Ha pasado un mes desde la noticia de que Azerbaiyán acogerá el próximo capítulo de la Conferencia de las Partes (COP29) y el debate no ha hecho más que caldearse desde entonces. La última controversia llega esta semana y mucho tiene que ver con el género, ese mismo término que en el borrador del Balance Mundial de la COP28 —uno de los documentos más esperados— se menciona seis veces. En la próxima cumbre, sin embargo, parece quedar fuera de la mesa donde se toman las decisiones.
Según se ha conocido a través del presidente de la República azerí, Ilham Aliyev, el comité organizador de la futura cumbre ya está formado y lo componen 28 hombres y ninguna mujer. De ellos, la mayoría se desempeñan como ministros o funcionarios del gobierno, lo que incluye al jefe del servicio de seguridad del Estado, según informa el diario The Guardian, y al jefe de la red estatal de distribución de gas del petroestado.
La decisión, calificada como "regresiva" por los grupos ambientalistas, marca una diferencia sustancial en lo que a representación femenina se refiere si se compara con la pasada cumbre de Dubái. En la COP28, el 63% de los miembros del comité organizador de la cumbre eran mujeres. En las conversaciones de este año, el porcentaje será tan generoso como el de un redondo 0%.
"Este comité es un paso atrás en el camino hacia la paridad de género en el clima; pero aún hay tiempo para el cambio. Pedimos igualdad de representación en la gobernanza de las conversaciones sobre el clima de este año, porque el cambio climático afecta a todo el mundo, no a la mitad", ha declarado She Changes Climate, un movimiento que busca impulsar a que más mujeres lideren la acción climática equitativa, en declaraciones a The Guardian.
Las más afectadas, fuera de las decisiones
No es la primera ocasión en la que la subrepresentación de la mujer en las negociaciones climáticas azuza discusiones y controversias. Paradójicamente, 8 de cada 10 personas desplazadas por los desastres ambientales son mujeres. Aunque la crisis climática es un problema colectivo cuyo impacto se deja notar especialmente en las poblaciones vulnerables y en situación de pobreza, ellas son las primeras en percibirlo.
La razón de esto reside en que las mujeres son, por estadística, las principales encargadas de la producción agrícola de subsistencia y la recolección de agua para velar por la seguridad alimentaria en sus hogares. Ya en 2022, un informe publicado en la cumbre de Bonn arrojó luz sobre esto, manifestando su preocupación por las mujeres de las zonas rurales.
Incluso, según las aportaciones del Centro de Ginebra para la Gobernanza del Sector de la Seguridad, la violencia de género es frecuente en las zonas de conflicto que, a su vez, también corren más riesgo de sufrir fenómenos climatológicos extremos. Es el caso, indican desde United Nations Climate Change, de las mujeres y las niñas de Colombia, Malí y Yemen, quienes corren un riesgo especial de sufrir violencia de género debido a la combinación de los efectos del cambio climático, la degradación del medio ambiente y los conflictos.
Al mismo tiempo, no son pocos los estudios y expertos que sitúan a las mujeres como agentes de cambio imprescindibles para prosperar en los procesos de mitigación y adaptación al cambio climático, como las mujeres indígenas de la Amazonía brasileña, quienes cada vez cuentan con más poder político y son figuras clave en la supervivencia de sus comunidades.
Durante las conversaciones que han ido sucediéndose en los últimos 15 años, la representación femenina ha ido en aumento, aunque lo ha hecho con lentitud. Un estudio publicado en 2022 por la Organización de Mujeres por el Medio Ambiente y el Desarrollo (WEDO) ponía el foco en las delegaciones nacionales de la COP, donde el porcentaje de mujeres aumentó del 30% para las reuniones en 2009 al 38% en 2021. "A este ritmo de cambio, la paridad de género no se logrará hasta 2040", estimaron entonces.