Un peligroso depredador anda suelto en las calles de (casi) todo del mundo. E incluso es visto en muchos hogares, campando a sus anchas, mordiendo todo lo que se cruza a su paso y siseando a sus presas cuando está a punto de atacar. Es, ni más ni menos, que el gato doméstico —Felis silvestris catus—. Esta especie fue domesticada hace 9.000 años por los humanos, y hasta se pueden encontrar en todos los continentes habitables e incluso en las islas más remotas. Hoy, los científicos están alertando de las externalidades de estos félidos.
Con una visión adaptable y un oído sensible, sentidos desarrollados y acondicionados para la caza, el gato puede detectar y rastrear presas fácilmente. Son capaces de cazar todo tipo de animales, desde mamíferos como ratones o conejos, pasando por reptiles y anfibios, hasta peces. Aunque su rapiña favorita son las aves.
En un estudio publicado el pasado 12 de diciembre en la revista Nature Communications se dio cuenta de las implicaciones que tiene la presencia de los gatos domésticos en la naturaleza y su impacto en la biodiversidad. Se realizó un análisis de su dieta, identificando 2.084 especies consumidas por los gatos."Las aves, los reptiles y los mamíferos constituyen aproximadamente el 90% de las especies consumidas, siendo menos frecuentes los insectos y los anfibios", escriben en el documento.
Lo más relevante que encontraron los científicos fue que 347 especies clasificadas como Casi Amenazadas, Amenazadas (es decir, Vulnerable, En Peligro o En Peligro Crítico) o Extinta en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) eran depredadas por el gato doméstico. Y la situación es más grave en los territorios insulares. Una de cada cinco especies depredadas por los gatos en las islas son de interés para la conservación.
Uno de los científicos más vocales respecto al peligro de los gatos para la biodiversidad del territorio español ha sido Félix M. Medina, biólogo del Cabildo de La Palma. En 2016 lanzó junto a otros dos investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) una publicación titulada Gatos en Islas: un problema global de conservación, donde analizaba los factores que convertían al gato en uno de los peores depredadores de los pequeños animales en Canarias.
En otro artículo firmado también por este investigador y publicado en junio de 2022, se catalogaba a estas especies como "uno de los invasores más dañinos para las comunidades de vertebrados en islas".
¿Una especie invasora?
La magnitud del problema ha alcanzado dimensiones casi inimaginables en algunos países. La UICN lista a los gatos en su catálogo de las 100 peores especies invasoras del mundo. Muy ilustrativo fue el caso de Polonia, que en 2022 se convirtió en uno de los países que le declararon la guerra a los gatos domésticos.
La Academia de Ciencias de Polonia declaró a través de un comunicado que estos individuos serían considerados una especie exótica invasora. "Existe una clara evidencia científica de la influencia negativa (de esta especie) en la biodiversidad autóctona”, señalaron. Esta afirmación sirvió por sí sola el debate. Los criterios para incluir al gato entre las especies exóticas invasoras "los cumple al 100%", afirmó.
En una tertulia televisada en el canal TVN, el científico polaco Woijciech Solarz, del Instituto de Conservación de la Naturaleza de Polonia, se enfrentó a los argumentos de la veterinaria y activista por los derechos de los animales Dorota Sumianska. Los criterios para incluir al gato entre las especies exóticas invasoras "los cumple al 100%", afirmó Solarz durante el conversatorio.
Una de las zonas donde estas especies se han convertido en un problema para las especies autóctonas es en las Islas Canarias. Allí se puede encontrar en todas las islas, "ocupando una gran variedad de hábitats, desde la costa hasta las zonas de alta montaña, a más de 2000 m de altitud", señalan Medina y sus homólogos en una nota informativa del CSIC publicada en julio de 2023. He ahí la razón por la que las autoridades autonómicas tratan a esta especie como invasora en la lista del Banco de Datos de Biodiversidad.
No obstante, a nivel nacional no está contemplada como tal, al no quedar inscrita entre las 199 especies que figuran en la lista del Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras (Real Decreto 630/2013). Lo que sí contempla la legislación es que los gatos pueden ser considerados como especies invasoras cuando se reproducen en islas deshabitadas del litoral o si ha sido asilvestrados en el medio natural.
¿Cómo controlar la plaga?
Uno de los escollos de la Ley de Bienestar Animal, en vigor desde el 29 de septiembre de 2023, tienes que ver con la caracterización que se hace de los gatos. En el documento, explican Medina y sus homólogos en su último comunicado, "no se distingue entre los gatos domésticos propiamente dichos y los asilvestrados", algo que dificulta las acciones de control de gatos asilvestrados en zonas de interés "con el consiguiente perjuicio para numerosas especies autóctonas".
Entre las especies consumidas por el gato que enumeran los científicos del CSIC están el pinzón azul de Gran Canaria (Fringilla polatzeki), el pinzón vulgar canario (Fringilla canariensis), el mosquitero canario (Phylloscopus canariensis), la tarabilla canaria (Saxicola dacotiae) y el petirrojo tinerfeño (Erithacus superbus).
La nueva normativa obliga a las entidades municipales a crear planes de gestión de colonias felinas. Y los define como procedimientos normalizados mediante los cuales "un grupo de gatos comunitarios no adoptables, son alimentados, censados y sometidos a un programa sanitario y de control poblacional CER, controlando la llegada de nuevos individuos". Después se deben poner en libertad en las colonias de origen.
"Resulta imprescindible que la ley sea modificada lo antes posible en lo que se refiere a los gatos asilvestrados del archipiélago", sostuvieron los investigadores del CSIC. Además tiran por tierra los argumentos de parte de la comunidad veterinaria, que defiende a capa y espada el método CER (captura, esterilización y retorno) para minimizar la tasa de expansión de las colonias de gatos.
"No solo no [se] acabará con los gatos callejeros, sino que actuarán de imán atrayendo nuevos gatos, y agravando este problema", explicaron. En lugar de permitir que se asienten en las calles, lo que constituiría a la larga un problema de salud pública, recomendaron "establecer recintos cerrados para albergar estas colonias y lograr así un adecuado control de estos animales y el descenso de su número".