en sorbetes, batidos, zumos, polvos y pastillas y de ser popularizadas por celebrities como Oprah Winfrey, Gwyneth Paltrow y Meghan Markle, ya hundían sus raíces en la cultura amazónica.
De hecho, el vínculo de las comunidades indígenas con estas drupas es tan profundo que incluso se conservan historias ancestrales que las retratan como un alimento que ayudó en los tiempos más oscuros. Como el maíz para los aztecas, el açaí tiene su propia leyenda. El mito cuenta que una tribu indígena vio como su población superaba con creces la capacidad para dar de comer a todas las bocas hambrientas. Por eso, el jefe decidió que la manera de solucionarlo era condenar a muerte a todos los recién nacidos.
Su hija, Iaca, estaba embarazada y su bebé no se salvó. Por eso, dirigió sus plegarias al dios Tupa para que pusiera fin a la escasez de alimentos. Una noche oyó el eco del llanto de un bebé que provenía del bosque y se adentró en él a buscarlo. A la mañana siguiente encontraron a la joven muerta al pie de una palmera de açaí con una sonrisa y su mirada apuntando directamente a los frutos que se balanceaban en sus ramas. A partir de ese día, la tribu empezó a alimentarse con el zumo púrpura de las drupas de la palmera, bautizándolas con el palíndromo de Iaca y abolió la política de sacrificios.
Desde la época precolombina las comunidades amazónicas la han aprovechado. Era un alimento apreciado por su alto contenido en grasas. Y sus hojas eran utilizadas para las vigas del tejado de las casas, y para fabricar sombreros, escobas y cestas. El estípite de la palmera se usa como material de construcción para casas y muebles porque es resistente a las plagas.
En las zonas donde es originario el açaí no se suelen consumir productos edulcorados como los populares smoothies o açaí bowls. Se come un puré de açaí puro, sin aditivos, que se suele servir a temperatura ambiente y suele acompañar algunas comidas como guarnición. La mayoría de las comunidades disponen de una máquina procesadora que quita los huesos y tritura las drupas.
Los frutos del açaí son tan ricos en antioxidantes como los arándanos, así como en grasas saludables y fibra. Se caracterizan por su sabor terroso parecido a un cruce entre moras y chocolate puro y una de las razones por las que sería casi imposible encontrar el açaí fresco (no congelado) en una frutería local es porque son alimentos muy perecederos: tiene que procesarse en 24 horas o perderá su valor nutritivo, sabor y color.
A menor biodiversidad, menor producción
La pérdida de biodiversidad en la selva amazónica también afecta al rendimiento de las palmeras de açaí. Otro estudio publicado en marzo del pasado año en la revista Agriculture, Ecosystems & Environment desvelaba las conclusiones de una extensiva investigación sobre el estado de la polinización de los cultivos de açaí en 18 zonas en cuatro municipios de Pará, la región brasileña donde se concentra la producción.
"Evaluamos zonas con poco bosque alrededor del açaí y zonas con mucho bosque. En las zonas con más bosque encontramos hasta 14 especies de abejas sin aguijón que visitaban las flores de açaí. En las áreas sin cobertura forestal, encontramos sólo tres especies", detalló el biólogo Alistair Campbell, investigador visitante que trabaja en Embrapa Amazonia Oriental (PA), y autor principal del estudio.
Una de las científicas brasileñas que participó en el estudio, la bióloga e investigadora de Embrapa Marcia Maues enfatizó que "si hay pérdida de hábitat, el grupo más sensible de abejas desaparecerá de ese lugar, y esto puede afectar negativamente a la polinización del árbol de açaí, ya que cuanto mayor es la diversidad de polinizadores, mejor y más eficiente es la polinización y la producción de frutos".
Las abejas son los principales agentes polinizadores de la palmera de açaí —se ha observado que son responsables del 90% del trabajo de polinización de las flores de la palmera y son más eficaces en el transporte del polen que los demás insectos—. En otra investigación publicada el pasado mes de julio, Campbell y sus homólogos sugerían que la mejor estrategia para las palmeras sigan produciendo frutos es que se priorice la conservación de los bosques y la polinización autóctona integrada.
Además, los cada vez más prolongados periodos de sequía en la Amazonia, agravados por el cambio climático, están perjudicando al açai, que tiende a crecer en terrenos que se inundan durante la estación lluviosa.