El arquetipo de 'dama de hierro' en la política es algo se ha incorporado al imaginario colectivo. Angela Merkel, Margaret Thatcher o Indira Gandhi forman parte de la larga lista de personas influyentes que han alzado su estridente e inamovible voz para encarrilar el mundo. Luego están aquellas mujeres que con una amable sonrisa también consiguen moldear un mundo que rompa con los dictados del patriarcado y empodere a los más vulnerables. Y no hay que irse muy lejos en la historia para encontrar nombres. La estadounidense Rebecca Reichmann Tavares es una de ellas.
La actual presidenta y CEO de la Brazil Foundation asistió el pasado 10 de octubre a la entrega de los Premios Sociales Fundación MAPFRE 2023 para recibir en nombre de la fundación que dirige y representa el Premio a la Mejor Entidad por su Trayectoria Social. "Fue una gran sorpresa para nosotros haber sido galardonados con este premio", señaló Tavares con la elegancia y el respeto que infunda durante una conversación con ENCLAVE ODS.
Y es que la vida de esta estadounidense siempre ha estado ligada a lo social. Desde que completara su formación universitaria en dos —Yale y Harvard— de las Big Three se ha involucrado con el sector fundacional en Brasil, trabajando para la Ford Foundation durante seis años.
Después, su desempeño giró en torno al empoderamiento femenino y la defensa de los derechos de las mujeres, trabajando para ONU Mujeres en Brasil, en Asia Meridional y en Afganistán, donde ejerció como jefa de misión. Además, ha firmado varias publicaciones que abordan temas como los derechos reproductivos de las mujeres en el Sur o la raza en el Brasil de hoy.
Desde 2019 preside y dirige las actividades de las Brazil Foundation, una entidad sin ánimo de lucro que moviliza recursos para invertir en acciones transformadoras para el país conectando líderes y organizaciones de la sociedad civil con una red global de apoyo que promueva la equidad, la justicia socioambiental y oportunidades en Brasil.
Desde su fundación, en 2000, ha logrado canalizar 45 millones de dólares, poniendo la filantropía en el centro, a más de 850 organizaciones brasileñas en diversos ámbitos: emprendedores de raza negra, igualdad de género, medio ambiente y cambio climático, y educación.
Una de las principales áreas de su trabajo es la igualdad de género. En el caso de Brasil, ¿cómo es la situación de las mujeres en el ámbito político, tanto el institucional como el de la sociedad civil?
Como en la mayoría de países de América Latina, Brasil sigue siendo una sociedad muy patriarcal. Pero dentro de su contexto, ha sido uno de los países más avanzados del mundo en términos de reconocimiento de derechos como la igualdad, la salud, la persecución de la violencia de género o el acceso al empleo de las mujeres en su constitución de 1988.
A nivel legislativo se han introducido múltiples iniciativas que refuerzan el papel de la mujer en la vida pública, no obstante, llama la atención que el año pasado Brasil batiera récord registrando un feminicidio cada seis horas.
Todas las leyes son muy progresistas y se han ido construyendo a lo largo de los años. No obstante, su aplicación es muy deficiente. Tal como señala, y como he adelantado durante mi intervención, hay algunos sectores femeninos marginalizados como las niñas y mujeres negras.
¿Cuál es la razón detrás de la discriminación de las mujeres y niñas negras (pretas)?
Ellas se ven excluidas de las oportunidades de educación superior y de empleo. En Brasil hay mucha discriminación inconsciente y estructural por motivos raciales. Es lo que llamamos racismo estructural, que sufren sobre todo ellas.
Si nos fijamos en todos los indicadores sociales y económicos, vemos que las mujeres y las niñas negras se encuentran en la parte inferior, incluso cuando se trata de cosas como la mortalidad infantil o la esperanza de vida. Son indicadores muy claros de la marginación de estas poblaciones.
Otro colectivo muy castigado es el de las personas trans. En 2022, 131 personas trans fueron asesinadas en el país. ¿Qué se está haciendo para atajar este problema?
Brasil es el número uno en asesinatos de personas trans y está entre los cinco primeros países en feminicidios. Muchos de estos casos son domésticos o entran dentro de otras categorías de abuso familiar. Desde las organizaciones de la sociedad civil nos centramos en el empoderamiento económico de las mujeres (y las personas trans) y en la violencia contra ellas.
En al ámbito institucional, ¿qué supone la llegada de Sônia Guajajara, primera ministra brasileña para los pueblos indígenas, y Célia Xakriabá al congreso? ¿Es más fácil mantener las cuestiones indígenas en la agenda pública?
Es una buena noticia para los pueblos indígenas. Ahora hay más iniciativas que plantean un mensaje enraizado en la defensa de los derechos sobre la tierra y los derechos de las mujeres. En primer lugar, el nuevo gobierno trabaja para detener la quema y la explotación de la selva. Porque con el gobierno anterior, la aplicación de las normas sobre el respeto de las tierras indígenas era muy laxa.
El nuevo gobierno se toma mucho más en serio la protección de las tierras indígenas, y vemos una reducción del 43% en la destrucción de la selva tropical en comparación con el año pasado. La selva tropical está muy relacionada con los derechos de los pueblos indígenas. Porque ellos son los verdaderos guardianes y protectores de la selva y de las reservas donde viven. Es cierto que no todos los indígenas viven en el Amazonas, pero sus derechos son más respetados hoy en día.
Entonces la protección del Amazonas pasa, en cierta manera, por la salvaguarda de los derechos de los pueblos indígenas...
Sin duda alguna. Sigue habiendo un gran movimiento, especialmente entre la agroindustria, para negar parte de la legislación que protegía las tierras indígenas. Se trata de una batalla que se libra en un momento muy polarizado en Brasil, y creemos que la protección de las tierras indígenas es la mejor forma de preservar la selva tropical y proteger el medioambiente.
[Victoria de los indígenas en Brasil: el Supremo consagra su derecho sobre las tierras ocupadas]
Las mujeres, las personas indígenas, negras... Todos estos grupos están bajo la mirada de la Brazil Foundation. ¿Cómo estáis promoviendo su empoderamiento?
Normalmente, trabajamos con los grupos que ha mencionado, pero también con otros grupos raciales. En todo estos casos nos centramos en el empoderamiento económico. Apoyamos actividades económicas de pequeños agricultores o mujeres en zonas urbanas a través del acceso al crédito, a la formación, a la gestión de la cadena de suministro y a la comercialización.
Y además, en todas las áreas de desarrollo económico apoyamos la formación y la capacitación de las comunidades indígenas y de la selva.
¿Podría poner algunos ejemplos de ese tipo de actividades que se apoyan en la selva?
Allí hay mucha recolección de frutos secos, frutas, pescado y otras extracciones, e incluso las de caucho son muy importantes. Aunque sean actividades de pequeña escala, son importantes para la supervivencia de las pequeñas comunidades de la selva tropical.
¿Proporcionáis recursos financieros directos a estas pequeñas empresas?
Como fundación, no damos acceso al crédito, pero sí apoyamos a los grupos productivos locales. Algunos de ellos son cooperativas. Para que tengan el apoyo adecuado, necesitan poder hacer crecer sus actividades económicas y mantener los medios de vida en sus comunidades.
Otro de los grupos a los que ofrecéis apoyo son los nem nem, una parábola de los ninis aquí en España. ¿Cómo les estáis ayudando?
Imagino que significa lo mismo en Brasil que en España: personas jóvenes que ni estudian ni trabajan. Tenemos una asociación importante con alguna compañía de seguros internacional. Ellos están apoyando específicamente a esta población. Ya hemos recibido 1,5 millones de dólares.
El objetivo no es otro que facilitar la capacitación laboral. Y en algunos casos, los programas consiguen que vuelvan a estudiar. Pero la mayoría de estos jóvenes no vuelven a la escuela porque la abandonaron con la esperanza de poder mantener a sus familias. Necesitaban el dinero. Intentamos que alcancen al menos la educación secundaria y consigan la titulación.
¿Qué tipo de habilidades se enseñan a los nem nem?
La mayor parte se centra en la formación laboral. Así que hay mucha formación en tecnología informática, uso de ordenadores o programación de software. Y en otros casos son cosas muy concretas como cocinar, conducir coches o camiones... o formación media en emergencias, por poner algunos ejemplos.
Durante la rueda de prensa hablaba del valor de la filantropía en el trabajo del tercer sector en Brasil. Esta actividad solidaria suele verse como algo que solo está al alcance de los ricos, ¿Cómo se convence a las personas con recursos algo ajustados para que se sumen al carro?
Nuestra misión es promover el conocimiento de que todo el mundo puede dar. Y lo cierto es que las personas que más dan son las que menos dinero tienen. Muchas veces donan a través de la iglesia u otros mecanismos religiosos. La idea es promover una cultura de la filantropía, la conciencia y enseñar que cada uno tiene una responsabilidad en el tejido social.
¿Y a los ricos menos generosos?
Las personas que han tenido mucho éxito tienen la responsabilidad social de devolver. Y esto se puede hacer apoyando directamente a organizaciones sin ánimo de lucro, o apoyando a organizaciones que promueven la filantropía como nosotros, o incluso entidades de promoción de la cultura y las artes. Todo eso forma parte de la responsabilidad social.
Es una mentalidad que construye instituciones de la sociedad civil más fuertes. Porque todas estas organizaciones sin ánimo de lucro también están fortaleciendo la sociedad civil y eso es fundamental para evitar la llegada de gobiernos autocráticos.