Durante la mayor parte de la historia, los humanos han residido en comunidades pequeñas. No ha sido hasta los últimos siglos, y en especial en las últimas décadas, cuando esta situación ha cambiado radicalmente. En la actualidad, según datos de las Naciones Unidas, el 55% de la población mundial o 4.000 millones de personas residen en una ciudad. Y se espera que este aumento continúe: para 2050, se prevé que esta cifra aumente hasta el 68%.
No obstante, la velocidad y la escala de la urbanización actual plantean grandes desafíos, ya sea para satisfacer la demanda acelerada de viviendas asequibles o para crear una infraestructura capaz de trasladar a los millones de personas que poblarán las urbes. Pero no solo eso, la resiliencia de las ciudades también puede verse comprometida por su gran dependencia de los alimentos importados. En 2050, según un informe de Veolia Institute, el 80% de los alimentos se consumirá en las ciudades.
Este escenario plantea la pregunta crucial sobre cómo asegurar el abastecimiento alimentario de las ciudades. En este sentido, los expertos señalan a la agricultura urbana como una posible solución, ya que tiene el potencial de descentralizar el suministro. A pesar de la aparente incompatibilidad entre ciudad y agricultura, cada vez son más los proyectos que demuestran que no están tan distantes como podría pensarse inicialmente.
Este tipo de iniciativas también pueden generar un impacto positivo en la urbe al ofrecer beneficios ambientales, tales como la creación de hábitats para la vida silvestre o la reducción de las huellas ambientales, ya que una producción local evitaría los impactos medioambientales asociados al transporte.
Como todo, a pesar de los potenciales beneficios, este tipo de agricultura también suscita una serie de interrogantes pendientes de resolver, especialmente en lo que respecta a su expansión y a las preocupaciones ambientales, de salud y de equidad que requieren abordarse. Estas son precisamente las cuestiones que busca abordar un nuevo estudio publicado en la prestigiosa revista científica Nature Food.
Expandir la agricultura urbana
Según explica Chloe Wardropper, profesora asistente de la Universidad de Illinois y una de las autoras principales del estudio, los investigadores proponen tres fases interconectadas para comprender y dar mejor forma al crecimiento de la agricultura urbana en el futuro. “La primera fase de crecimiento incluiría la ampliación del interés de los individuos por la agricultura en las regiones urbanas, su conocimiento de la misma y su acceso a los recursos necesarios para llevarla a cabo”, explicó la docente en un comunicado de prensa.
Una segunda fase consistiría en la institucionalización, esto es, la transformación de las normativas existentes y el fortalecimiento del respaldo organizativo hacia la agricultura urbana. Este paso es esencial para consolidar y garantizar un marco normativo sólido que respalde el desarrollo sostenible de esta forma de agricultura en entornos urbanos.
La tercera y última fase se centraría en el crecimiento económico y del mercado. Durante esta etapa, se promovería activamente el respaldo financiero y la expansión de los mercados relacionados con la agricultura urbana. Este impulso económico contribuiría significativamente a diversificar la oferta alimentaria en las zonas urbanas, generando un impacto positivo tanto en la economía local como en la disponibilidad de alimentos frescos y sostenibles para la comunidad urbana.
El objetivo último de esta expansión, indica Wardropper, no es sustituir a la agricultura tradicional o lograr la autosuficiencia alimentaria de las ciudades, algo que los expertos ven aún bastante lejos. Más bien, la agricultura urbana representará un porcentaje modesto que podría marcar la diferencia localmente en caso de que surja una crisis en el sector agrícola, algo que contribuiría a aumentar su seguridad alimentaria.
“Tenemos que tener en cuenta todas las herramientas para la sostenibilidad y resistencia al cambio climático. La agricultura urbana podría ser especialmente importante para ciudades como Miami, cuyas importaciones podrían verse interrumpidas inesperadamente por condiciones meteorológicas extremas”, concluye la docente de la Universidad de Illinois.